Pulso Político


Gabriel Sánchez Andraca

27/08/2012

 

Lo que mal empieza, mal acaba

 

El gobierno del presidente Felipe Calderón empezó mal, con una protesta masiva de cientos de miles de personas concentradas en las principales avenidas del Distrito Federal y en el zócalo; con un acto de protesta en los primeros minutos del 1 de diciembre en Los Pinos, ante el presidente saliente Vicente Fox y jefes militares, y luego con la entrega de la banda presidencial frente a un Congreso de la Unión en completo desorden. Algo inédito en la historia reciente de este país.


Entonces no existía la posibilidad de que si las condiciones lo ameritaban, el presidente pudiera asumir el cargo en ceremonia privada ante la Suprema Corte de Justicia o ante una autoridad que la misma ley establece.


Mal empezó el presidente Calderón y mal acaba, con un incremento de la violencia, con una crítica internacional demoledora por su fracasada guerra contra la delincuencia organizada, dando a conocer un número de asesinatos durante el sexenio que superan con mucho los informes oficiales y, por si fuera poco, con una agresión a un transporte diplomático de la embajada de los Estados Unidos en el vecino estado de Morelos, por reales o supuestos policías federales, que traerá consigo, como es lógico, protestas del Departamento de Estado del vecino país y la exigencia de que se aclare el asunto lo antes posible, cosa que se hará, pues hay dos lesionados gringos y el horno no está para bollos.


Por otro lado, la economía está en picada, no sólo por la crisis internacional, que sin duda influye, sino por las malas políticas económicas seguidas por el actual y los anteriores gobiernos mexicanos, desde la implantación del modelo neoliberal. Además, la violencia prevaleciente en gran parte del país ahuyentó al turismo, uno de los pilares de la economía nacional y a la inversión extranjera e incluso nacional.


En un diario de la ciudad de México, se informó que en este sexenio se sacaron del país 145 mil millones de dólares y que empresarios mexicanos invirtieron en el extranjero 56 mil 278 millones de dólares.


Esa cantidad duplica el saldo actual de la deuda externa del gobierno y representa el 266 por ciento de la cantidad transferida de México al extranjero durante el gobierno de Vicente Fox, que también fue malo.


Lo que los mexicanos estamos padeciendo ahora: el desempleo galopante, el aumento cada día mayor de la economía informal, la falta de producción agropecuaria para satisfacer nuestras necesidades alimentarias, la carestía de alimentos, la necesidad de importar el 75 por ciento de los granos básicos. Todo eso y más es consecuencia del mal manejo de la economía nacional, con un modelo de desarrollo, el neoliberalismo, cuyo fracaso ya comprobó el mundo entero.


La implantación de ese modelo neoliberal no fue culpa de los dos gobiernos panistas. Su implantación en nuestro país arranca con los gobiernos tecnocráticos priistas, teniendo a Carlos Salinas de Gortari como su principal promotor.


La responsabilidad de los panistas estriba en no haber cambiado el modelito ese, en no haber tenido la más mínima intención de hacerlo, pues ellos estaban de acuerdo con el neoliberalismo desde los tiempos del mismo Salinas. Diego Fernández de Cevallos, que llegó a ser el más cercano político a Salinas de Gortari, siendo panista, lo dijo una vez, al quejarse de que el gobierno salinista le había “robado” el modelo de política económica al PAN.


El PRI fue derrotado en el 2000 porque los mismos priistas se rebelaron contra la política económica del salinismo en dos asambleas nacionales y porque Vicente Fox, el candidato panista, ofrecía —cosa que no cumplió y ni siquiera intentó cumplir— cambiar el modelo económico de México.


El derrumbe es total: somos el país latinoamericano con menor desarrollo de los últimos años, el número de pobres ha crecido en porcentaje, más que en cualquier otro país de la región. México y Honduras fueron los únicos países de Latinoamérica en los que no se logró reducir la pobreza alimentaria. En fin, hemos sido los coleros casi en todo.

