Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda
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16/11/2010


La sociedad corrupta y su gobierno corrupto


Terminada La Ciudad de las Ideas, sin garantía alguna de que vuelva a realizarse en Puebla, a muchos de los asistentes nos quedó la desazón de lo lejana que se encuentra nuestra entidad del mundo desarrollado. Cavilaba sobre las teorías de Konzevik, Gladwell, Pinker, Dawkins y tantos más cuando llegó el aterrizaje forzoso. Puebla no cuenta para el primer mundo, pero ni siquiera para su Gobierno federal. El presidente Calderón no vendrá a Puebla en el año del Centenario de la Revolución para festejar el 18 de noviembre y a los hermanos Serdán, de los pocos auténticos héroes que tenemos. La ausencia del Ejecutivo federal puede deberse a muchas cosas, pero tras la andanada del fin de semana en varios medios de comunicación queda claro que lo último que desea es una fotografía con Mario Marín con repercusión nacional en los últimos días de su mandato. El antiguo régimen, pues, vive su colapso. Como en las escenas de la película Inception, alrededor del gobernador y su pandilla todo se desmorona rápidamente. El túnel final será angustioso: un auténtico suplicio que arrastrará a Puebla y prolongará el aislamiento que ya dura cuatro años desde el fatal episodio de Lydia Cacho.


En el colapso del régimen nadie puede alegrarse por el suplicio público al que será sometido Mario Marín, a quien ya se golpea desde todos los frentes posibles. Nadie puede alegrarse porque al final de la corrupción del gobierno marinista todos fueron corresponsables. Hoy muchos se sienten con la calidad moral para tirar la primera piedra, pero en su momento fueron los primeros en aplaudir la existencia de la corrupción, porque de mil formas se sirvieron de ella. Cámaras empresariales, medios de comunicación, constructoras, universidades, organizaciones corporativas, la Iglesia católica, sindicatos. Todos absolutamente fueron partícipes y se llevaron sendas tajadas del presupuesto creciente de Puebla que este año llegará a los 53 mil millones de pesos. Dinero que no se evaporó, sino que acabó en los bolsillos de todos los que vendieron su apoyo moral al régimen a partir del 2006.


El colapso será un suplicio al estilo Fuenteovejuna, todos a una. El domingo Proceso presentó un amplio reportaje sobre el equipo de fútbol de los Marín que juega en la Liga Ibérica con la participación de jugadores profesionales en el retiro, así como su anónimo patrocinador. De repaso también tocó la millonaria construcción de una cancha de fútbol en Casa Puebla solo para satisfacer el deporte sexenal. Condenable absolutamente hoy pero, ¿cuántos poblanos no se sentían hinchados de orgullo por ser un simple invitado a los partidos del domingo, y ya no se diga del honor de formar parte del equipo y alinear junto a los hermanos Marín, Pepe Hannan, Roberto Ruiz Esparza y tantos más? ¿Cuántos no festejaron la decisión de coludir el dinero público con el Puebla FC? ¿Cuántos más no asistieron a las inauguraciones de las canchas de pasto sintético de costo promedio de 3 millones de pesos? ¿Qué empresario se negó a jugar al fútbol en Casa Puebla?


Ayer El Universal también se dio vuelo. Primero con el reportaje de las universidades públicas en crisis, pero con rectores que vuelan en avión, una crítica indirecta al régimen que volvió a la UAP un ala más del marinismo. Y qué decir de Lydia Cacho, que apoyándose en la valiosísima fuente de Acento 21 da por cierta una supuesta investigación de la DEA por el dinero invertido en la empresa de Ricardo Urzúa, por cierto diputado local con fuero. Una investigación supuesta que involucra a Mario Marín García. ¿Y cuántos poblanos se negaron a volar en las irregulares aeronaves del Gobierno estatal, que presumían orgullos a una Augusta que nunca se aclaró en qué condiciones trabajaba para el marinismo? ¿Compra, leasing, patrimonio personal de la familia? Es tiempo de aclararlo todavía.


Por último, se pregunta Ciro Gómez Leyva si Rafael Moreno Valle se atreverá a castigar los excesos de Mario Marín. Con tantas atrocidades, corruptelas e ineficiencias, es un clamor que resuena en amplios sectores de la sociedad poblana. La posibilidad de una persecución se torna cada vez más real, pues no puede obviarse que el comentario proviene de un cercano a Liébano Sáenz, asesor del morenovallismo en opinión pública y encuestas. No parece descabellado que la persecución al marinismo sea una hipótesis de trabajo para el Gabinete de Comunicación Estratégica, y se haya determinado que se trata de un hecho que dará excelentes réditos al gobierno electo. El régimen, por supuesto, es indefendible desde cualquier perspectiva, pues su única herencia es atraso, aislamiento y corrupción. El único pero, quizá, es el costo en materia de gobernabilidad, pero seguro ya lo analizaron y están dispuestos a pagarlo.

 

La persecución a Mario Marín y un intento de encarcelamiento se acercan casi de forma inminente. Aunque hay excelentes razones para hacerlo, no dejo de pensar que el clamor de la sociedad es una forma de liberar su culpa por haber protegido y solapado al régimen a lo largo de un sexenio. Los mismos que piden su lapidación, ¿lo harían si Javier López Zavala hubiera ganado la gubernatura? ¿Tendrían la misma demanda de justicia o seguirían las loas interminables? No vale la pena justificarse: si tuvimos un gobierno corrupto se debe a la sociedad corrupta que lo fomentó y hasta se benefició de él. Ahí no hay medias tintas: todos fueron culpables y muy pocos nos resistimos. Sin embargo, es la hora de ir a la plaza pública a presenciar el linchamiento. Aunque se equivocan si piensan que sólo con eso Puebla regresará al escenario nacional, el presidente ya no nos desairará y estaremos más cerca del primer mundo.

 



 
 

 

 
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