SEROTONINA PURA


Javier Palou


“EL PERIODISMO Y LOS PROCESOS POLÍTICOS EN MÉXICO”

reflexiones sobre los medios de comunicación y su impacto en la vida pública.
Javier Palou García.


“ No hay arte más difícil que el arte de escribir sin arte”
Javier Cercas


Desde los inicios de la prensa escrita en México a principios del siglo XIX, el ejercicio periodístico ha mantenido un diálogo permanente con el poder, un diálogo que no sólo ha dejado de lado a la sociedad si no que se ha olvidado por completo de ella, como también se ha olvidado en todos los medios de comunicación ya sean escritos o electrónicos de su papel fundamental dentro de la construcción de una sociedad más justa, informada y equitativa.


Los medios de comunicación y el periodismo deberían de ser un espejo plano que refleje la realidad, la sociedad, la política, los acontecimientos, lo bueno y lo malo, sin embargo vemos como hoy ese espejo plano se ha convertido en  espejos cóncavos o convexos donde se hace más grande o más chiquita la realidad según convenga a los intereses de los dueños. Son hoy, la expresión deformada de una realidad, todo fragmentado, distorsionado, y lo más peligroso todo intencionado de lo que acontece para provocar reacciones para legitimar o deslegitimar.


Es un hecho que desde un principio las relaciones entre el poder y la prensa han sido tortuosas, perversas, y que el periodismo resultante se ha caracterizado por una ausencia de espíritu crítico, por un pobre análisis de fondo y por estar dirigido al gobierno o líderes de opinión y sólo de manera muy ocasional a la sociedad civil en su conjunto. Hoy en día se ha olvidado que debe ser útil a la nación en su conjunto, no al poder; que debe estar vinculado con la sociedad y contribuir a formar opinión al tiempo que dota de mayor sentido a las grandes luchas sociales. No al contrario, como ha ocurrido cuando durante los escasos momentos de libertad se ha erigido en uno de los más feroces enemigos de la democracia. La caída de Madero, víctima de su odio y encarnizamiento, es uno de los mejores ejemplos.


Bien dice  René Avilés: “La prensa nació sujeta, el poder la secuestró y ella no ofreció mayor resistencia. Salvo en grandes momentos de la historia periodística, la prensa nacional ha estado subordinada al Estado. Sin embargo, de entonces a nuestros días, no cabe duda que la libertad de expresión en México se ha abierto paso y lo sigue haciendo. El problema es que el papel represor que antes ejercía el Estado es ahora detentado por los dueños y directivos de los medios de comunicación. Son ellos los nuevos censores. La libertad de expresión está en sus manos y por tanto es la lucha de sus respectivos y muy particulares intereses en turno la que determina y orienta los destinos de nuestro futuro como nación. En consecuencia, mientras no se de fin a la censura, sea estatal o de quienes tutelan los medios, en tanto no se encuentre garantizada la libre y responsable crítica periodística, nuestra sociedad no podrá avanzar ni mucho menos aspirar a vivir en un régimen de verdadera democracia.”


Desde la aparición de los primeros periódicos en 1805 con el “Diario de México” y su contrapeso la “Gaceta del gobierno de México” demuestran la dificultad del ejercicio periodístico por alcanzar autonomía plena, haciendo una cronología del auge, de la necesidad de la comunicación por diferentes medios escritos y sus fundadores nos daremos cuenta del carácter político y la dependencia con los gobiernos con que nace la prensa escrita en nuestro país tal como lo muestra esta investigación de Avilés:


En 1811 nace:“El Despertador Americano”, editado por Miguel Hidalgo y Costilla en Guadalajara , “El Ilustrador Nacional y el “Ilustrador Americano”, elaborados con tipos de madera en Zitácuaro por Morelos al igual que “El Correo Americano del Sur” en Oaxaca, ambos a favor de la independencia.  “El Mentor Mexicano”, “El Fénix” y “Semanario Político” de Andrés Quintana Roo, defensores de la causa pro emancipadora, a diferencia de los periódicos de clara influencia oficialista como “Centinela contra los Seductores”,”El Español”, la “Gaceta de Valdés”, que llegó a ser órgano oficial del gobierno novohispano, además de “El Verdadero Ilustrador Americano” de José María Beristáin, cuyas ideas fueron eminentemente de corte realista.  En 1821 aparece el “Ejército Mexicano de las Tres Gartantías”, cuya finalidad proselitista era manifiesta, lo mismo que “El Mejicano Independiente”, editado en Iguala con material llevado de Puebla. Con ellos termina una etapa periodística con la consumación de la independencia.


