Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda
@Nigromanterueda
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artrueda@yahoo.com


21/06/2012


El México bronco asoma del lado del Peje, pero también de Peña


En el horizonte se divisa un conflicto poselectoral y la mayoría de los analistas presentan escenarios catastróficos sobre aquello que ocurriría si López Obrador pierde, por segunda vez, la Presidencia. ¿Qué ocurriría con la movilización conjunta de los brigadistas de Morena, las estructuras partidistas del PRD, PT y Movimiento Ciudadano, el SME y los jóvenes de #YoSoy132? ¿Cuál es el coctel explosivo que podrían preparar? Pero esos analistas pasan por alto el conflicto poselectoral que en verdad podría poner al país patas arriba: ¿qué ocurriría si, luego de encabezar seis años todas las encuestas, y que a lo largo de los tres meses de la campaña electoral ningún sondeo lo puso abajo, Enrique Peña Nieto y el PRI se descubren perdedores de la elección presidencial contra todo pronóstico? ¿Cómo reaccionarían sus 20 gobernadores y aliados fácticos como Televisa y Elba Esther Gordillo?


No es necesario ser adivino para entender que el país se dirige a un choque de trenes provocado por aquello que José Carreño Carlón define como la percepción selectiva. Es decir, somos incapaces de aprehender la realidad como un fenómeno unitario, por lo que sólo fijamos nuestra atención en aquello que ya pensábamos o refuerza nuestras creencias o sentimientos. Así, quienes simpatizan con López Obrador dan por sentado que la elección será reñida, que los únicos medios que dicen la verdad son Aristegui, Proceso, La Jornada; que el movimiento de los #YoSoy132 es el principal impulso del proceso electoral y que el #Debate132 de ayer casi casi fundó un nuevo país. Son los que buscan ávidamente las fotos de los cierres del tabasqueño en los medios y enfurecen cuando no las encuentran, y por eso piensan que las redes sociales han desplazado al sistema tradicional de medios. Y cada que sale una nueva encuesta que da la ventaja a Peña, vociferan y los llaman vendidos. Su percepción selectiva los hace mirar un lado de la realidad.


Pero lo mismo le ocurre a los priistas. Los números que semana a semana han presentado Mitofsky, Parametría, Ulises Beltrán y compañía son la verdad de la pura verdad. Los jóvenes del #YoSoy132 son puros revoltosos manipulados por Camacho Solís, y la guerra en redes sociales demuestra que en México valen madres porque no han perdido ni un punto. Que la ausencia de Peña en el #Debate132 no le pegó en nada porque apenas 80 mil se conectaron, y que la sociedad civil sigue sin tener peso en el sistema político ante las estructuras de los gobernadores y de los sectores del tricolor. Que los números raros de Reforma eran estrategia de desestabilización, y que las muchedumbres que van a los cierres de López Obrador son puros acarreados.


Por pura definición, no hay verdad ni realidad dada esta percepción selectiva y a la poca credibilidad de los actores involucrados, sea mediática, política o técnica. En cualquier otro país del mundo desarrollado, las encuestas son instrumentos confiables de investigación social. En México han dejado de serlo para cumplir una función propagandística, y por ello hay una incertidumbre sobre quién ganará pese a que el consenso es la diferencia de 12-15 puntos a favor de Peña.


La percepción selectiva de los simpatizantes de la izquierda dice que si López Obrador no gana, es porque otra vez habrá fraude, y por tanto, conflicto poselectoral. Pero tal visión en ellos ya es conocida porque en 2006 nos recetaron la mayor inestabilidad de la historia, y en esta ocasión lo que podría cambiar es que hay mejor organización y nuevos actores, como los #YoSoy132, para apoyar una resistencia civil.


Pero imaginemos un escenario: supongamos sin conceder que, en efecto, TODOS los encuestadores del país se equivocaron y la noche del 1 de julio López Obrador se alza ganador con, digamos, unos 2 puntos de diferencia. ¿Cómo van a reaccionar Enrique Peña Nieto y los más de 20 gobernadores del PRI? ¿Cuál será su reacción emocional por perder en el último minuto? ¿Emilio Azcárraga Jean y sus aliados fácticos se van a sentar tranquilos a ver cómo su mayor enemigo se hace de Los Pinos? ¿Y Elba Esther Gordillo, sabiendo que la victoria del Peje es su muerte política?


Es cierto: López Obrador puede hacer daño al país con su conflicto poselectoral. Pero creo que ahora sí el PRI podría hacer más: el concepto de institucionalidad no sería suficiente para contener las pasiones de aquellos que se ven despachando en el gobierno federal, disfrutando de las bondades del presupuesto, de las delegaciones y de las entradas y salidas de Los Pinos.

 

Los mexicanos llegamos al peor de los mundos: datos más, datos menos, sabemos qué pasará si López Obrador pierde el 1 de julio. Pero de lo que no sabemos nada es qué pasara si llegase a perder Peña Nieto. Por uno y otro lado, el México bronco se asoma.

 

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