Tiempos de Nigromante
Arturo Rueda
06/01/2010
Alcalá y su cita con el destino
La carrera política de Blanca Alcalá tiene fecha de caducidad: su deadline llega al 16 de enero cuando se emita la convocatoria oficial del PRI del proceso interno para elegir candidato a la gubernatura. Si la alcaldesa con potencial mediático para competir en la convención de delegados no lo hace, su ciclo político habrá terminado y la bocanada de aire puro que significó su victoria en el 2007 se extinguirá irremediablemente. Sus amplias posibilidades para negociar su trascendencia sexenal se habrán terminado. Y es que sin presentar frente de batalla, lo único que el gobernador Marín y Zavala le ofrecerán serán migajas, tal y como lo han adelantado algunos columnistas: diputaciones locales para Héctor Sulaimán y Edgar Chumacero. A lo mejor alguna posición en el gabinete. Y todo eso, por supuesto, sujeto a que quieran cumplir y a su buena voluntad, ya que Beatriz Paredes no será testigo de honor de tales pactos, por lo que no hay garantía de cumplimiento.
La alcaldesa eludió con éxito las numerosas trampas que le colocaron en el 2009 para obligarla a manifestarse si participaría en la contienda interna del PRI. Curiosamente, cada vez que el cónclave de aspirantes se reunía, ella estaba fuera del país por una u otra razón. La exclusión ficticia que armó Alejandro Armenta provocó un encontronazo con la dirigencia estatal para hacerse respetar, y de ahí en adelante nunca más trataron de sobajarla. El discurso encontró un hueco temporal: su posible participación no se definiría hasta que los tiempos legales llegaran, es decir, hasta la emisión de la convocatoria. Pero el tiempo de la alcaldesa ya se agotó. Y muchos apuestan, casi todos los columnistas, que ha negociado su declinación por un triste plato de lentejas.
Contra los columnistas que dan por hecho su declinación a cambio de dos diputaciones locales y una promesa de inclusión en el gabinete de Zavala, otras fuentes refieren que la alcaldesa profundizó su estrategia de cabildeo con figuras nacionales en las últimas semanas del 2009 para denunciar el bloqueo que sufre a sus aspiraciones. Y que tan efectiva resultó la estrategia que gracias a un padrinazgo mediático consiguió que el gobernador Marín la recibiera antes de partir a Copenhague a la Cumbre del Cambio Climático. Un poderoso empresario de medios nacionales de comunicación le pidió al mandatario como un favor personal que recibiera a la alcaldesa, pues ella denunciaba a los cuatro vientos en el DF un maltrato a su persona.
El gobernador accedió y le dio cita en Casa Puebla para un miércoles. Debido a cuestiones de agenda, no pudo recibirla. En respuesta, Alcalá volvió a llamar al acaudalado empresario, quien nuevamente solicitó al gobernador Marín que se reuniera con la presidenta municipal. Francamente exasperado, el gobernador aceptó. Aquí las versiones difieren: unas fuentes citan el encuentro en jueves, y otras el sábado previó al viaje a Copenhague. Y por supuesto, las fuentes relatan un encuentro friccionado en el que el único acuerdo entre ambos personajes fue el anuncio de que su cuenta pública sería aprobada para evitar sus quejas en el Distrito Federal. En efecto, la cuenta fue aprobada por el Congreso local en su semana de ausencia.
Y a todo esto, ¿cuál era la urgencia de la alcaldesa para encontrarse con el gobernador Marín? Por supuesto que era mucha, al grado de que forzó el encuentro recurriendo a un empresario nacional, e insistió ante el primer plante. Con la segunda petición era un hecho que habría un encuentro ríspido. ¿Por qué la urgencia?
Las mismas fuentes afirman que Alcalá forzó el encuentro antes de viajar a Copenhague para anunciarle al gobernador Marín sus intenciones de inscribirse en el proceso interno para después del 15 de enero. Así como lo lee. Que por ello le urgía la aprobación de su cuenta pública y de igual forma había cancelado la construcción del Viaducto Elevado. Y que incluso ya tenía diseñada su imagen para competir.
El rumor palaciego señala que Alcalá salió regañada y contraregañada. Con rispidez, el gobernador le indicó que no tenía ninguna oportunidad frente a Zavala, que mejor negociara con él alguna posición y terminara bien su periodo, sin escándalos, amenaza implícita de por medio. El gobernador abandonó intempestivamente el encuentro con la sola concesión de la cuenta pública. Y la alcaldesa salió inconsolable de Casa Puebla rumbo a la fría Dinamarca.
Así que las apuestas corren: el desplante del gobernador fue suficiente fuerte para amilanar a la alcaldesa y forzarla a negociar un plato de habas, o el periodo de reflexión navideño le dio a Alcalá las agallas suficientes para pelear por el futuro de su carrera política. Al misterio le quedan pocos días para revelarse. Si el 16 de diciembre dice que no se inscribirá, un promisorio liderazgo será reducido a fuego fatuo. ¿O después de haber sido la primera presidenta municipal se conformará con regresar a ser una simple empleada del gobernador en turno? ¿Deberá sentarse a negociar sobre las rodillas cuando las encuestas señalan un altísimo potencial mediático?
El diagnostico indica hasta ahora, según los columnistas adictos al zavalismo, que Alcalá rindió la plaza con puras promesas. Personalmente creo que todavía habrá sorpresas la próxima semana. Pero el sábado 16 de enero Alcalá tiene una cita con el destino.
|