En el año de 1823 surge el “Diario Liberal”y la “Gaceta Imperial de México” y más tarde “El Águila Mexicana”, que se convirtieron en los conductos del nuevo gobierno al poder: el Iturbidista, contrastando con otros órganos como “El Sol”, de filiación masónica, y la “Abeja de Chilpancingo”, de tendencia republicana. Sin embargo, con la caída del régimen imperial las luchas ahora entre centralistas y federalistas promovieron una febril actividad periodística y editorial en general, destacando “El Observador de la República Mexicana”, como vocero de los masones del rito escocés, además de “El Amigo del Pueblo” y “El Mercurio”, vinculado con los yorkinos.


Años más tarde, la lucha política en contra el presidente en turno, Anastasio de Bustamente, quedó de manifiesto en “El Fénix”, entre cuyos colaboradores figuraron los federalistas Vicente Rocafuerte, Quintana Roo, Mariano Riva Palacio, Manuel Crescencio Rejón y Juan Rodríguez Puebla, en contraposición de los que apoyaban la postura gobiernista, acaudillados por el ministro Lucas Alamán y cuyo órgano fue “El Registro Oficial”. Para mediados del siglo XIX surgen nuevos periódicos de gran trascendencia, así, en 1841 y 1844 respectivamente circulan “El Siglo XIX”  y  “El Monitor Republicano”, de filiación liberal, en tanto aparecían otros como “El Tiempo”, conservador.


Durante el Segundo Imperio, la prensa se encarga de atacar al propio Maximiliano, como lo demuestran “La Voz del Pueblo”, “El Clamor Progresista”, “La Sombra y La Rabia”. Poco más tarde, “La Orquesta”, de Carlos Casrín y Constantino Escalante, inaugura el uso de la caricatura política mientras en plena República los periódicos fomentan tanto la temática política como literaria. Toman parte en él literatos, políticos, abogados, religiosos y militares, en suma, la élite política del momento. Reaparecen “El Monitor Republicano”, “La Revista Universal”, “El Correo de México”, “El Sufragio Libre” y “La Iberia”, y entre 1871 y 1875 comienzan a brotar los primeros intentos de periodismo de naturaleza socialista, como “El Socialista” , en el que colaboró Guillermo Prieto, y “La Comuna, “La Huelga” y aparecen algunos menos radicales como”El Federalista” de Justo Sierra y Manuel Gutiérrez Nájera, y “La Libertad y La Tribuna” de Ignacio Manuel Altamirano.


El periodismo que hereda Porfirio Díaz de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada es un periodismo de oposición permanente que termina por desencadenar un profundo encono entre los ideólogos de la prensa y los detentadores del poder. Si bien los márgenes de libertad fueron casi irrestrictos, sus mismos avances terminaron convirtiéndose en los gérmenes de su propia autodestrucción. Nuevos periódicos como “La Voz de México”,”La Prensa”, dirigida por José María Vigil y Juan de Dios Peza, “El Diario del Hogar” de corte liberal a cargo de Filomeno Mata, “El Partido Liberal” de José Vicente Villada, “El Mundo”, “El Tiempo” o “El País”, incorporaron mejoras técnicas, impulsaron la habilidad de sus periodistas y promovieron de modo creciente la importancia del reportaje como género periodístico, siendo “El Imparcial”, bajo la dirección de Rafael Reyes Spíndola, el mejor ejemplo. No obstante, hacia las postrimerías del régimen la oposición contra Díaz cobra una fuerza incontenible y los afanes por la renovación social quedan plasmados en periódicos como “Restauración y Democracia Cristiana”, así como en “Regeneración”, periódico liberal-anarquista de los hermanos Flores Magón.


Durante la Revolución, los diferentes grupos revolucionarios establecen sus propios medios: en apoyo a los constitucionalistas se fundan “El Constitucionalista”, “El Liberal” de Jesús Urueta y “El Demócrata” de Rafael Martínez, en tanto que para zapatistas y villistas destacan “La Convención”, “El Monitor”, “La Opinión”, “El Radical”, “Tierra y Justicia” Sin embargo, un par de años después, surge una nueva influencia, esta vez proveniente de los Estados Unidos, al nacer en 1916 “El Universal” y en 1917 “Excélsior”, periódicos que habrán de inaugurar la era de los periódicos de circulación nacional con grandes tirajes, lo que contribuyó a profesionalizar e industrializar aún más al periodismo mexicano, además de posibilitar la total infiltración del Estado a través de obtener el control sobre el abasto de papel, la regulación de la publicidad oficial, la compra de acciones de las nacientes empresas periodísticas, así como de la vinculación política entre las personas.


