El año que apenas inicia en medio del sopor derivado de las vacaciones decembrinas, traerá para nuestro estado un nuevo proceso político: la renovación de las 217 alcaldías y el Congreso del Estado. El hecho reviste particular atención por tres razones diferentes. La primera tiene que ver con la evaluación que la ciudadanía habrá de hacer del actual gobierno estatal; la segunda, el impacto de los primeros meses de la gestión federal en el ánimo electoral de los poblanos; y, la tercera por que quienes salgan electos en julio próximo ocuparán el cargo por más de cuatro años, en virtud de la caprichosa reforma política aprobada por el Congreso del Estado.
El actual gobierno estatal ha basado su proyecto en un intenso programa de obra pública visible, que buscará sea lo que catapulte a los candidatos que decida apoyar, sin embargo, la evaluación del mismo se basará en una pregunta básica: ¿está Puebla mejor que hace tres años? En función de lo que cada poblana y poblano se conteste el partido que apoye el proyecto del actual gobierno se beneficiará o no de su voto. Yo me pregunto: ¿se transita con mayor seguridad en las calles de la ciudad y los municipios de nuestro estado? ¿el gobierno está haciendo todo lo posible para detonar el crecimiento y el empleo? ¿se toman las decisiones con apego a los principios de transparencia, honradez, eficacia y eficiencia que establece la Constitución? ¿se hipoteca o no el futuro del Estado con privatizaciones de la infraestructura básica que los poblanos hemos construido? En fin, ¿ha respondido o no el actual gobierno a la indudable confianza que los electores le dieron en las urnas?
Por otra parte, el gobierno del Presidente Peña a poco más de un mes de su toma de posesión ha dado pasos en el sentido de hacer de la política (como bien dice Federico Reyes Heroles) el principal instrumento de su acción. De una u otra manera las reformas laboral y educativa caminaron en el Congreso y sobre todo la aprobación casi unánime y en tiempo récord del paquete económico 2013, dieron muestra de que hay oficio, de que se entienden los tiempos, los actores y los momentos. Por ello, si esta tendencia se consolida y profundiza, hacia julio de este año estaremos ante un sólido gobierno federal, que será una variable importante para decisión electoral de los poblanos.
Por último, pero no menos importante, los partidos se juegan en julio tres elecciones. Me explico. En virtud de que en 2013 se eligen autoridades que estarán en funciones más de cuatro años, y que en por disposición Constitucional habrá un gobernador de 18 meses, la primera elección concurrente (Presidente y Gobernador) en el 2018, en muchos sentidos se configurará en julio de este año. Por ello, los partidos se jugarán una buena parte (si no es que todo) de su capital. El PAN tratará de mantener la unidad a pesar de las imposiciones externas, el PRI deberá enfrentar su primera elección como oposición, para ello deberá convocar a un gran pacto de actores y corrientes para no ser borrados del mapa político estatal, los demás partidos correrán la suerte que agentes extraños a ellos determinen. Empieza el año, pero la política continúa, es una película que ya hemos visto y que al parecer nunca termina.
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