Su falta de oficio político, su carencia de sensibilidad social, su incapacidad para formular un plan de trabajo, un proyecto de gobierno bien hecho, para ofrecerlo a los electores a fin de convencerlos de que son la mejor opción, obliga a los panistas a agredir a sus adversarios. Ellos no implementan campañas políticas, sino guerras sucias en las que los rumores, los chimes, las acusaciones sin pruebas, los insultos, son la base de su lucha por el poder.
Hemos comentado aquí, que los panistas de los años cuarenta y cincuenta, eran respetables y respetados. Los neopanistas de la actualidad, fuertemente influenciados por la ultraderecha yunquista, no saben nada de eso. Las palabras «fuertes», como dice el dirigente municipal del PAN en Puebla, refiriéndose a su dirigente nacional, son propias de esa corriente ideológica, que a falta de argumentos, a falta de ideas razonables para proponer soluciones a los problemas locales y nacionales, recurren al lenguaje «fuerte» para descalificar a sus adversarios y para no admitir ninguna réplica.
Ese lenguaje «fuerte» de los panistas de ahora, ha sido un factor importante de la descomposición política que sufre el país; ha sido el causante de la degradación de los políticos, que ya no tienen porqué esforzarse para pensar, pudiendo recurrir al sencillo expediente del insulto y de la descalificación. Así actuaron los nazis de Hitler, los fascistas de Mussolini, los falangistas de Franco.
LA CIUDADANIA YA ESTA HARTA
El comportamiento panista ha obligado a políticos de otros partidos a entrarle al tú por tú, lo que ha convertido a la política en una actividad degradada y degradante.
Todos han caído en la trampa y si a eso se agrega el protagonismo de que muchos políticos de todos los partidos, hacen gala, tendrá un panorama desolador.
Tampoco se trata de que los priístas, por ejemplo, que son el objetivo de la guerra sucia del PAN, se queden callados ante la andanada de ataques de sus contrincantes, pues el papel de mártires no les queda. Deben responder, pero esa respuesta debe ser con altura para que hagan ver a sus adversarios de la derecha, en su real tamaño político y moral.
Los nuevos priístas, al igual que los neopanistas, tampoco tienen entrenamiento político y tal vez por eso no saben como responder los ataques de sus adversarios. Parece que han olvidado el triste papel que han hecho en Puebla los dos únicos ayuntamientos del PAN que ha tenido la ciudad; parece que desconocen el terrible panorama político, económico y social, en que ha dejado al país el primer gobierno de la república surgido de Acción Nacional; parece que ignoran los graves problemas nacionales que no puede afrontar el actual gobierno federal.
Muchos candidatos priístas, a veces dan la impresión de desconocer el papel importante que su partido, el Revolucionario Institucional, jugó en el siglo XX, para la modernización del país. Parece que ignoran que la reforma agraria, que la Ley Federal del Trabajo, que el Seguro Social, que el Infonavit, que la educación popular laica y gratuita hasta la universidad, que el surgimiento de una amplia y fuerte (ahora debilitada) clase media, se debe a los gobiernos revolucionarios surgidos de su partido. Ese partido, que también llevó a los tecnócratas al poder (eso deben reconocerlo) que iniciaron el desmantelamiento de las instituciones revolucionarias de fuerte raigambre popular, para iniciar la derechización que continúan los gobiernos panistas.
Hay candidatos del PRI, que no se atreven siquiera a poner el escudo de su partido o del partido que los postula, en su propaganda, creyendo falsamente que el PRI es una marca desprestigiada, a la que le hacen el favor de representar pero sin decirlo, como si ellos fueran realmente figuras populares que le llevan votos al partido y no la revés.
El único que parece tener la camiseta del PRI bien puesta, en estos momentos, es su dirigente estatal Valentín Meneses, pero en una campaña política, no puede ser un solo hombre el que esté dando la cara en defensa de su partido y de los gobiernos, estatal y municipales, surgidos del mismo. Todos deben formar un frente para defender a su organización política, los logros alcanzados por ella a través de décadas que ha estado en el poder y a los gobiernos en ejercicio, que estén realizando un buen trabajo.
LA LLEGADA DE PALOMA GUILLEN
La nueva delegada nacional del PRI, Paloma Guillén, es una mujer forjada en el trabajo político y administrativo dentro de su partido y en el gobierno de Tamaulipas.
Conoce bien Puebla, pues vivió aquí varios años al lado de su esposo, ya fallecido, José María Morfín Patraca, que tuvo la representación del partido tricolor ante el Instituto Estatal Electoral durante el gobierno de don Manuel Bartlett.
Además de capaz, es una mujer con gran capacidad de trabajo, con conocimiento del medio y experiencia en lídes electorales.