Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda


El lorito jurista ataca de nuevo

 

El demonio interior de Sócrates lo llevó a ser condenado a muerte por los atenienses. El demonio interior de Carlos Meza lo ha convertido en un chivo en cristalería que ni siquiera los marinistas, sus nuevos dueños, pueden controlar. El lorito jurista desbarró como nunca antes lo había hecho: desde su posición como dirigente municipal del tricolor arremetió contra el ex gobernador Melquiades Morales, antiguo benefactor que lo hizo diputado plurinominal, mordió la mano que le dio un día de comer al acusarlo –sin pruebas- de cometer un “atraco” en la venta de terrenos de la Reserva Territorial Atlixcáyotl. Por si fuera poco, también embistió a muchos de sus colegas notarios que recibieron la patente en los sexenios de Mariano Piña Olaya y Guillermo Jiménez Morales al señalar que muchos de ellos “deberían estar en la cárcel”. En su prisa por descalificar, Meza se olvidó de un notario poderoso que recibió su patente en esos años: el gobernador Mario Marín. ¿Fue una sugerencia?

 

No cabe duda que al notario se le pasó la mano en su ración diario de coca cola, un componente químico que le provoca una dislexia verbal incontrolable. El lorito jurista cometió uno de sus clásicos desmanes con tal de agradar al marinismo. Pero se equivocó, porque al lanzarse en contra de Melquiades Morales, inmediatamente puede ser sujeto de un proceso de expulsión del PRI ante su Comisión de Honor y Justicia. Como debemos recordar, la pasada Asamblea Nacional modificó sus estatutos para endurecer las penas en contra de los autocríticos del partido, uno de los males que han provocado la desunión del partido.

 

Carlos Meza, en sus extravíos verbales, se olvida que habla a nombre de su partido, desde su humilde huesito del PRI municipal. Si los panistas desde hace tiempo tratan de capitalizar electoralmente el escándalo de la entrega del Parque Metropolitano a Ricardo Henaine, ahora tienen el pretexto perfecto: un priísta ha acusado a otro priísta de cometer un atraco, de disponer de un botín, en la venta de terrenos de la Reserva Atlixcáyotl.

 

Pobre lorito jurista. En lugar de dedicarse a construir, destruye políticamente. ¿Y así quiere ser diputado federal? Analicemos su corta memoria. ¿Por qué cuando fue diputado en la Legislatura 2001-2004, nunca denunció las irregularidades en la venta de terrenos de la zona Atlixcáyotl, si conocía perfectamente el tema al haber fungido como el último secretario de Gobernación bartlistta? ¿Por qué su memoria se ha robustecido repentinamente? ¿Por qué morderle la mano al que le dio oportunidad de llegar a la diputación, cuando ni siquiera pertenecía a su grupo político?  Muchas dudas dejan el ataque al hoy senador, sobre todo ahora que Meza milita abiertamente en el zavalismo? ¿Es un mensaje?

 

Sería bueno que Carlos Meza, excelente abogado, llevare a los tribunales la reversión del Parque Metropolitano si sabe y tiene prueba de que Melquiades Morales cometió un atraco. ¿Lo hará o simplemente se trata de una balandronada más del notario? ¿Cómo se las cobrará el clan de los Morales, siempre preocupados por la buena fama pública?

 

Y si el lorito jurista, en su calidad de dirigente tricolor se equivocó al acusar a un cuadro distinguido del partido, lo que podría culminar en su expulsión, se equivocó todavía más al acusar al gremio de notarios, mismo al que Meza pertenece. En el fondo subyace una gran duda: ¿quiénes son los notarios delincuentes? ¿Por qué no los acusa directamente ante el ministerio público? ¿Qué pruebas tienen? ¿Es un cómplice si no lo hace?

 

Y sobre todo, como dice aquel viejo dicho: Meza, para tener la lengua larga, ¿tendrá la cola corta a la ahora de practicar su función notarial?

 

Los desvaríos del lorito jurista prometen. Pero más la respuesta del melquiadismo.

 



 
 

 

 
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