 

La responsabilidad de los priistas


Ya no cabe duda que el próximo Presidente de la República será el priista Enrique Peña Nieto, que el mayor número de diputados y de senadores los ganó el PRI, y que si en el Congreso de la Unión logra mantener su alianza con el PVEM y el Panal, podrá sacar adelante las reformas estructurales necesarias para poder salir, no del bache, sino del enorme barranco en el que hemos caído.


Aunque los priistas, como los políticos de todos los partidos, no son confiables, han dejado de serlo por la pésima conducta que en muchos de ellos se ha observado, principalmente en el terreno de la corrupción, son en este momento la única esperanza.


Tienen varias ventajas: son los más experimentados en el manejo de la administración pública en nuestro país, tienen más oficio político y, además, han demostrado tener una mayor sensibilidad social.


Los viejos políticos priistas, los más experimentados, fueron sacados del sector público por el salinismo y fueron sustituidos por jóvenes inexpertos, aunque por lo general cargados de títulos académicos, que sin duda dan prestigio a una persona y la capacitan para la cátedra, es decir, para dar clases en alguna prestigiada universidad nacional. Pero la práctica del servicio público, el contacto con la gente, el conocimiento de la realidad nacional, resultan insustituibles para quienes aspiran a un cargo importante dentro del gobierno. De ahí el fracaso de la tecnocracia nacional. Han sido personas capaces, fuera de la realidad.


Contemplando el panorama de la política nacional, no es de extrañar que México esté en una situación de desastre. No ha habido capacidad, imaginación y patriotismo en nuestros hombres públicos.


El panismo, que como oposición criticó tanto a los priistas por la corrupción imperante, no sólo cayó en lo mismo, sino que logró superarla.


Lo bueno es que todavía se percibe en amplios sectores de la población, una esperanza, disminuida, pero esperanza al fin, de que lograremos salir adelante.

 

Notas breves: Muy concurrida estuvo ayer la exposición in situ de Sary Hadad, hija de Julián Hadad, sobre el desarrollo y la caída de la industria textil en Puebla. “Provengo de una familia que se ha dedicado siempre a la industria textil. Me ha tocado presenciar el esplendor y el anochecer de la misma. Los míos no conocen otra cosa que no sea las máquinas, el algodón, los hilos de múltiples colores y al final metros y metros de tela. Me tocó crecer entre cardadores, tejedoras, olor a aceite. Todo eso, para mí, representaba la vida misma, el ciclo económico, la bonanza. De ahí que gran parte de mis intereses artísticos surgen de esta experiencia vital”, dice la artista, que el año pasado obtuvo en Florencia, Italia, el primer lugar internacional en instalación por Los lugares de la memoria, de la Bienal de Firenze 2011. La asistencia al acto, realizado en lo que fue la fábrica textil de los Hadad, por la calzada Ignacio Zaragoza, fue bastante numerosa. Se dieron cita ahí la senadora electa Blanca Alcalá; el secretario nacional de Finanzas del PRI, Jorge Charbel Chidiac; numerosos empresarios y políticos, y personajes ligados con las organizaciones obreras como René Sánchez Juárez, así como muchos empresarios de origen libanés y personas ligadas a la política, principalmente priistas, y a las actividades artísticas y culturales……La firma del acuerdo para reducir el precio de las licencias para la apertura de un nuevo negocio, que hizo ayer el secretario general de Gobierno, Fernando Manzanilla Prieto, impulsará sin duda la creación de nuevas pequeñas empresas, ya que el precio se redujo de 4 mil 210 pesos, a sólo 750, lo que para un pequeño empresario constituye, sin duda, un gran apoyo……Ante los graves problemas que las familias enfrentan por la repentina elevación en el costo de los alimentos y los gastos que originó el regreso a clases, se ha observado un desplazamiento del interés por la política. La gente está más preocupada por su supervivencia que por los dimes y diretes, por las opiniones, declaraciones y aspiraciones de los políticos. Así se sentirán menos importantes.

 

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