El mundo vive una crisis económica severa la cual lleva ya casi cinco años. Europa tiene problemas para encontrar caminos y en Estados Unidos la recuperación es muy lenta. Sin embargo, algunos datos que permitan atisbar una mejoría en ese país opera a favor o en contra de los candidatos en disputa. La economía determinó la llegada de Rajoy en España y la victoria de Hollande en Francia, en buena medida en julio pasado los electores en México también censuraron el desempeño que ante la crisis tuvo el gobierno que está por concluir.
Leía en El País que en España varios jueces han dictado sentencias a favor de los deudores, y asimilan el comportamiento de los bancos a la usura. Millones pierden sus casas pero al menos, en la parte jurídica encuentran nuevas respuestas, la experiencia en Estados Unidos no es la misma y casi 10 millones de personas han perdido su vivienda.
En el caso de nuestro vecino del norte la crisis le fue heredada por el gobierno de Bush y eso ha obrado a favor del Presidente Obama, pero aún así la elección parece estar en el lomo de un venado. Sin embargo, las cifras de empleo mantienen en la pelea al Presidente. En ese país se ha planteado de hecho un plebiscito sobre el papel del Estado en la recuperación de una economía que no conocía un estancamiento así desde los años treinta del siglo pasado.
México no puede estar ajeno a esa realidad. Tres cuartas parte de nuestra economía están vinculadas al comercio exterior por lo que la vulnerabilidad es evidente. Por ello, el próximo gobierno habrá de partir de una realidad compleja, en donde no se prevé un crecimiento dinámico y sostenido en Estados Unidos, pero tampoco en Europa. De hecho el Fondo Monetario Internacional ha señalado que la salida de la crisis se dará al término de esta década, lo que hará esta etapa de estancamiento una de las más largas en la historia del capitalismo. A diferencia de otras crisis, los culpables están más a la vista que nunca como bien señala el Reporte de Stiglitz.
Si Europa y Estados Unidos muestran claras limitaciones para empujar el crecimiento de nuestro país, quedan las economías dinámicas de estos años: China, Rusia, India, Indonesia y Brasil, pero enfrentarán también las limitaciones de los mercados europeo y estadounidense. La opción más clara de política económica para el nuevo gobierno es apostar en serio por una nueva política industrial, por reconstruir el mercado interno y optimizar las cadenas de valor a fin de que los empleos, los impuestos y las utilidades de las grandes inversiones se queden en México. El fortalecimiento eficaz del mercado interno en el corto plazo y la educación en el mediano y largo son las opciones para enfrentar un periodo que no será fácil, la gobernabilidad económica de México será sin duda una de las prioridades del nuevo gobierno, tiene un punto de partida sólido en los principales indicadores macroeconómicos, pero un saldo negativo en la descomposición social, buscar que ese desequilibrio aminore es el reto.
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