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Pulso Político
Gabriel Sánchez Andraca
23/06/2009
La diferencia entre el PRI y el PAN
Cuando las campañas electorales para la renovación de 300 diputados de mayoría y 200 de representación proporcional, entra en su recta final, se marcan las diferencias abismales entre un experimentado PRI y un PAN novato, sin oficio, pero con talante soberbio y engreído.
Los priístas saben que lo que más preocupa a la gente es el grave problema económico, el desempleo galopante y todos los demás que se derivan de éstos, y que están provocando una descomposición social muy peligrosa.
Los panistas han enfocado su campaña a la guerra contra el narcotráfico, iniciada por “el valiente” presidente Calderón, por consejos, no de expertos en seguridad, no de especialistas en el combate al crimen organizado, sino por expertos en “imagen y en asuntos electorales”. Su objetivo pues, fue el de subir en las encuestas, para afianzar a su gobierno, muy cuestionado por cientos de miles de partidarios de Andrés Manuel López Obrador, que se sintieron defraudados en las elecciones del 2006.
De ahí que los candidatos panistas a las diputaciones por Puebla, anden, como diría el ilustre primer presidente panista de la historia, don Vicente de Fox y Quesada, con “jaladas”, como esa de hacerse la prueba “antidoping” y no solo eso, sino pedir que se la hagan todos los candidatos…..
Mientras los priístas terminan una serie de foros en los que analizaron los más sentidos problemas que confrontan los ciudadanos de los 16 distritos y formulan una lista de cincuenta compromisos para el “rescate de la economía familiar”, los panistas andan haciéndose antidoping, para demostrar que ellos no son drogadictos.
Bueno, es cierto que la descomposición política y social y no se diga la económica, se ha acelerado con los gobiernos panistas, pero todavía no se llega a tanto, al grado de que la ciudadanía crea que un partido político pueda designar como candidato, a un drogadicto, a menos que sea otro “Pancho Cachondo”, ese diputado panista folklórico y amoral, que durante su periodo anduvo de “locochón” desprestigiando al partido político más moralista de todos los que existen en estas tierras en las que, como diría el señor ingeniero don Eduardo García y Suárez, la virgen María quiso quedarse entre nosotros, para protegernos con su manto.
AYER, EL ULTIMO FORO
Los priístas efectuaron ayer, en Metepec, Atlixco, el último foro de la serie, para analizar los problemas del campo y de la migración hacia los Estados Unidos.
Estuvo la dirigencia estatal, encabezada por Alejandro Armenta, que ya ha visitado varias veces los 16 distritos electorales para promover a sus candidatos. En total ha estado en más de cien municipios, pues quiere ganar la totalidad de las diputaciones.
No será fácil, pero sí una cosa es segura, su partido, el Revolucionario Institucional, tendrá una muy importante recuperación, pues los cálculos más optimistas señalan que puede ganar diez o doce de las dieciséis diputaciones y los cálculos más pesimistas, señalan que serán ocho.
Hay que reconocer que el dirigente estatal del priísmo, está haciendo todo lo posible por recuperar la totalidad de los distritos. Por lo menos él está trabajando para eso, pero claro, depende de muchos factores, como el desempeño que han tenido los presidentes municipales, el trabajo y el carisma de los candidatos, el trabajo de las dirigencias municipales, etc.
Los panistas tienen en contra el desempeño del gobierno federal, que no solo ha provocado una “guerra” mal planeada y sumamente costosa en recursos materiales y humanos, contra el narcotráfico, sin que se aprecien resultados positivos, pues en Chihuahua, donde está el mayor contingente de soldados y policías federales que haya habido en una entidad federativa, después de la Revolución de 1910, siguen las ejecuciones, los secuestros, agravado todo por la permanente molestia a la población civil, originada por los operativos que soldados y policías realizan y en los que el ciudadano común también se ve implicado quiera o no quiera, sino que tampoco ha tenido el tino para aminorar los estragos de la crisis económica, que está bien, vino de fuera, como dicen los panistas, pero que nos está afectando en forma mucho más grave a los mexicanos que a los demás latinoamericanos, por los malos cálculos de nuestras autoridades, que no supieron prever la catástrofe y ahora todos sufrimos las consecuencias.
ANULAR EL VOTO ¿PARA QUÉ?
Nuestros intelectuales que promueven la anulación del voto en las elecciones del 5 de julio próximo, deberían preguntarse sinceramente, en qué ayuda eso a la incipiente democracia mexicana.
Países avanzados como Francia y algunos otros de Europa, tienen establecido en su legislación el conteo del voto anulado para ubicarlo en el significado político que tiene o pudiera tener.
En nuestro país no. Los votos anulados no cuentan para nada, simplemente se pone en el acta la votación que obtuvo el candidato de cada partido y al final se dice: votos nulos, tantos. Y ahí acabó la historia.
¿Tiene caso realmente ir a la casilla para anular el voto?
Esa actitud no es nueva. A lo largo de la historia de los procesos electorales aparecían votos anulados poniendo el nombre de “Cantinflas”, de María Félix o de cualquier otra estrella del cine o la televisión. ¿Qué se ganó con eso?
A los políticos mexicanos nunca les han preocupado los votos nulos. Sí les preocupa el abstencionismo, porque los hace ver mal, no solo ante los electores, sino ante los mismos políticos que critican su poco trabajo o el bajo perfil que tienen entre los electores. Los votos nulos no les hacen mella, el abstencionismo les baja bonos.
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