Mundo Rural


Hipólito Contreras

24/07/2009

Envejecimiento del campo

Un fenómeno claro, evidente, permanente, constante, que ocurre  en este modelo de economía de mercado, es el envejecimiento de los actores rurales, sobre todo de los productores del campo.


Esta situación aparentemente no tiene la mayor importancia, dirán los defensores del modelo, pues en el mercado existen suficientes alimentos para atender la demanda de la población,  sin embargo, todos sabemos que  el estado y el país son dependientes, buena parte de alimentos  vienen del exterior.


Sólo hay que ver los volúmenes de importaciones de leche, de granos, carne, y demás productos para darnos cuenta de la situación real.


A pesar del crecimiento demográfico el país tiene la capacidad y la tierras suficientes para producir los alimentos que se requieren, el problema es que por la política que se aplica el campo y todo el sector rural se está despoblando, los productores están envejeciendo.


La Mixteca poblana es un claro ejemplo de esta realidad, el fenómeno migratorio ha expulsado de sus comunidades a cientos de miles de hombres y mujeres jóvenes, la mejor mano de obra se ha ido.


Como consecuencia de esta realidad la población escolar ha bajado, incluso, se han cerrado escuelas por falta de alumnos, los informes del INEGI muestran cómo en cada censo  la población disminuye.


En este modelo  político y económico que se aplica la población de las zonas rurales tiende a abandonar sus comunidades, una parte se concentra en los centros urbanos más grandes, principalmente las capitales de los estados, la otra parte se va del país, todo ellos se dirigen al norte, al país vecino, la potencia económica siempre ha sido un atractivo para millones de mexicanos, tanto así que del otro lado suman ya más de veinte millones los que se han ido.


Lo que se está generando con este modelo es el crecimiento muy rápido de las capitales de los estados y por lo menos tres de las ciudades más importante de cada entidad.


Puebla capital por ejemplo, cada año crece en todas direcciones, hoy se ha unido ya a municipios vecinos, pero su crecimiento sigue, la mayor parte de su nueva población viene del campo, cientos de familias que cada año llegan para ocupar más espacios.


San Andrés y San Pedro Cholula, Atlixco, Tepeaca, San Martín, Tehuacán, son otros centros  urbanos que crecen cada año, la población rural se concentra en ellas.


Vamos a un futuro con enormes centros urbanos y con una población rural en declive, vamos a un futuro con una elevada demanda de alimentos y una baja producción porque las políticas no  la favorecen.


En esa política económica de libre mercado al servicio del campo están los programas federales y estatales, está un presupuesto global de miles de millones de pesos, cada estado tiene su propio presupuesto para aplicarlo a su sector.


Cada programa tiene sus normas o reglamentos para aplicarlos, los productores tienen que sujetarse a las mismas para tener acceso a los beneficios, como los trámites por lo general son prolongados y los requisitos complicados, los beneficios no llegan. Como no existe la simplificación de trámites, sino por el contrario, los mismos se complican, los apoyos no llegan, los problemas no se resuelven, los proyectos no se aprueban, ni tampoco los recursos se liberan.


Nuestra gente del campo no tiene por qué dar tantas vueltas para que le resuelvan sus demandas, llega el momento en que deciden ya no volver y operar con sus propios recursos.


Si por un lado las políticas  al campo aparte de inadecuadas son de aplicación lenta  el resultado es la realidad del sector, los bajos niveles de producción, los bajos rendimientos por hectárea y el desánimo constante de los productores.


Los actores del campo empezaron a envejecer desde que el modelo económico se hizo más presente, desde que  los monopolios y grandes empresarios pasaron a tomar el control del mercado, desde que las políticas del gobierno se diseñaron para favorecer a los grupos poderosos.


Bueno, sólo basta ver, quiénes tienen los  equipos, la maquinaria, los tractores, las sembradoras, cosechadoras, etc, ¿las tienes los campesinos de hasta dos hectáreas o menos? ¿las tienen los ejidatarios y pequeños propietarios de hasta cinco o diez hectáreas? habría que ver quiénes tienen esos equipos que el gobierno dice entregar en los programas.


La realidad es que  los envejecidos actores del campo no tienen en sus manos esos equipos, ni siquiera los vemos en cooperativas, sociedades, y otras formas de organización, porque por esa mentalidad individualista y dada la lentitud de los programas, las formas organizativas de la producción no se apoyan ni se estimulan.


Pero ¿por qué hablo  de la envejecida población rural, más bien, la productiva? porque los jóvenes ya no están ahí, o al menos se están retirando en forma constante, no les interesa el sector, no les es rentable por muchos factores, pero sobre todo por los altos costos de producción y el control del mercado por los grupos fuertes, a lo que se suma la cada vez mayor presencia de productos que vienen del exterior y que llenan los mercados.


¿Dónde el dinamismo del sector  rural  con una población en declive, con la fuga permanente de mano de obra joven, con actores productivos de la tercera edad?


La producción la hacen los jóvenes  en todos los renglones, en todas las áreas, ellos son los que mueven todo, ellos son los que debe saber, son ellos los de las ideas, las innovaciones, los técnicos, los agrónomos, son ellos, nadie más.


No es que los adultos mayores no puedan ya producir, lo hacen pero ya no en los niveles que se requieren, ellos son excelentes asesores, tienen una basta experiencia, saben, conocen, se necesitan, los que deben producir son los jóvenes pero dotados de los equipos necesarios y de las políticas adecuadas.

 



 
 

 

 
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