Política y Economía
Luis Antonio Godina Herrera
02/12/2010
El presupuesto engañoso
La década panista llegó a su fin. Hace diez años Vicente Fox ascendió al poder con una legitimidad a toda prueba. Había sacado al PRI de Los Pinos y encarnaba la esperanza de millones de mexicanos. Su triunfo fue inobjetable.
Su gobierno fue de más oscuros que de claros. No pudo y lo que es más grave nunca se planteó un cambio de fondo. Operó las instituciones sin instructivo y la consecuencia fue un estancamiento severo. Tuvo la fortuna de contar con grandes excedentes petroleros pero no fueron aprovechados con imaginación, la reforma fiscal que propuso al Congreso adolecía de limitantes que hicieron inviable su tránsito por el Congreso.
Fox no entendió la división de poderes, por el contrario, menospreciaba al Legislativo y desde su toma de protesta hizo las instituciones a un lado. Lo que negociaban él o su equipo en México, se caía en una declaración en alguno de sus viajes. En síntesis fue un gobierno incierto, magro en cuanto a logros y generoso en cuanto a los pasivos que heredó a su sucesor.
El caso del Presidente Calderón complementa de manera cabal la década panista. Su discurso de evaluación de los gobiernos panistas no pudo ser más desafortunado. En efecto la andanada de epítetos frente al pasado y en concreto en contra del PRI (al que nunca mencionó por su nombre) fue una clara muestra de que su sexenio ya terminó. Criticó con fiereza a un partido que aprobó apenas hace quince días su proyecto de presupuesto prácticamente sin cambios, y es el mismo que necesita para sacar las reformas pendientes, pues apostar por el PRD es al menos arriesgado.
El listado de logros palidece ante la realidad cotidiana. Dijo que este sería el sexenio de la salud, pero los hospitales que se construyen no tienen las plazas de médicos y enfermeras para que puedan operar, el Seguro Popular no es suficiente para atender el rezago y lo que ha provocado (lo demuestra y explica Santiago Levy con meridiana claridad) es el debilitamiento de otras instituciones como el IMSS al fomentar la informalidad. Además, el caso de la influenza en el 2009 no ha sido suficientemente explicado. Si la esperanza de vida en el país se ha elevado lo ha hecho fundamentalmente por el avance singular que en materia de salud se dio en el país a partir de la década de los treinta del siglo pasado.
El debate del crecimiento económico en tiempos del PRI y en tiempos del PAN, me parece ocioso, lo que a mi juicio es relevante es la expectativa creada por el PAN en ese tema y en el que corresponde al empleo. Fox prometió en campaña que la economía crecería al 7 por ciento anual, el saldo en ese rubro durante su gobierno fue muy lejano a esa meta. No se cansó de buscar culpables, los halló en el Congreso y en el PRI, pues no caminaron las “reformas estructurales” que no eran otra cosa que vender PEMEX y CFE. Como ya dije la reforma fiscal era limitada y además meramente recaudatoria. No se dieron pasos firmes para fortalecer y hacer más oportuna y estricta la rendición de cuentas. Se empezó por el final y no se llegó al principio, así se resume la reforma fiscal de Fox.
Felipe Calderón se propuso ser el Presidente del empleo pero la crisis mundial de 2009, y la miopía para enfrentarla mantienen los niveles de desempleo en niveles preocupantes, por más que mes a mes festinen la creación de más puestos de trabajo. El promedio de crecimiento de empleos en la década panista, y en los primeros cuatro años de Calderón están muy lejos de lo que demanda una sociedad joven que precisa de más empleos, pero sobre todo bien remunerados.
El tema de la seguridad no es menor. Lo escrito por Anabel Hernández debe preocupar y mucho a la sociedad mexicana. Treinta y dos mil muertos es el saldo en cuatro años. Hace un tiempo llegó a mis manos una comparación entre los muertos en tiempos del PRI asociados al tema político o a la guerra sucia, y lo que va de los gobiernos panistas, la diferencia es abismal: estos años sólo se comparan con los tiempos de la Revolución o de la guerra cristera. Ese es el parámetro.
Son diez años y faltan dos. El Presidente dio el arranque del 2012, en esa medida su influencia se perderá aún más. Esperemos que en estos dos años las cosas no empeoren. Eso ya sería ganancia. México y su gran pueblo no se merecen tiempos tan mediocres.
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