Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda
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30/11/2010


Agenda de prioridades y riesgos para el morenovallismo


A medida que se acerca el primero de febrero de 2011, la Comisión de Transición y el gobernador electo seguramente dudan si se trata de una fecha bendita o maldita. Los poco más de 60 días que restan, a los que habría que descontarles una quincena de vacaciones navideñas y de fin de año, lucen insuficientes para atender los expedientes que se acumulan sobre el escritorio de Fernando Manzanilla. La lista de pendientes luce inmensa, pues el solo hecho de llenar los puestos de primer nivel de la burocracia estatal con los perfiles adecuados es una tarea titánica, dado que una gran parte de los aliados naturales del bando ganador, en los meses de la transición, se han convertido en personajes incómodos que demandan y demandan posiciones. Entre quienes se encuentran vetados por sus malos servicios y traiciones en la campaña, más las fobias personales de los miembros selectos del morenovallismo, y terminando con aquellos a los que un día se usó y ahora se desecha, faltan elementos para llenar los primeros cuadros. Y es que no hablamos solamente de secretarios, sino de subsecretarios, coordinadores generales, directores de área. Además, debemos tomar en cuenta los organismos descentralizados. ¿Cuántos puestos de primer nivel existen en la administración pública local? ¿Cincuenta, cien? ¿Acaso Rafael Moreno Valle los tiene capacitados y preparados de acuerdo al perfil que busca para transformar a Puebla? Yo, francamente, lo dudo.


La administración fácilmente podría rellenarse con los operadores electorales y aliados políticos para los puestos burocráticos de tercer nivel. Pero ¿de dónde sacarán a cien funcionarios con el perfil adecuado para el primer nivel de gobierno? Por si fuera poco, son pocos los panistas decididos a participar en el Gobierno estatal, ya que la mayoría de ellos, por decisión propia, prefieren irse al municipal con Eduardo Rivera Pérez. Los headhunters del morenovallismo no parecen tener muchas opciones. Una, importar funcionarios. No es casualidad que muchos de los nombres trascendidos no sean poblanos, por ejemplo, Luis Maldonado Venegas, Cuauhtémoc Sánchez Ocio, Norberto Tapia y Roberto Moya. Si se plantea un gabinete de fuereños quizá es por la falta de talentos locales. Es obvio y evidente que todos ellos traerán sus propios cuadros de confianza para los puestos de segundo nivel, como directores generales y de área. La otra opción es debutar jóvenes talentos de las universidades privadas poblanas, tal y como lo hizo Moreno Valle a su paso por la secretaría de Finanzas. ¿Cuánto tardarán en madurar y dar resultados estos jóvenes talentos? Pueden ser meses. O años.


Todo gobierno, dentro de su planeación estratégica, debe contar con una agenda de prioridades, y también una agenda de riesgos. ¿Cuáles son las prioridades del morenovallismo? Sin duda se trata del gran quebradero de cabeza que debe ocupar los pensamientos del gobernador electo y de su mariscal Manzanilla. El arte de la guerra de Sun Tzu dice que las batallas deben elegirse. ¿Cuáles ha elegido el gobierno para llevar al Congreso? ¿La constitución de Compromiso por Puebla como un frente legislativo? ¿La permanencia de la Gran Comisión como órgano de gobierno? ¿La integración de las principales comisiones dictaminadoras del Congreso? ¿La persecución a los secretarios marinistas aprovechando la glosa del informe? ¿La modificación de la Ley Orgánica de la Administración Pública para adecuar su estructura y crear funciones como la del secretario general de Gobierno? ¿Lanzar un impresionante programa de cien acciones en los primeros cien días de gobierno? ¿Meter a la cárcel a Mario Marín? ¿Pelearse con los medios de comunicación? ¿La integración del Plan de Gobierno atendiendo las conclusiones de los Foros Ciudadanos? ¿La renegociación de la deuda pública y la asunción de un crédito propio?

 

Yo no creo que pueda hacerse todo al mismo tiempo. E, incluso pudiendo, ¿tiene el morenovallismo los operadores políticos suficientes y capaces para atender todos los frentes de la batalla?

 

Espero también tengan lista una agenda de riesgos que debería contener tres temas principales. Uno, la forma de enfrentar la más que cantada irrupción del crimen organizado con un hecho de mediana escala en el primer mes de la administración. ¿Es que nadie piensa que los cárteles tratarán de calar la plaza aprovechando la transición gubernamental? Dos, las primeras fisuras de la megacoalición, pues serán muchos los aliados de Moreno Valle que no se darán por satisfechos con el reparto del botín y empezarán a despotricar en contra de la transición. Y tres, las minas personales que Mario Marín, amo de la cañería del sistema político, dejará sembradas al próximo gobierno para activarlas cuando el agua esté a punto de alcanzar su cuello.

 

Uffff! ¿Sesenta, cuarenta y cinco días, treinta, para tomar protesta? Muy poco para terminar de definir la agenda de riesgos y prioridades, así como los hombres y operadores políticos que acompañarán a Moreno Valle los próximos seis años.

 



 
 

 

 
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