Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda
@Nigromanterueda
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20/11/2012


En la carrera del 2013 las únicas señales son las encuestas


A falta de una competencia abierta en las urnas, en los años de la Presidencia Imperial los políticos profesionales y sus intérpretes se especializaron en la búsqueda de “señales” que permitieran desentrañar los designios del Gran Elector. Descubrir antes de tiempo quién era el “bueno” para sumarse a la “cargada” a favor del aspirante que recibía un apapacho, un guiño, una promoción o palabras elogiosas. Inexistente la voluntad de los electores, la política se convirtió en un juego de símbolos. Convertirse en el orador de un evento, la lejanía o cercanía en el presídium, el honor de ser representante personal en un evento eran mensajes que mostraban un esperanzador futuro o los hados fatales del infortunio. Nadie mejor que Germán Sierra llegó a definirlo en 2003, cuando en una célebre conversación telefónica afirmó que no le había llegado “la pinche señal” de Melquiades Morales.


Nada refleja mejor el provincianismo de nuestros analistas políticos que aplicar el viejo mecanismo de la búsqueda de señales o símbolos para entender la carrera de los Fantásticos para hacerse de la candidatura del PAN-morenovallismo a la alcaldía de Puebla capital. Interpretaciones disparatadas, cuando no ilógicas y hasta contradictorias se han aplicado a lo largo de los últimos meses.


Que todo beneficia a Jorge Aguilar Chedraui porque la esposa del gobernador y el secretario de Finanzas se la han jugado en el bando del secretario de Salud. ¿Cómo van a equivocarse Martha Erika Alonso y Roberto Moya? Ésa es la señal a favor de Aguilar Chedraui. O si algo quedaba poco claro, la mejor prueba es que Moreno Valle asiste a un evento sí y a otro también de los que organiza el secretario de Salud, mientras que a los de la Secretaría General de Gobierno o Infraestructura ni se para. He ahí la “pinche señal”.


Otra.


El supuesto distanciamiento entre Fernando Manzanilla y el gobernador Moreno Valle es una cortina de humo para ungir al secretario general de Gobierno. Nada lo legitima mejor que la “insana” distancia de aquellos que no solamente son compañeros de proyectos desde hace años, sino que incluso son familia desde 2011. ¿Cómo podrá desviar Moreno Valle las acusaciones de los medios nacionales de instaurar una pequeña monarquía sino afirmando que nunca fue su candidato y que nunca lo apoyó? La mejor señal, en este caso, es el nexo familiar y amistoso indestructible desde hace años. Lo demás es una cortina de humo.


Y una última.


En las últimas señales Moreno Valle ha ordenado una cargada a favor del secretario de Infraestructura y no se cansa de enviar señales a diestra y siniestra. Lo mismo se lo dice a los conductores de radio y televisión, como que le da oportunidades privilegiadas como ser el orador en el aniversario luctuoso de los Hermanos Serdán. La cargada mediática y política se empieza a ver en las declaraciones de Luis Maldonado Venegas, quien califica a Gali como el “mejor secretario del gabinete”. El Gran Elector no se cansa de tirar elogios a las obras públicas en todos sus actos gubernamentales y por si fuera poco ha dispuesto que su secretaría tenga más presupuesto en 2013.


¿Cuánto tienen de verdad o de mentira estas historias alrededor de la carrera de los Fantásticos? Pues mucho y nada al mismo tiempo.


Un juego semejante tiene sentido en aquel tipo de sociedades en que la voluntad del Gran Elector es la única. En los tiempos actuales, en los que predomina una competencia abierta por ganar la voluntad de los ciudadanos, la de Moreno Valle será una opinión importantísima, pero no definitiva. El éxito de la transición democrática es que los juegos sucesorios están supeditados a la voluntad de los electores, con los que los juegos de símbolos y señales son francamente anacrónicos. ¿O apoco Enrique Peña Nieto recibió la señal de “alguien” para convertirse en presidente? Pues claro que no.


La única señal vigente es la de las encuestas: quien tiene potencia electoral puede ser, y quien no, no, pese a que suene a verdad de Perogrullo. Lo importante no es si Aguilar Chedraui recibe el apoyo de la esposa del gobernador, o si Manzanilla es familia y amigo, o si Gali es muy poblano y se ve beneficiado de una cargada. Lo importante es quién de ellos tiene más probabilidad de enfrentar con éxito al PRI y, en teoría, a dos aspirantes como Doger y Agüera, que les llevan mucha ventaja.


La sentencia de las encuestas es la voz de la razón, y no el dedo del Gran Elector. Por más señales que lance, Moreno Valle no puede hacer a alcalde a uno de ellos por sí solo: requiere de una conformación de partidos y voluntades para hacerlo. Incluso será el candidato quien gane o pierda, y por tanto, quien tendrá que hacer sus propios amarres.


Véase el lado contrario: en su momento Javier López Zavala recibió todas las señales del mundo e incluso tuvo ocho destapes anticipados. Pese a contar con la voluntad de Mario Marín, no recibió el beneplácito de los poblanos. ¿Y de quién recibió Moreno Valle alguna señal? De nadie, más que de los estudios de opinión.

 

¿Y qué nos dicen ahora los estudios de opinión? Pues que Gali es quien tiene más potencial electoral. Y que Aguilar Chedraui es el más conocido de ellos. Es la voz de los números.

 

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