SIN RODEOS


Marcela Jiménez Avendaño

05/01/2012


“ME VALE MADRES”


Durante las vacaciones decembrinas, mi buen amigo Guillermo Farber nos recomendó leer un libro de mantras mexicanas escrito por Prem Dayal bajo el título ¡Me vale madres! y la verdad me encantó por ser una lectura francamente provocadora y que invita a la reflexión, pero sobretodo porque justo en estos momentos me encuentro ante la disyuntiva de cómo educar mejor a mi hijo, ayudarlo a tener una sana y feliz convivencia con la sociedad, pero sin alterar al ser maravilloso que es.

 

Resulta que mi Raoul, de siete años, está teniendo severos problemas de entendimiento con las figuras de autoridad del colegio lo que conlleva una serie de enfrentamientos, reportes, castigos y su consecuente frustración.

 

La cuestión es que yo también me encontraba increíblemente frustrada, pero ahora gracias la tranquilidad de este periodo vacacional que permite tomar las cosas con más calma y analizarlas sin tanto ruido, me di cuenta de que en realidad el problema no tiene que ver con su personalidad contestataria, analítica, cuestionante y, por ende, de gran rebeldía hacia toda regla y ordenamiento que a su entender no tiene utilidad práctica; no, el problema no está ahí, sino en lo difícil que, siendo así, resulta encajar en los estándares sociales tradicionales y conservadores de ésta nuestra decandente sociedad. Y esta reflexión me lleva a preguntarme ¿acaso este país y este mundo no necesitan más niños así?

 

Ello me lleva a regresar a la base del planteamiento de Dayal y que sugiere que absolutamente todos los conflictos de este planeta son originados por el “conflicto original: el conflicto de ti contigo mismo” al establecer que el problema central resulta de dejar de ser “auténticos”. Y es, justamente esa autenticidad, la que la mayoría de los seres humanos rechaza y combate al punto de llevarnos a adoptar una identidad lo más amoldada posible al conformismo y a la mediocridad imperantes. ¡Qué lejos estamos de tener nuevamente jóvenes inconformes y con ideales, contestatarios y libertarios!, de ahí las consecuencias de la degradación de la sociedad, del medio ambiente, etc, etc, etc, que hoy vivimos.

 

Debo aceptar que aún no encuentro la fórmula para lograr mantener la autenticidad de este nuevo ser humano y a la par llevarlo a establecer relaciones sociales aceptadas por el resto, sin embargo, hoy me siento más tranquila al darme cuenta que él no es el que está mal sino la mayoría de nosotros que hemos dejado de ser quienes debiéramos ser, para trabajar por el país que debiera ser y el mundo que lamentablemente está dejando de ser. Me llena de esperanza saber que viene una nueva generación de niños que pueden llegar a cambiar este planeta, siempre y cuando no acabemos con su autenticidad en el camino.

 

Y aunque el mantra “Me vale madres” es increíblemente poderoso (ya la mayoría de los mexicanos lo hemos confirmado), lo cierto es que ello no sirve cuando se usa como mecanismo de evasión, para confirmar nuestra mediocridad o para abstraernos de nuestra responsabilidad para con el otro.

 

De modo que ahora que inicia este 2012, les invito a usarlo más en el sentido positivo y menos como el mexicanismo que nada bueno nos ha traído.

 

Para finalizar, les comparto este bellísimo pensamiento de Víctor Hugo que llegó a mis manos gracias a esos fantásticos y cultos amigos que me acompañan en este camino de crecimiento continuo que se llama vida:

 

“Te deseo primero que ames y que amando, también seas amado. Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de olvidar, no guardes rencores. Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar. Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar. Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas. Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro. Te deseo además que seas útil, mas no insustituible. Y que en los momentos malos, cuando no quede más nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie. Igualmente, te deseo que seas tolerante; no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente, y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros. Te deseo que siendo joven no madures demasiado de prisa; que ya maduro, no insistas en rejuvenecer; y que siendo viejo, no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros. Te deseo de paso que seas triste. No todo el año, sino apenas un día. Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana. Te deseo que descubras, con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo, que existen, y que te rodean, seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices. Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera, te sentirás bien por nada. Deseo también que plantes una semilla, por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecho un árbol. Te deseo, además, que tengas dinero, porque es necesario ser práctico. Y que por lo menos una vez por año pongas algo de ese dinero enfrente a ti y digas: ‘Esto es mío’, sólo para que quede claro quién es el dueño de quién. Te deseo también que ninguno de tus afectos muera, pero que si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable. Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer, y que siendo mujer, tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente, y que cuando ambos estén ya exhaustos y sonrientes, aún sobre amor para recomenzar. Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo más nada que desearte.”

 

Columnas Anteriores


 
 

 

 
Todos los Columnistas