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Puebla en Perspectiva
Mario Riestra Piña
03/11/2009
¿Dónde está la ciudadanía participativa en Puebla?
Durante las últimas décadas se han suscitado, a nivel nacional, importantes cambios que han otorgado mayor capacidad de influencia y decisión a la ciudadanía dentro de los asuntos públicos. A raíz de ciertos fenómenos internos y externos, cuya influencia se hizo manifiesta por medio de la globalización y la apertura comercial, diversos paradigmas sociales en nuestro país se han modificado lentamente.
Particularmente, el movimiento estudiantil del 68, la nacionalización de la Banca en la postrimería del sexenio de López Portillo, el terremoto de 1985 y la transición a la democracia, revitalizaron la participación en los asuntos públicos de actores de la mayor importancia, tales como los movimientos juveniles, la iniciativa privada, la sociedad civil organizada y los medios de comunicación. El énfasis en estos actores no es gratuito y resalta de forma impresionante con la realidad actual en Puebla.
No obstante lo anterior, a nivel estatal la sociedad tiene aún arraigada de manera notable una cultura que concibe al gobierno de forma paternalista. Bajo esta óptica, el estado no sólo es el principal motor de la economía sino domina además diversas esferas de la sociedad y, por ende, resulta ser el principal factor de cambio político, económico y social. El esfuerzo individual es desplazado por los vínculos personales con el poder, mismos que sirven de atajo para la superación económica y profesional, al tiempo que la solución a toda problemática radica exclusivamente en las acciones gubernamentales.
En muchos estados como el nuestro, lamentablemente, el proceso de inclusión y empoderamiento de la ciudadanía no han sido tan rápido e incluso ha experimentado una involución. Los mecanismos de participación social se abrieron a nivel nacional una vez que el presidencialismo se debilitó, como consecuencia de la alternancia y la división de poderes. A nivel estatal, empero, los gobernadores absorbieron el otrora poder presidencial y acrecentaron considerablemente su esfera de influencia.
Algunos ejecutivos estatales controlan hoy en día la inmensa mayoría de los asuntos de interés en sus entidades federativas y los tentáculos de su poder alcanzan prácticamente a todos los actores de relevancia. Los gobernadores ejercen pues, a cabalidad, un paternalismo que termina por inmovilizar a la ciudadanía.
La iniciativa privada ha cedido ante las tentaciones y presiones del poder y, hoy en día, la competitividad estatal sufre las consecuencias. Muchas empresas poblanas prefieren la comodidad de los contratos y concesiones gubernamentales y, por ende, han perdido parcialmente su calidad de emprendedores. La lógica detrás parecería ser la siguiente: ¿Para qué correr el riesgo de buscar nuevos mercados cuando el gobierno estatal me ha asegurado una parte del pastel a nivel local? El beneficio económico de tales vínculos viene acompañado, sin embargo, de la pérdida de autonomía y de la imposibilidad de ejercer cualquier tipo de pensamiento crítico.
Los brazos del poder también se hacen presentes en los medios de comunicación. El papel de la prensa durante la transición a la democracia a nivel nacional ha sido fundamental. El también denominado Cuarto Poder está llamado a, además de informar, ejercer una tarea de vigilancia y fiscalización del estado. Sin embargo, la dependencia del subsidio y la propaganda gubernamental favorece el estatus quo y, nuevamente, resulta desfavorable para la libertad de expresión.
La sociedad civil organizada, y especialmente los jóvenes, deben involucrarse más activamente en los quehaceres públicos. Diversos movimientos sociales a nivel nacional están cada vez más inmersos en el diseño y evaluación de las políticas públicas y dotan al estado de una visión de largo plazo que comúnmente es olvidada por los tomadores de decisión debido a criterios político – electorales. Estos ejemplos podrían servir de testimonio para la consolidación de movimientos locales en Puebla. Los recientes movimientos del Voto Nulo (estemos o no de acuerdo con él) e Internet Necesario son ejemplos exitosos en la utilización de nuevos canales de organización y comunicación entre sus adeptos.
Toda generalización es incorrecta por lo que de antemano reconozco que existen casos excepcionales en los que empresarios, medios de comunicación y asociaciones civiles han logrado mantener su autonomía y realizan una labor de gran valía para la sociedad poblana. Sin embargo, los cambios requeridos en Puebla, a fin de consolidar una sociedad democrática, demandan una participación más activa de la sociedad en general y, sobre todo, resulta necesario anteponer las necesidades de la generalidad por encima de los intereses personales o de grupo. La cultura del gobierno paternalista, misma que se expresa mediante vínculos de dependencia y complicidad entre la ciudadanía y el estado, debe ser completamente abandonada. Sólo de esta forma la sociedad romperá con la lógica electoral gubernamental y se convertirá en un motor real del desarrollo local.
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