En 1930 sale al aire la XEW en AM conocida como “La voz de la América Latina desde México”. Dando voz a grandes intelectuales y artistas como:  Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Alfonso Reyes, Ángel Rabanal, Chucho Elizarrarás, Mauricio Magdaleno, Ricardo López Méndez (El Vate), entre otros.


Aquí surge la etapa de las concesiones que era y es la espada de Damocles colocada sobre la cabeza de los concesionarios.


Y en 1955 surge Televisa, y empieza una historia singular, una relación medios-gobierno, que tiene como fin primordial que uno se vuelvan hipermillonario y otro se mantenga gobernando, ejemplo clásico la declaración de Azcárraga Milmo  “soy un simple soldado del PRI” y en el año 2006 en el reciente proceso electoral prácticamente todos los medios de comunicación se convirtieron en un ejército del PAN, sí la frase “… un peligro para México”, fue gravísima, el  Ejército Salvador en que se erigieron fue mucho peor.


Convencido de que nos ha hecho mucho mal el creer que existe un  sólo México y mucha culpa de ello es de los medios de comunicación que han ocultado los lastimosos Méxicos: el México de las carencias, el de los problemas, el del hambre, el de los indígenas, cuándo vemos y escuchamos a  esos Méxicos, prácticamente nunca, sólo cuando hay una tragedia, o una emergencia, de lo contrario sólo existe el México del dinero, el de la posibilidades, el México bonito, el México que sirve para vender.


Prácticamente nulos en nuestra historia los momentos en que la democracia y la libertad han existido. Una revisión histórica del periodismo mexicano nos demuestra que desde su nacimiento la censura ha estado presente incansablemente.


En 1814 la Constitución de Apatzingán, dicta, con el fin de garantizar protección al incipiente periodismo, que nadie podría prohibir a ningún ciudadano la libertad de hablar y manifestar sus opiniones mediante la imprenta. El Constituyente de 1857 incorpora en sus disposiciones las libertades de imprenta y expresión. Durante la segunda intervención francesa el Imperio toma la decisión de suprimir la prensa escrita. El régimen juarista, por su parte, determina defenderla y promulga entonces la Ley Orgánica de Prensa (1868), siempre liberal que ratificaba el espíritu del propio del Constituyente. No obstante, en 1883 el porfirismo acota lo establecido por la Carta Magna y a través de los ordenamientos penales, además de posibilitar que los periodistas pudieran ser llevados ante tribunales del orden común, establece que tanto las prensas como los útiles de trabajo podrían ser confiscados, considerándose “instrumentos de delito”.  En suma, libertad de expresión y libertad de prensa son derechos por los que la sociedad mexicana ha luchado permanentemente, ya que si bien desde 1917 están consagrados en los artículo 6° y 7° respectivamente de nuestra Carta Magna, su pleno alcance ha sido una conquista reciente, ganada tras décadas de ardua y permanente lucha gracias a aquellos que han ejercido un periodismo crítico en nuestro país, pues si bien del primero goza la ciudadanía en general, ha sido sobre todo gracias al periodismo que en gran medida se ha logrado consolidar un más efectivo régimen de libertad de expresión.


En 1917 un  12 de abril,  Venustiano Carranza emite la Ley de Imprenta, y con ella se establece un cuerpo jurídico que hasta cierto punto refuerza una censura institucionalizada vigente hasta el día de hoy. No obstante, hubo algo mucho más peligroso: políticos y caciques partidarios de la acción directa, solían, aún a mitad del siglo, mandar a sus guardaespaldas como primer aviso a los editores ordenándoles asaltar talleres, mezclar los miles de letras de molde ordenadas en cajas y echar miel o azúcar entre los rodillos de las prensas para paralizar la impresión. Si la advertencia era ineficaz y el periodista insistía en sus críticas, se procedía al incendio y lapidación del edificio además de la destrucción de la maquinaria. Ejemplos de ello los hallamos en El Pueblo de Hermosillo en 1928, la Revista de Yucatán en 1924 y el Diario de Guadalajara en 1933, entre otros.


