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Tiempos de Nigromante
Arturo Rueda artrueda@diariocambio.com.mx artrueda@yahoo.com
15/12/2010
Compromiso con Puebla… ¿y con los poblanos?
El foro jurídico poblano fue sorprendido con los calzones en la mano: entre tantos y tantos juristas destacados, y tantas escuelas y facultades de derecho, no hubo uno solo que reclamara la remoción al requisito de la poblanidad para poder alcanzar la designación de magistrado del Tribunal Superior de Justicia o juez de primera instancia. De ahora en adelante, el único requisito será poseer la ciudadanía mexicana y ni siquiera comprobar una residencia de dos años en la entidad. Ergo, es predecible que los magistrados y jueces designados en el próximo sexenio provendrán de cualquier lugar del país, de Chiapas, Yucatán, Jalisco o anexas. Un simple viaje en automóvil y ¡tarán!, señores magistrados por obra de la magia. En otras palabras: los dilemas jurídicos de los poblanos serán resueltos por no poblanos. Y siendo tal reforma del interés del equipo morenovallista, es predecible entonces también que un fuereño llegará a poner en cintura al poder Judicial poblano, en especial a los magistrados locales que han hecho de Puebla el peor Tribunal Superior de Justicia del país. La reforma implica también que probablemente la idea de Carlos Alberto Julián como presidente del TSJ fue cancelada para enviarlo a hacerse cargo de la Procuraduría de Justicia. El hecho es que, al igual que ocurrirá en la administración pública, los poblanos en el poder Judicial serán desplazados por fuereños que, paradójicamente, ejercerán el poder delegado por los poblanos. ¡Ver para creer!
El eje de disputa entre los fuereños y los poblanos parece ya pintar como un potencial conflicto político para el próximo sexenio. No es una cuestión de chauvinismo, como pretende encuadrarlo Mario Alberto Mejía, o un simple aldeanismo. El sentido de pertenencia, llamado por otros nacionalismo, es una categoría básica del pensamiento humano que genera identidad. En esa categoría no entran primitivismos, y, por supuesto, la idea de comunidad incluye como presupuesto que el gobierno surja de sus mismos miembros. A menos que se trate de una colonia o un imperio extranjerizante semejante al de Maximiliano de Habsburgo, a nadie le gusta ser gobernados por extranjeros que se dedican a expoliar los recursos locales para disfrutarlos en sus paraísos globales.
Moreno Valle personaliza mejor que nadie el triunfo del localismo frente al “extranjero” chiapaneco Javier López Zavala, cuando pueblo tras pueblo afirmó que “Mario Marín no encontró entre 5 millones y medio de poblanos uno que representara sus intereses, y prefirió traer uno que es chiapaneco o guatemalteco”. ¿Cuántas veces repitió el discurso xenófobo, nacionalista y hasta chovinista? Fue tal el éxito del discurso que incluso en varias ocasiones afirmó que se trataba de un golpe genial tomado de las críticas demoledoras de Enrique Doger a su archirrival. ¿Por qué en campaña, el discurso localista fue válido y no ahora que se planea el gobierno no lo es?
Si el gobernador electo personifica el éxito del discurso localista, Javier López Zavala encarna el fracaso de los “naturalizados”. Pese a vivir en la entidad desde hace 23 años, estudiar en la UAP y codearse con las elites políticos, nunca pudo convencer a los poblanos de que no era chiapaneco. Y por supuesto, nadie quería ser gobernado por un chiapaneco. Entonces, perdió.
Zavala perdió la gubernatura pero la idea de traer fuereños a gobernar supervivió en, ¡oh sorpresa!, Rafael Moreno Valle. Ya hemos detallado cómo una parte sustancial del gabinete, por lo menos dependencias importantísimas como Gobernación, Finanzas, Educación, Desarrollo Rural, no tendrán un titular poblano. Pero ahora la cosa va a más: el próximo presidente del Tribunal Superior de Justicia todo indica que solamente deberá llenar el requisito de la “nacionalidad mexicana” y ni siquiera comprobar haber residido en la entidad en los dos últimos años. Cual mercenario, sólo deberá elegir una casa para habitar y carambolas, tener un puesto privilegiado que no pudo alcanzar en su entidad de origen. La invasión de los bárbaros.
Y alguien se preguntará: ¿es malo que a los poblanos los gobierne un grupo de fuereños? La respuesta radica en el referéndum sobre el localismo que se llevó a cabo en las elecciones del 4 de julio: ahí, un millón 200 mil poblanos le dieron un rotundo “no” al chiapaneco, y 900 mil creyeron que era una buena idea que nos gobernara un “extranjero”. Así de simple. ¿Qué pensarán ese millón 200 mil poblanos de que un grupo de brillantes fuereños gobiernen los destinos y recursos de la entidad?
¿O será que el Compromiso era con Puebla, pero no con los poblanos?
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