Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda
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13/10/2010


Del gabinete foxista al gabinetazo morenovallista


Tras la borrachera de la victoria, Vicente Fox se encontró con que el PRI no había muerto y que tenía una sólida presencia institucional con la mayoría de gubernaturas y mayoría simples en las Cámaras de Diputados y Senadores. Obligado a cohabitar y con el objetivo de alcanzar importantes reformas legales, el nuevo gobierno decidió cancelar voluntariamente la promesa de ajustar cuentas con el pasado; abdicó los anhelos de revancha social y decepcionó a una buena parte de los electores que le habían dado su voto por su promesa de meter a la cárcel a unos cuantos distinguidos tricolores. Seguramente fue el primer momento en que el nuevo régimen hipotecó su futuro. El segundo, sin duda, la elección de los integrantes de la Comisión de Transición y posteriormente, de aquello que históricamente se conoce como el “gabinetazo”: la promesa incumplida de sumar a los mejores hombres y mujeres del país a la misión de transformar México, ejemplo de experiencia, honestidad y compromiso con la nación. Fracaso nuevamente y rotundo.


El modelo de reclutamiento de la nueva elite gobernante fue dispar y contradictorio. Por una parte se apostó por los llamados “headhunters” o cazatalentos, equiparado la administración pública con la contratación de personal en una empresa. Luego, la mayor parte de los integrantes del gabinete provenían de la universidad privada. Además, en un pretendido reconocimiento a la sociedad civil se integró a varios funcionarios sin identidad partidista que terminaron siendo un fardo para el gobierno, cuando no un manojo de desleales. Por último, confirmó su acercamiento con el tricolor al designar a un secretario de Hacienda identificado profundamente con la élite tecnócrata formada por Carlos Salinas de Gortari y Pedro Aspe Armella. Un Chicago boy embajador de los intereses priistas incrustado en el centro neurálgico del gobierno panista.


Teóricamente lo que Fox quiso hacer fue un gobierno de composición: sociedad civil, empresarios exitosos, neopanistas e incluso un priista que manejara el área neurálgica de la economía para no tener margen de error. La mezcla, sin embargo, fue un desastre absoluto. Nunca hubo una visión única del gobierno y en realidad cada quien terminó haciendo lo que quería o pensaba era mejor, y, por supuesto, sin un liderazgo fuerte, también se desató la corrupción. Tampoco hubo armonía ni coordinación, mucho menos un jefe que provocara respeto porque desde el primer momento Santiago Creel se asumió como una ficha sucesoria.


Un punto más que restó autoridad fue la creciente influencia del ámbito privado de Fox en la vida pública, en especial de su pareja sentimental Martha Sahagún, que pasó de novia y directora de Comunicación Social a esposa y pareja presidencial para terminar como un frustrado proyecto sucesorio. En otras palabras, surgió aquella exótica forma de gobierno identificada por Max Weber como el sultanato. Esto es, el traspaso de las razones privadas al ámbito público.


La mezcla explosiva de un gabinete poco cohesionado y sin visión, más la abrumadora influencia de la pareja en turno del Ejecutivo, provocó un desgarro en el respeto a la investidura presidencial. Un paso atrás en la reverencia que por 70 años se construyó al liderazgo institucional que soportaba el cambio de hombres. De temido, el presidente se convirtió en objeto de burla, pero Fox no podía reclamar respeto social porque los integrantes de su gobierno no lo respetaban, y en Los Pinos, tampoco.


Moreno Valle replica hasta el momento el mismo error que tuvo Fox: trasladar su frente electoral a un gobierno de composición para dejar satisfechos todos los intereses que giran a su alrededor. Terminará por no dar gusto a nadie. Los cuatro primeros nombres que integran la Comisión de Transición y tienen seguro su ingreso al gabinete marcan una tendencia, en primera instancia, de que no habrá ruptura con el PRI ni persecución al marinismo. ¿Tendría lógica tener en Seguridad Pública a un priista como Ardelio Vargas mientras se inician juicios y órdenes de aprehensión contra miembros prominentes del sexenio anterior? Pues claro que no, porque Ardelio quedaría como un traidor a menos que renunciara a su militancia. Se trata de un error semejante al nombramiento de Francisco Gil Díaz en Hacienda: entregar el control de un área estratégica al Antiguo Régimen.


La designación de Amy Camacho es un pretendido homenaje a la sociedad civil, pero se trata de alguien con el nombre ya manchado por la mentira: primero rechazó la postulación a la alcaldía bajo el argumento de que tenía el proyecto de abrir un parque en Chile; sin embargo, una semana después, se puso a coordinar el Comité de Financiamiento de la campaña morenovallista y ahora analizará los temas de ecología, medio ambiente y desarrollo urbano. ¿Y el Africam Safari en Chile? Además, carece de experiencia en la administración pública. Lo mejor que puede decirse de ella es que una empresaria exitosa, pero no tiene la mínima idea de políticas públicos y/o científicas sobre el medio ambiente o el cambio climático. Error típico cometido por Fox en la designación de Leticia Navarro en Turismo.


Los nombres de Pablo Rodríguez y Fernando Manzanilla responden al pago de facturas. El próximo secretario de Economía es embajador de los intereses de la ultraderecha y un espacio para el PAN, pero no tiene idea de lo que es una gestión empresarial exitosa. Fernando Manzanilla es un intelectual de primera línea, pero también lo era Jorge G. Castañeda. ¿En su papel de secretario de Gobernación se manchará los zapatos en las comunidades y municipios lejanos a la capital? Y sin duda, la relación afectivo-familiar puede convertirse en un factor de disturbio al trasladar las lógicas privadas al ámbito público.
Por último, y no menos grave, un embajador de Elba Esther Gordillo que hoy vive en las sombras, pero Luis Carlos Ugalde desde ahí es un espía eficaz de los intereses de “La Maestra”, pero no de los de Puebla. ¿Cuál es el verdadero trabajo que hace aquí?

 

La línea de análisis muestra hasta ahora un empate: si bien Moreno Valle tiene una situación más ventajosa que Fox respecto de su oposición priista, la intención de crear un gobierno de composición entre sociedad civil, panistas, priistas y grupo compacto no parece la mejor forma de generar estabilidad en el gabinete y una visión de conjunto. ¿Nos dirigimos a un gabinetazo?

 



 
 

 

 
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