De Miguel Alemán a Ernesto Zedillo, sin excepción, los periodistas, dirigidos por Gobernación, agradecen el régimen de libertad de expresión en que desarrollan su actividad. Lo que no aclaran es que ésta no se da aún cuando esté garantizada en nuestra Carta Magna.


La libertad de expresión dicen, se conquista, y hoy no podemos negar que existe, pero al ejercerla se corren riegos y dificultades. Más aún, en la radio y la televisión que son mucho más propicias a seguir viviendo en la censura presidencial y la autocensura, donde es imposible criticar a la religión católica, al presidente y al ejército.


Sin embargo, el escepticismo de la sociedad mexicana ante la objetividad e imparcialidad de los medios ha sido la consecuencia de su actitud servil como instrumentos dóciles a la voluntad del poder. A pesar de ello, 1968, 1988, 1994, 1997, 2000 y 2006, son seis fechas  que han marcado nuestra historia contemporánea, seis grandes momentos que los medios han registrado con especial intensidad. 1968, marcado por el movimiento estudiantil y la masacre del 2 de octubre; 1988, por la inquebrantable lucha democrática llevada a cabo por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo y el fraude electoral a favor de Carlos Salinas de Gortari; 1994, por ser escenario del primer gran debate entre partidos políticos: PRI, PAN y PRD y coincidir con la aparición del EZLN y el fracaso del proyecto político-económico de Salinas de Gortari; 1997, sobresaliente por el notable avance democrático que implicó el contundente triunfo electoral de Cárdenas como Jefe de Gobierno del DF y, por último, el año 2000 en el que tuvo lugar el ascenso al poder del PAN, lo que dio término al ciclo de setenta años de hegemonía unipartidista a cargo del PRI. Y el 2006 donde otro terrible fraude nos regresó a la realidad de que en México la democracia para elegir gobernantes no funciona.


Después de la llegada de Fox al poder en 2000, nace una nueva correlación de fuerzas entre el Estado, los partidos políticos, los medios y la sociedad en su conjunto. El cambio pregonado por Vicente Fox no se llevó a cabo, sólo hubo una transformación estética en Los Pinos, lo demás quedó igual o peor.


El  10 de octubre de 2002 Fox expidió un decreto que se elaboró en las instalaciones de la televisora que puso fin al impuesto del 12.5%, de tiempo aire gubernamental que Díaz Ordáz había impuesto, entregando el Estado con esto, prácticamente el control total de México a las televisoras.


Los medios se convirtieron por medio de sus titulares en los nuevos censores, dejó de ser el Estado y ahora los dueños de los medios son los que ejercen la censura, por supuesto en función de sus propios intereses
Renato Leduc afirmaba:


A 150 años del nacimiento de la nación mexicana y del subsecuente periodismo mexicano, la situación de éste en sus relaciones con las fuerzas del poder, en su esencia, no ha cambiado mayor cosa. La censura, de hecho, se mantiene, pero sus instrumentos y procedimientos de aplicación se han transformado, se han modernizado obviamente, y se han afinado y aun refinado para mayor prestigio de quienes los aplican y mayor beneficio de quienes los soportan. La censura periodística en México ha dejado de ser desde hace mucho tiempo la ‘rígida censura militar’ iturbidista para convertirse en una adecuadamente flexible censura burocrática y, por decirlo así, institucional. Su sede se ha desplazado de los cuarteles y estados mayores a las llamadas oficinas de prensa o, más eufemísticamente, de relaciones públicas de las dependencias gubernamentales, desde la presidencia de la República hasta las jefaturas de policía.


El mexicano promedio, entonces, adquiere su precaria información a través de los medios electrónicos, principalmente de la televisión y ésta masa de noticias llega manipulada según los intereses de la empresa y en consecuencia del gobierno. Bastaría analizar en los días de mayo y junio de 1998 la forma en que los canales de Televisa, TV Azteca y el propio canal 11 procesaron la información sobre el conflicto chiapaneco: sin mucha sutileza intentaron, durante un recrudecimiento de la situación, hacernos creer que en la búsqueda de una solución pacífica, trabajaba con mayor intensidad el gobierno de Zedillo que el EZLN. O, si se prefiere, la reacción de las dos grandes empresas televisivas al momento del asesinato del famoso Francisco Stanley y la agresiva demanda de linchamiento contra el gobierno capitalino que concluyó en el ridículo.*


Porque al final la respuesta es la misma; hoy el papel de los medios sólo es legitimar o deslegitimar a las personas o instituciones.


