Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda
artrueda@diariocambio.com.mx
artrueda@yahoo.com


07/06/2011


La relación prensa-morenovallismo, cuatro meses después


De bajada, las sandías se acomodan solas. La tensión existente entre la prensa y el gobierno morenovallista, a cuatro meses de iniciar el sexenio, parece haberse extinguido para tomar el rumbo normal de una relación que surgió hace más de tres siglos y permanece inalterable en cualquier lugar del mundo: los políticos necesitan a los periodistas, y éstos a su vez necesitan a los políticos. El gobierno desea transmitir sus postulados, ejercer su legitimidad, ganar votos y lucir su imagen personal, y por ello requieren a la televisión, la radio y los periódicos. En esa historia no hay nada nuevo bajo el sol: los periodistas necesitan a los políticos para obtener exclusivas e información, aumentar el tiraje de sus diarios y visitas a los portales de internet, vender publicidad y por supuesto, libertad para reflejar la realidad diaria. El único dato nuevo, si hay alguno, es que el morenovallismo fijó una nueva racionalidad en su relación con los medios a fin de detener la irracionalidad generada por el marinismo que produjo periodistas millonarios, explosión de diarios y portales sin audiencia, así como dueños dedicados a otras actividades productivas como la construcción de obra pública. Mario Marín compró la conciencia de prácticamente todos los periodistas y medios de Puebla porque cargaba un pecado de ilegitimidad a partir de escándalo Cacho. Moreno Valle no carga ese pecado, y por ello no tiene necesidad de comprarlos. O no a todos, sino a los que le garantice penetración, audiencia y mercado a quienes pretenden dirigirse.


Rafael Moreno Valle desayunará hoy con directivos, dueños y periodistas en un ejercicio para conmemorar la Libertad de Expresión. La convocatoria, a decir de varias fuentes, es amplísima. Primera, Segunda y hasta Tercera División. El objetivo del gobernador, por supuesto, es presumir que en la entidad se vive un entorno democrático en el que incluso sus críticos pueden compartir el pan y la sal. Es decir, la Libre Expresión está garantizada. Y tiene varias razones. De entrada, ningún periodista ha pisado, ni pisará la cárcel tras la derogación de los delitos de honor. Dos, hasta donde se sabe a ningún periodista se la aplicado la multa de 180 mil pesos por daño moral y tampoco ningún miembro del gobierno ha demandado algún columnista o empresa de comunicación. A diferencia de lo que ocurren en otras entidades del país, ningún periodistas ha sido levantado o asesinado por el crimen organizado. Si según los organismos internacionales de prensa, México es el país más riesgoso para ejercer la práctica del periodismo, Puebla asemeja una ínsula: los periodistas no estamos en riesgo ni ante el poder del gobierno ni ante la amenaza de las balas.


Otra cosa es que el periodismo haya dejado de ser un oficio para convertirse en millonario. Y es que ése es el único reclamo que algunos hacen: la decisión del gobierno morenovallista para no entrar en tratos comerciales, dígase convenios de publicidad. Y pese a ello, los medios de comunicación, en especial la prensa, ahí siguen: el censo indica que solamente dos diarios dejaron de publicarse y uno más cambió de propietarios. El Columnista desapareció por conflictos internos con su plantilla laboral y Diario Status por la decisión de los editores por concentrarse en su edición digital y las redes sociales. La franquicia de Milenio Puebla regresó a su propietarios originales por parte de la familia Ventosa Aguilera, y la cadena Multimedios decidió nombrar a un nuevo director editorial y plantilla de reporteros. Hasta ahí las novedades: los portales informativos siguen en la red, los diarios en los puestos, los noticieros de radio y televisión con sus mismas audiencias.


No puede decirse que la normalización de las relaciones entre la prensa y el morenovallismo sea un mérito de Norberto Tapia, quien en sus meses de director de Comunicación pasó apurado la mitad del tiempo siguiendo al gobernador y la otra atendiendo medios nacionales, su supuesto fuerte. Tapia nunca se adentró en el ecosistema local, y solamente el diálogo paciente de Fernando Manzanilla Prieto y Marcelo García Almaguer ayudaron a distender. El gran talento del director de Comunicación Social, se sabe, es el Distrito Federal y quizá ahí debería concentrarse, dado que el gobernador tiene como una de sus prioridades políticas brillar en los medios nacionales.


El desayuno de la Libertad de Expresión entre el gobernador y los comunicadores llega en un momento de estabilidad con una única regla: no a los tratos del pasado en el que los comunicadores fueron beneficiarios de contratos, prebendas y obra pública, como no había sucedido en sexenios anteriores. Por ello no es raro que la mayoría decidiera jugársela con el candidato priista a la gubernatura, pues en ello les iba un futuro de opulencia.


Pero hace tiempo que la campaña terminó: hace cuatro meses que Rafael Moreno Valle es gobierno y la toma de decisiones es costosa siempre. Por ello, el interés es que los ciudadanos conozcan de la acción gubernamental a través de los medios de comunicación. Una relación simbiótica que en todas partes del mundo permanece inalterable y que en Puebla tampoco parece se modificará.

 

*** Si va al desayuno de la Libertad de Expresión, no se olvide de saludar a Carlos Olmos, el vocero de la Secretaría  de Salud federal. Podría presentarle dos tipos interesantes, Fernando Carbonell y Amalio Guacuja. Si lo identifica, también salude a Sergio Martínez.

 



 
 

 

 
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