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Pulso Político
Gabriel Sánchez Andraca
Hay que entender bien la Unidad Nacional
El llamado hecho por el Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, a la unidad de todos los mexicanos en el combate a la delincuencia, que se ha desatado poniendo en riesgo la seguridad de los habitantes del país, debe entenderse en esos límites e impedir que los grupos de derecha, incluyendo al partido del señor Presidente, el PAN, quieran convertir esa unidad, en inmovilidad social y en sumisión al gobierno federal.
Este país está confrontando muchos y graves problemas, del que la delincuencia, la inseguridad, es solo uno de ellos.
Está dentro de la agenda del Congreso de la Unión, la discusión de la reforma energética, que un amplio sector de la población rechaza, por considerar que pretende la privatización de un recurso que es y debe ser patrimonio de todos los mexicanos; estamos inmersos en una de las crisis económicas más graves de nuestra historia, porque el gobierno se niega a hacer cambios en la política económica neoliberal, impuesta por los tecnócratas priístas y seguida como si fuera dogma religioso por los dos gobiernos panistas, pese a que los resultados de esa política, han sido desastrosos para la inmensa mayoría del pueblo de México; está siendo cuestionada por amplios sectores del magisterio nacional, la “revolución educativa” que han impuesto la SEP y la dirigente vitalicia del magisterio nacional doña Elba Esther Gordillo y Morales; sigue siendo rechazada por amplios sectores de los trabajadores al servicio del Estado, la nueva Ley del ISSSTE, que les reduce o elimina derechos logrados en años de lucha, en fin, hay problemas graves que tienen que ventilarse y resolverse a la mayor brevedad posible y que con el pretexto de la “unidad nacional” los ciudadanos podrían verse silenciados y la solución a la problemática, aplazada.
Los gobiernos de derecha (y el PAN que gobierna al país, pertenece a esa corriente ideológica) suelen ser autoritarios, partiendo del hecho de que son dueños de la verdad revelada. Pretenden casi siempre, imponer su criterio, equivocado o no, contra viento y marea. El secretario de Gobernación, Mouriño, acaba de declarar que no habrá cambios en la forma en que se está combatiendo al crimen organizado, porque el gobierno considera que va por buen camino, aunque la percepción de la gente en general y de las diferentes fuerzas políticas en particular, opinen lo contrario.
Tampoco habrá cambios en la política económica neoliberal, depredadora, empobrecedora, concentradora de la riqueza en pocas manos, porque el secretario de Hacienda, Carstens, dice que estamos a todo dar y que ahora Estados Unidos tiene pulmonía y nosotros una simple tos.
¿Porqué entonces, habría que preguntarle, en la mixteca poblana se han cerrado varias “casas de cambio” (en las que cientos de personas semanal o quincenalmente hacían la conversión de los dólares que recibían de sus parientes que trabajan al otro lado del río Bravo, para convertirlos en pesos) y para sustituirlas se han abierto varias “casas de empeño”?
Si la macroeconomía anda muy bien y no hay un grave problema, eso le importará a unos cuantos ricos que con la política neoliberal se hacen cada vez más ricos, pero a los millones de pobres o medio pobres o de las clases medias populares, ¿para qué carambas les sirve?
Cuando Carlos Salinas de Gortari era presidente, fue a la CTM y les dijo a los obreros que vivían mejor que nunca. Tres días después, el líder de esa central obrera, Fidel Velásquez, dijo en un discurso que la situación de los obreros era sumamente difícil y en entrevista con la prensa, alguien le preguntó: Don Fidel, en su discurso ¿desmiente usted lo que aquí mismo dijo hace tres días el Presidente? Y la respuesta del viejo líder fue: “Yo no soy nadie para desmentir al señor Presidente, al señor Presidente lo desmienten los hechos”. Eso mismo habría que decir en relación a las declaraciones del señor secretario de Hacienda.
EL SACRILEGIO DE JUÁREZ ACEVEDO
Adolfo Juárez Acevedo, es un joven abogado que para lograr el puesto de presidente de la Comisión de Transparencia de la Información, negó que fuera dirigente de una, prácticamente inexistente, agrupación política. Fue una falta, un pecado que los diputados locales panistas, que son grandes conocedores de las cuestiones religiosas, calificarían de venial, si se tratara de uno de los suyos, pero como en este caso se consideró que el pecador es priísta, se hizo aparecer dicha falta como pecado digno de ser sometido a la consideración de la Santa Inquisición.
Y la Santa Inquisición, hizo honor a su santo nombre: con un escándalo mediático de grandes proporciones, se hizo aparecer la leve falta como uno de los pecados de lesa humanidad y al final, dictó su terrible sentencia: la excomunión.
Esta semana “el problema” llegará a su clímax, Juárez Acevedo será destituido y los diputados panistas quedarán contentos pues habrán demostrado que son “defensores de los intereses de la sociedad”.
Se logra que una falta menor, aparezca como un horrendo crimen y que un joven profesionista que se inicia en el servicio público, quede marcado de por vida para no volver a ocupar un cargo importante, porque siempre pesará sobre él el escándalo que se le ha armado en forma por demás artificial.
La agrupación política de la que negó ser dirigente, no es conocida por nadie, como tampoco se sabe dónde están sus oficinas, qué pretende además de colocar, como todo ese tipo de membretes, a sus militantes en alguna chamba oficial, qué hace. Es, de hecho, una agrupación inexistente que solo ha servido para que quien se ostentaba como su líder, haya sido su primera y tal vez última víctima. Los cristianísimos panistas, honorables todos ellos, como el muy honorable ex presidente Fox, estarán contentos. Una mentira que hubieran pasado sin problemas en uno de los suyos, fue convertida en uno de los crímenes más execrables tratándose de un supuesto adversario político. El fascismo en acción.
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