Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda
@Nigromanterueda
artrueda@diariocambio.com.mx
artrueda@yahoo.com


19/01/2012


Blanca se quedó con los brazos abiertos… al final


Su forma de evadir la realidad durante su trienio le ganó entre los reporteros el apodo de “bla, bla, bla, blanca Alcalá”: rollos mareadores y optimistas para salir por piernas cada vez que pisaba un berenjenal. La realidad, sin embargo, tiene su propio peso. Durante semanas, meses, Blanca Alcalá despreció el efecto que podría tener en su carrera política la falta de aprobación de su cuenta pública 2010. En vez de hacer acto de humildad con sus propios compañeros de partido y pedirles su apoyo, fue altiva y desdeñosa. Prefirió dedicarse a asistir a todo tipo de reuniones fuera de las fronteras poblanas para, según ella, granjearse un capital político nacional. Los presagios funestos arrancaron cuando fue exiliada a una delegación en el intrascendente estado de Colima, aunque defendió el traslado como una victoria. El tiempo corría, su cuenta pública seguía detenida, y ella como si nada. Hasta que su pliego de observaciones por mil millones la alcanzó. Ahora todas sus aspiraciones se derrumbaron. El Senado es más que una quimera. Y su premio de consolación, la Secretaría de Gestión Social en el CEN, tampoco llegó. Blanca Alcalá es culpable de su propio derrumbe.


Por el contrario, la carrera de Enrique Agüera avanza viento en popa y su nominación como candidato al Senado es inminente, según refieren todas las fuentes nacionales pese al pataleo de Javier López Zavala. Al contrario de Blanca, el rector Agüera puso manos a la obra en construir las condiciones necesarias para su candidatura. Antes que nada, restableció su relación con el gobernador Moreno Valle y le demostró ser un político confiable, respetuoso de los acuerdos. En otras palabras, en lugar de negar la realidad de los nuevos tiempos, se adaptó. Además, llevó a cabo una gestión modelo en la máxima casa de estudios, en el ámbito académico y de infraestructura, además de convertir a la BUAP en una institución aliada del gobierno estatal: la alfabetización y los cursos de inglés y computación le demostraron a Moreno Valle que se trataba de un aliado efectivo que valía la pena conservar.


El juego de Agüera fue horizontal y discreto. Entre peras y manzanas buscó un acercamiento con la cúpula más cercana a Elba Esther Gordillo y Nueva Alianza a través de Emilio Zebadúa. Incluso escribieron juntos un libro sobre la calidad en la educación superior que no ha sido presentado públicamente. Se ignora si el rector pudo llegar hasta “La Maestra” y ganarse su beneplácito, pero por lo menos es bastante conocido en su primer círculo.


Por último, el rector de la BUAP se puso a trabajar en limpiar su gestión de cualquier señalamiento malintencionado. Dispuso que las finanzas universitarias fueran auditadas por las tres corredurías más importantes del mundo —Fitch&Ratings, Moodys y Standar&Poors— para quitarse de encima la sombra de la sospecha. Agüera entendió que en la política siempre hay guerra sucia y que es mejor blindarse con anticipación.


Se trata de la misma guerra sucia que hoy quiere aprovechar la inauguración del Estadio Universitario y el gran concierto que se transmitió el sábado por la noche en Televisa. La organización corrió a cargo del empresario Ennio Balcázar, quien incluso pago una contraprestación a la universidad para poder ocupar las nuevas instalaciones deportivas. Los intentos por desvirtuar el Festival Musical Puebla 2012 para dañar la inminente designación de Agüera como candidato al Senado, se dice, serán perseguidos con demandas de daño moral.


Así pues no sorprenden los destinos tan dispares de Blanca Alcalá y Enrique Agüera. La exalcaldesa, pese a su largo historial de cargos, todavía no entiende lo que es la política. El rector de la BUAP, con su personalidad camaleónica, ha entendido las dos máximas precedidas por la palabra SIEMPRE. Los acuerdos se cumplen. Y el gobernador es el jefe político de la entidad.


Un consuelo le queda al Blanca Alcalá: sin senaduría ni cargo en el CEN tricolor puede aprovechar su tiempo libre para responder al pliego de observaciones de mil millones para que en su próxima aspiración, por ahí del 2016, ya no tenga que cargar con tal monserga. O quién sabe.


**** Ningún notario por encima de la ley. Si Rafael Moreno Valle ya ha dado muestras de que la impunidad no se va a permitir en el sexenio, haría bien el voltear al escándalo que se gesta entre el gremio de notarios, los únicos personajes en Puebla que todavía se sienten por encima de la ley. Un claro ejemplo es el titular de la notaría 23 de la capital, Antonio Oropeza Hernández, involucrado en la venta fraudulenta de casas a más de 60 derechohabientes del Infonavit. La próxima semana en CAMBIO presentaremos un amplio reportaje al respecto, pero Fernando Manzanilla Prieto y su subsecretario, Enrique Quiroz, harían bien en empezar a documentar el escandaloso fraude pues las denuncias ya cayeron en cascada en la PGJ.


El caso del notario Oropeza Hernández es especialmente preocupante por tratarse de un miembro del Consejo de Directores de la Escuela Libre de Derecho, mi alma mater. Pese al controvertido caso en el que su ética y práctica profesional ha sido puesto en entredicho, acude todos los días tan campante a disertar a su clase de Derecho Notarial, a la que regresó hace unos días en medio de la cascada de denuncias.

 

Como exalumno de la institución me pregunto: ¿Qué enseñará en sus clases Oropeza Hernández? ¿Cómo defraudar el pequeño patrimonio de más de 60 derechohabientes del Infonavit? El caso promete. Y es que el Consejo de Notarios es otra de las instituciones alineadas a Mario Marín que requiere una sacudida. No se lo pierda la próxima semana.

 



 
 

 

 
Todos los Columnistas