Y, lo más importante: en tanto no se acabe la censura y quede una razonable e inteligente libertad de crítica a los personajes públicos y a las situaciones que lo ameritan, no podremos avanzar como sociedad y menos aún como nación.


*Razón y Palabra Renè Avilès


En una sociedad capitalista como la mexicana, donde el consumo ha adquirido un alto grado de desarrollo, donde todo se ha mercantilizado, la noticia no está fuera de este proceso, sino que se transforma en una mercancía, los medios masivos tratan a la noticia como una mercancía, con ello no pretenden aumentar el conocimiento de sus lectores o escuchas, sino tener la mayor influencia posible sobre su comportamiento.


La cuestión no es si los medios son manipuladores, eso es obvio, la cuestión es quién los manipula y para qué. El objetivo central de la industria de la manipulación es la explotación inmaterial que impone ciertas formas de pensar, que elimine la conciencia para que la mayoría acepte voluntariamente la situación establecida.


Hay quien afirma que el grado de cultura de una sociedad es equivalente a las interrelaciones entre la sociedad y sus medios de comunicación y por supuesto que no está equivocado.


La trasmisión de las noticias es anárquica y sensacionalista, se despoja o se modifica y altera a los hechos del contexto que les da sentido de las noticias. Los medios de comunicación tradicionales hoy, neutralizan y desorganizan a la sociedad.


En Televisión dos empresas acaparan el 80% de las concesiones comerciales y en radio 10 empresas acaparan el 60 %. Una enorme concentración que les permite todo.


Hoy necesitamos que se reconozca la importancia de los medios de comunicación alternativos.


El derecho a la información es un derecho fundamental reconocido al final del artículo 6º de la Constitución Mexicana desde 1977: "El Derecho a la Información será garantizado por el Estado". Es la garantía fundamental que tiene toda persona para obtener información (noticias, datos, hechos, opiniones e ideas), informar y ser informada, de forma compatible con otros derechos humanos, engloba tanto libertades individuales (libertades de pensamiento, expresión e imprenta) como otras de carácter social (el derecho de los lectores, escuchas o espectadores a recibir información objetiva, oportuna y el acceso a la documentación pública).

 

Sí existen comunicadores sociales, sí existen principios y valores, sí existe la ética y la honestidad, es cuestión, que usted, amable lector, los identifique y los impulse y los motive, con ello, estaremos logrando una sociedad mejor y mayor informada, estaremos logrando una sociedad que exigirá siempre sus derechos sin olvidar nunca sus obligaciones.


Estamos viviendo momentos históricos inéditos en nuestro país y se deben de aprovechar que todos los elementos necesarios están listos para una revolución en la manera de informar, hay un receptor ávido de noticias que contengan las palabras verdad y realidad y emisores dispuestos a ofrecer honestidad y ética, con estos elementos los procesos que forman la vida social se cambiarán a tal punto con esta nueva manera de informar logrando un nuevo equilibrio social mucho más democrático y mucho más justo. Es decir, tenemos que romper con los viejos sentidos de la comunicación anterior renovándolos y con ellos se renueva el orden social, por la acción de los hombres en condiciones sociales determinadas. Creando una nueva conciencia que se acerca a la máxima conciencia. Permitiendo una mayor equidad social. Una transformación social es posible rompiendo viejas formas de comunicación. Vivimos en un mundo cambiante, las estructuras significativas tienden a cambiar, la sociedad actual requiere nuevos patrones de información.


Es indispensable que se abra el espacio radioeléctrico a nuevas propuestas, es indispensable tener más y mejores canales de televisión. Y lo que hoy se está haciendo con La Reforma Electoral y se hará con la Reforma de Medios es un paso fundamental para lograr un México más justo, más equitativo y democrático.


Por todo lo anteriormente expuesto en términos de lenguaje, que se traduce en términos reales, prácticos, la terminología de nosotros “O” los otros debe ser sustituida por nosotros “Y” los otros, en coexistencia, es decir pluralidad y democracia.


*Palabras pronunciadas en el foro PRIMERA SEMANA ACADÉMICA POR LAS HUMANIDADES EN LA LUCHA SOCIAL Y LA DEFENSA DE LOS DERECHOS UNIVERSITARIOS, TITULADA:  Dentro y fuera de las aulas. Compartiendo experiencias de lucha.en la facultad de Filosofía y Letras en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

            



 
 

 

 
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