Pulso Político


Gabriel Sánchez Andraca

15/12/2010

 

Año político sin precedentes


Faltan escasos quince días, para que termine este año de 2010, que fue para Puebla, un año político sin precedente en su historia reciente.


Por primera vez, el Partido Revolucionario Institucional, que durante 80 años gobernó a la entidad, perdió una elección de gobernador. No fue precisamente con su tradicional adversario, el Partido Acción Nacional, sino con una coalición de partidos que incluía tanto al partido representante de la derecha como al de la izquierda, con un candidato de extracción priísta.


Alguien dijo que, cuando el PRI se divide, el PRI pierde y el Partido Revolucionario Institucional, entró dividido en esta contienda electoral, es decir, la lucha se estableció entre dos grupos de priístas y ganó el que se rebeló, porque no le gustó el candidato designado por la cúpula partidista y se fue a una coalición de partidos que lanzó a otro priísta rebelde, que tenía antecedentes como alto funcionario público, en el gobierno estatal anterior al actual y que además había competido y ganado elecciones para diputado federal, diputado local (dentro del PRI) y senador de la república, como abanderado del PAN.


Rafael Moreno Valle Rosas, pues, ganó postulado por PAN, PRD, PANAL y Convergencia, pero con votos de priístas, de simpatizantes priístas y de una ciudadanía sin filiación política que creyó en su proyecto.


Se puede decir que Moreno Valle Rosas, fue un candidato ciudadano, identificado con priístas y ciudadanos sin partido básicamente, pero con apoyo de panistas, perredistas, panalistas y convergentes.


De todos modos, ha sido un cambio político interesante, que nadie hubiera imaginado, mejor dicho, que nadie imaginó ocurriría en una entidad con tradición priísta de muchas décadas.

 

Los errores del Revolucionario Institucional


Fueron varios los errores cometidos por el Partido Revolucionario Institucional, en el proceso electoral de julio pasado y el principal, fue la mala designación de sus candidatos.


Tal parece que eso, la designación de candidatos, es el talón de Aquiles, del partido tricolor, desde que entramos en la famosa “democracia electoral”.


Se imponen candidatos contra la voluntad de las bases, por  consideraciones de amistad o complicidad y no de capacidad o trabajo político y social. El caso más evidente fueron los candidatos a diputados por los seis distritos de la capital del estado: todos perdieron y con ellos, los candidatos a la presidencia municipal y a la gubernatura.


Se perdieron importantes municipios porque el Revolucionario Institucional, no tuvo en consideración la opinión de sus militantes, sino la de pequeños grupos de interés y esos malos candidatos, se pasaron a traer a los demás.


Los priístas deben entender, que si algo ha cambiado en este país, es que ellos, los priístas, ya no pueden seguir tomando decisiones sin un trabajo previo de convencimiento de sus bases.


Cuando nació el ahora partido Revolucionario Institucional, el porcentaje de analfabetismo en nuestro país, era elevadísimo. Aun cuando, en los últimos tiempos,  hemos retrocedido en educación y está repuntando el número de analfabetos, son millones de mexicanos los que tienen primaria y secundaria, por lo tanto, el PRI ya no puede seguir tratando a sus militantes y simpatizantes, como los trataba antes, como si hubieran nacido solo para callar y obedecer, como en los tiempos de la Colonia Española.


Los militantes de un partido político no solo deben estar alfabetizados, sino sobre todo, politizados. Militar en cualquier partido constituye una responsabilidad, tanto del partido, que debe respetar a sus militantes y tener en consideración sus opiniones y sugerencias, como del militante que debe tener lealtad a los principios que sustenta su partido y trabajar por él con disciplina y espíritu solidario.


Si en ningún partido mexicano existe eso, es porque los partidos políticos de este país se han desvirtuado, se han convertido en clubes de oportunistas o en agencias de colocaciones para empleos en el servicio público.


Se habla mucho de la necesidad de mejorar nuestro sistema democrático y siempre se piensa que para ello se requieren mayores recursos económicos. El IFE, es la institución electoral más cara del mundo y tal vez la menos eficiente.


Nadie piensa que, como lo dijo el fundador del PAN, don Manuel Gómez Morín, uno de los intelectuales mexicanos, más brillantes del siglo XX, junto con el izquierdista Vicente Lombardo Toledano, compañero suyo en la UNAM , los partidos deben ser escuelas de política.


Ninguno lo es. Lo fue el PRI en un tiempo, pero ya dejó de serlo.

 

La debacle de los partidos y de la vida política de la nación, empezó con el neoliberalismo que trajeron, los niños de Harvard, los niños de las computadoras, como diría el ex gobernador Manuel Bartlett. Se hace necesario reconsiderar el rumbo o de lo contrario, continuaremos como país, avanzando hacia el despeñadero.

 



 
 

 

 
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