Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda
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16/06/2011


Mondragón-Grajales, destinos unidos por la dirigencia del PAN


La guerra por el control del Consejo Político Estatal del PAN empieza a extenderse y cobrar daños colaterales. Por ejemplo, el municipio de Tehuacán se encuentra a la deriva, convertido en una ínsula, luego de que el gobernador Moreno Valle decidiera castigar la insolencia y traición de su compadre Eliseo Lezama Prieto, alcalde del segundo municipio más importante del país, suspendiendo todos los proyectos y programas del gobierno estatal, incluidas dos obras de gran envergadura pactadas a través del programa Peso por Peso, la bolsa de recursos de mil millones de pesos. La orden fue fulminante luego de que en la asamblea prevista hace tres semanas los morenovallistas detectaron la línea en contra ordenada por Lezama, y entonces prefirieron reventar la designación de los consejeros, así como del dirigente municipal del partido. La suspensión de la asamblea se pelea ya en los tribunales, pero el alcalde tehuacanero sufre el látigo del desprecio gubernamental. El gobernador no quiere saber de él porque primero le dijo que sí, y por debajo del agua quiso jugar las contras. Eso lo entiende como traición, y los titulares de Gobernación, Infraestructura, Desarrollo Social y Salud tiene la orden: nada a Tehuacán. ¿Hasta cuándo?


Mientras Juan Carlos Mondragón resiste como gato boca arriba, Ángel Alonso Díaz Caneja y Roberto Grajales viven sus días de vino y rosas con el gobernador. El martes, aprovechando la visita del Dionisio Pérez-Jácome a la entidad, fueron convocados el delegado local Grajales y el senador Alonso para acompañarlos toda la gira. El pecho no les cabe y tampoco la sonrisa: por fin se acerca la venganza en contra de la Organización que los declaró non gratos tras el 2000, y eligió como sucesores de los viejos caciques a Eduardo Rivera Pérez y Pablo Rodríguez Regordosa. Desde su desafiliación, ambos perdieron una y otra vez a manos del Yunque. Pero la venganza se acerca. Para ellos, ya no importa si Mondragón va o viene: lo trascedente es que en el momento en que el gobernador decida su caída, las canicas están a favor de Roberto Grajales para llegar a la dirigencia y expropiarle el PAN al Yunque.


La odiosa escena pone a temblar a la organización: Grajales tomando protesta como dirigente estatal y barriendo las viejas estructuras de las familias custodias para sustituirlas por los operadores morenovallistas. ¿De qué vivirá entonces los viejos patriarcas del Yunque, despojados de su patrimonio en forma del escudo albiazul? Por ello amenazan con acciones desesperadas tal y como lo advertimos el viernes pasado: reventar de plano la asamblea del próximo domingo, evitando el quórum legal con el objetivo que desde el Comité Nacional se nombre a una delegación encabezada por el mismísimo Mondragón.


La bronca al interior de Acción Nacional asoma de proporciones épicas. Tan caliente ha estado el proceso que, de plano, Pablo Rodríguez Regordosa decidió poner pies en polvorosa para no verse arrastrado en su lealtad doble al Yunque pero también a Moreno Valle. Primero se fue a hacer turismo religioso a España y luego, sin explicación de por medio, se fue a Canadá, aunque se espera su regreso en las horas próximas para operar una cicatrización en las heridas entre el Yunque y el mandatario.


Se equivoca quien personalice el pleito en la figura de Juan Carlos Mondragón: el talentoso dirigente se la jugó en campaña para fortalecer la alianza con la izquierda y el magisterio en Compromiso por Puebla. Las diferencias en el periodo de transición con el morenovallismo ocurrieron porque lejos de callar, Mondragón defendió espacios para los panistas que se la habían jugado en la campaña. Su talento está fuera de toda discusión. Las diferencias no son personales, sino que se trata de la batalla por una estructura de poder. A Moreno Valle le puede caer bien, mal o pésimo el dirigente estatal, pero lo que el gobernador quiere es mando sobre la estructura partidistas con vista a su proyecto político de seis años y más allá. La definición de candidaturas es vital y el gobernador no quiere negociar con el Yunque ni deberles favores de incluir a sus amigos en las posiciones. Prefiere, por supuesto, arrebatar a lo que cree tener derecho.


El choque se prevé de tanto calado que la administración morenovallista decidió posponer otros temas prioritarios como la reforma electoral, la duración del mandato del minigobernador y la caída de Hernández Quintana, pues no podía hacer frente a los tres frentes al mismo tiempo. El final parece previsible: Juan Carlos Mondragón se irá, pero también lo hará Grajales, quien no cumplirá su sueño de tomar protesta como dirigente. Y es que nadie come lumbre. Ni los varones del Yunque ni el gobernador Moreno Valle.

 

*** Hoy, por cierto, comienza a despachar Sergio Ramírez Robles como titular de Comunicación Social, quien comenzará a formar su equipo de trabajo. Quien imagine una perita en dulce, se equivoca, pues referencias de compañeros laborales en la consultora De la Riva lo ubican como un auténtico experto en crisis mediáticas, además de ser un politólogo de gran formación. Es decir, un comunicador con método a diferencia de Norberto Tapia, quien confiaba todo a sus “excelentes relaciones”.

 



 
 

 

 
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