Poder y Política
Manuel Cuadras
19/01/2010
La altísima decisión
El pasado viernes, el gobernador Mario Marín cumplió oficialmente su quinto año de gobierno, año en el que dicen, los mandatarios “se convierten en dioses”. El caso de Marín no podía ser distinto, actualmente es uno de los gobernadores más influyentes y de mayor concentración de poder a nivel nacional.
¿Alguien lo duda? El sólo hecho de salir “bien librado” del penoso escándalo de Lydia Cacho habla por sí solo y nos da una muestra de su estratosférico poder. ¿Quién tiene la capacidad de doblegar a ministros, diputados y medios nacionales? ¿Quién es capaz de resistir tal linchamiento político y todavía buscar venganza? ¿Qué gobernador había manifestado abiertamente su intención de dejar un sucesor? Ese es Mario Marín, el gobernador más poderoso en la historia reciente de Puebla.
Sin embargo, a pesar de todas los signos de control, autoridad y fortaleza que ha dado el ejecutivo a lo largo de su sexenio, existe algo que no ha podido resolver aplicando su altísima voluntad (o al menos no en la forma que él quisiera), me refiero a la imposición de su delfín Javier López Zavala. ¿La razón? Que en ese ÚNICO tema, el gobernador tiene que consensuar (compartir) con otros actores tan altísima decisión, dicho de otra forma, Marín no juega solo.
Ejemplos hay muchos para evidenciar lo anterior, el más reciente: el retraso en la publicación de la convocatoria emitida por el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), aun cuando el gobernador, Armenta y Zavala contemplaban que saldría el pasado fin de semana.
¿No incluso había anunciado Marín que Zavala renunciaría el 16 de este mes? ¿Qué pasó entonces? Nada, que el CEN decidió jugar el papel que le corresponde y tomar las riendas del proceso. Eso no significa que se esté desafiando al gobernador, ni tampoco que lo estén haciendo a un lado, simplemente le están recordando que los tiempos los marca el partido…
Ya lo decíamos en una columna anterior, el hecho de que en procesos pasados la dirigencia nacional haya mostrado cierta flexibilidad ante el activismo de los gobernadores, no significaba que en lo sucesivo fuera a ser igual. La reunión de aspirantes celebrada el día de ayer en la ciudad de México, a convocatoria de Beatriz Paredes, es la segunda muestra de que el CEN no será un simple espectador en las sucesiones gubernamentales de este año.
Chihuahua fue el primer ejemplo, parece que la tendencia se confirma ahora con el caso Puebla. ¿Por qué no dejar al gobernador Marín toda la conducción del proceso? ¿Por qué no facilitarle las cosas y destapar (oficialmente ya) al delfín? Ahora preguntémonos en sentido inverso ¿Por qué ponerle tantas trabas a Zavala si las cosas están tan “controladas” como dicen?
Que nadie se engañe, las supuestas señales que indicaban que “todo estaba resuelto”, no han sido más que piezas de un rompecabezas que poco a poco comienza a completarse.
¿Por qué se aprobó la convención de delgados como método para la selección del candidato? Los zavalistas dirán que es una muestra clarísima a favor de su delfín. Falso, se aprobó porque fue el método que aprobó el CEN del PRI. ¿Qué pasaba si se aprobaba en Puebla la consulta a la base como método de selección? Los demás estados solicitarían lo mismo, lo cual, en la práctica significaba una verdadera olla express para Beatriz Paredes.
¿Por qué vinieron Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto al informe del gobernador? Los marinistas dirán que es una muestra clarísima de respaldo al gobernador. Falso, vinieron porque los tres están en franca campaña rumbo a Los Pinos y están ávidos de reflectores. ¿No acaso es lo mismo que hace Zavala, acudiendo a todos los eventos que lo invitan (graduaciones, XV años, etcétera)?
En fin, lo que les puedo decir es que la altísima decisión aún no se concreta y mucho menos después de la reunión de ayer. La moneda está en el aire…
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