Economía y Política
Luis Antonio Godina Herrera
17/10/2011
El debate presupuestal 2012
Esta semana el Congreso mexicano entra en la etapa final de una de sus atribuciones fundamentales: la aprobación de la Ley de Ingresos y del Presupuesto de Egresos de la Federación para el año entrante. Las fechas de ley están ya de manos a boca, en virtud de que el 20 de octubre la Cámara de Diputados debe aprobar la Ley de Ingresos, mientras que el Senado hará lo propio a más tardar el 31 de octubre; el presupuesto del gobierno federal solamente lo aprueba la Cámara Baja y lo tiene que hacer el 15 de noviembre como fecha tope.
El gobierno federal entregó su proyecto al Congreso el pasado 8 de septiembre, dicho proyecto fue elaborado por el secretario de Hacienda que lo presentó, pero que renunció al día siguiente, por lo que un nuevo titular encabeza desde esa fecha las negociaciones. Al mismo tiempo el mundo no experimentaba la nueva turbulencia que enfrenta diversos países. Un dato nos da una idea de la complejidad del panorama económico actual: el presidente estimó en el documento de Criterios Generales de Política Económica que el dólar se ubicaría en promedio a lo largo de 2012 en 12.20 pesos por dólar, pero en las últimas semanas la divisa ha llegado incluso a rebasar los 14.00 pesos por dólar. El paquete económico del presidente se tiene que ajustar a una realidad dramáticamente distinta.
En la crisis de 2009 se nos dijo que México hacia frente a un “catarrito” y ese “mal menor” nos dejó más de 3 millones de pobres, por tanto, el Congreso y el propio Ejecutivo tienen que diseñar políticas y programas que eviten que se repita ese fenómeno. Considero que sí lo pueden lograr. Ahora que está en boga el gobierno de coalición, un repaso de la historia no nos caería mal. En nuestro país a partir de los gobiernos divididos en 1997, la ley de ingresos y el presupuesto de egresos han sido aprobados en promedio por casi el 80 por ciento de los legisladores presentes, en los tiempos del partido casi único ese indicador apenas rebasaba el 50 por ciento. Es decir, en México el Congreso puede regatear la aprobación de muchas cosas, pero no juega con las finanzas públicas.
Seguramente en la parte de ingresos se tendrán que revisar supuestos y la SHCP habrá de reducir los “colchones” que siempre incluye en ingresos y egresos, a fin de procurar que las finanzas nacionales tengan un perfil contracíclico. Mantenerse en la liturgia neoliberal de los últimos tres decenios no es el camino. Las voces que provienen de las más diversas partes del mundo, indican un claro ya basta a los abusos de los centros financieros que ha empobrecido incluso a los países más industrializados, como es el caso de Estados Unidos e Inglaterra.
El gasto público debe tener un claro sesgo hacia la inversión y a contener el crecimiento del gasto corriente, al mismo tiempo los legisladores deberán prever la forma de evitar que el presupuesto en los tres órdenes de gobierno no se emplee para manipular las elecciones federales y locales que se llevarán a cabo en 2012. No es una tarea menor. Quienes critican con todo al Congreso, bien harían en asomarse a San Lázaro o a Paseo de la Reforma y ser testigos de las negociaciones duras, intensas y sin horario que se dan en estas semanas. Tiene que ser así, pues lo que está en juego es la cuarta parte de la economía del país y las reglas para que funcione el resto.
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