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Tiempos de Nigromante
Arturo Rueda artrueda@diariocambio.com.mx artrueda@yahoo.com
11/08/2011
En Puebla todos los caminos llevan a Citélum
El alcalde Eduardo Rivera Pérez se ha hecho aficionado a tomarle el pelo a los poblanos. Un día sí y otro también, ofende la inteligencia de los poblanos con una y mil triquiñuelas. De momento no hablamos del engaño del aumentazo, la primera sesión de Cabildo en la que los regidores autorizaron un jugoso aumento de sueldo para ellos mismos y los funcionarios, pero que siempre fue negado por el panista bajo eufemismos como “ajustes” o “igualdad en el tabulador”. Hace dos semanas, su propio coordinador de regidores lo evidenció y confirmó la investigación de CAMBIO: los regidores pasaron de ganar 35 mil a 60 mil pesos, aunque nunca lo reflejaron en el portal de Transparencia. Entre las triquiñuelas podríamos subrayar también el macroengaño de las mil calles pavimentadas, trucadas ahora en tramos de 80 metros de largo por 4 metros de ancho, más las vialidades pactadas con el gobierno estatal como la rehabilitación de la Esteban de Antuñano. Tanta es la desesperación por alcanzar aunque sea falsamente la meta que en el programa serán incluidas calles con adoquín para abaratar costos. En otras palabras, Lalo Rivera entregará mil calles ficticias.
El caso más grave de sus triquiñuelas ocurre con la amañada licitación para favorecer a la empresa francesa Citélum y entregarle un contrato que supera los 150 millones de pesos. Se trata de la misma Citélum que otro alcalde panista, Luis Paredes Moctezuma, quiso beneficiar con varios cientos de millones cuando la representaba el polémico exsalinista José Córdoba Montoya. Y de pura casualidad, Paredes y Rivera comparten en Arturo Botello al mismo tesorero. Ante el abuso e incapacidad para prestar correctamente el servicio de alumbrado público, Enrique Doger canceló la concesión arbitraria y soportó todas las presiones para que los franchutes no se enriquecieran. Sin embargo, no se dieron por vencidos y regresaron con Blanca Alcalá transformados ahora en Traffic Light, cuyo contrató feneció cuando se acabó el gobierno de la primera presidenta municipal.
Entonces, Lalo Rivera llegó al Charlie Hall con el negocio entre manos, y con un poco más de paciencia para ejecutarlo. De entrada, aduciendo urgencia en la prestación del servicio y ante una supuesta incapacidad técnica del Ayuntamiento, se asignó directamente —sin licitar— un contrato temporal de tres meses en favor de Citélum que después de extendió dos meses más. Según Fabre Bandini, se pagó aproximadamente un millón de pesos mensuales a los franceses, aunque en el estado financiero no aparecen los pagos, por lo que resulta un misterio el monto que hasta el momento ha ganado Citélum. Hasta ahí, todo parecía normal.
Sin embargo, algo podrido comenzó a olerse en Puebla. Resulta que todos los vehículos y cuadrillas de la empresa, que supuestamente sólo iba tener un contrato temporal de tres meses, fueron rotulados con logotipos del Ayuntamiento de Eduardo Rivera Pérez. ¿Le conviene a una empresa rotular todo su parque vehicular y uniformes de empleados con logotipos del Ayuntamiento, por apenas un contrato de tres meses? Por supuesto que no. Desde ahí empezó a verse el plan para beneficiar a los franceses.
Y luego vino el candado: uno de los puntos torales de la licitación, en la que se compromete a atender 40 mil de las casi 80 mil luminarios que hay en la capital —apenas el 50 por ciento— es conocer el mapa de las luminarias de la capital. ¿Y qué otra empresa puede tener ese mapa de geolocalización para concursar, que aquellas que precisamente ya han prestado el servicio? Pues solamente Traffic Light y Citélum, que además son la misma empresa y comparten incluso domicilio fiscal, violando cualquier tipo de norma administrativa para los concursos, sin que nadie en la Secretaría de Administración se diera cuenta.
De esta forma, Eduardo Rivera Pérez, Alejandro Fabre Bandini y el tesorero Botello armaron lo que se llama un “traje a la medida” para Citélum, la empresa francesa favorita de los panistas poblanos. Aparentemente, siete empresas participaron en la licitación y tras la junta de aclaraciones técnicas de plano todas se bajaron para dejar con vida únicamente a Citélum. Digo aparentemente porque pese a su carácter de pública, el Ayuntamiento ha hecho todo para negarse a informar cualquier aspecto del concurso. Lo único confirmado por Fabre Bandini es que, en efecto, queda únicamente Citélum como sobreviviente en la licitación.
Tras la asignación del contrato de alumbrado público hay un negociazo de 150 millones de pesos a lo largo del trienio, sin contar las cifras que ya fueron pagadas a Citélum, pero que no constan en el balance de pagos del municipio. Una irregularidad más. La fecha para el fallo está prevista para el 17 de agosto y hay dos posibles fallos. Uno, entregar a Citélum la concesión y confirmar que todo se trató de un traje a la medida. Dos, declarar desierto el concurso y de todos modos seguir entregando contratos “temporales” a la empresa francesa en lo que se emite una segunda licitación en la que, de todos modos, participará nuevamente la empresa que representaba Córdoba Montoya.
Así que como en Roma, todos los caminos del Ayuntamiento poblano llevan a Citélum, demostrando el favoritismo de Eduardo Rivera Pérez para la empresa francesa. Y si tomamos en cuenta que el escándalo Jajomar se reactiva con una demanda por 600 millones de pesos, se confirma que para Puebla capital lo peor está por venir.
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