Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda
artrueda@diariocambio.com.mx
artrueda@yahoo.com


06/04/2010


¿Pactó el marinismo con los narcos?


No debe darle mucha alegría a los poderosos habitantes de los fraccionamientos de lujo en la capital, La Vista y Lomas de Angelópolis, que sus pulcras calles y clusters aparezcan en las declaraciones ministeriales de las prostitutas, enfermeras y músicos que trabajaban con Arturo Beltrán Leyva, el famoso Jefe de Jefes, y que ha recogido la PGR para esclarecer los últimos días del sanguinario narcotraficante. Son ellos, quienes lo acompañaron en sus últimos días quienes han confirmado lo que siempre sospechamos. Que la levítica y añeja ciudad de Puebla se ha convertido en el oasis, paraíso de narcotraficantes, quienes viene aquí para reposar de sus ajetreados días de balaceras y persecuciones. Desde hace dos días, el diario Reforma en sendos reportajes publicó tales declaraciones ante la PGR que permiten reconstruir los últimos días de Beltrán Leyva, allá por los mediados de diciembre del año pasado. Y que de acuerdo a tal información, el capo no tenía una, sino dos residencias de lujo en Puebla: una en la capital y otra en Cholula. Nada más y nada menos.

 

De las declaraciones, además, se rescata la preocupación de Beltrán Leyva, relatada justo en una bacanal amenizada por Ramón Ayala sentado junto a su rifle bañado en oro, por el avance en la entidad del cártel liderado por el Chapo Guzmán y el Mayo Zambada porque “habían comprado a la Policía de Puebla y varios militares”.

 

Así que lo intuido desde hace meses se confirmó. Que Puebla se encuentre alejada de las balaceras y matanzas del narco, y apenas se presencien “hechos aislados” porque los grandes capos del narcotráfico han decidido comprar bonitas  y relajantes residencias de descanso en la ciudad, convirtiendo caros y decentes lugares como La Vista y Lomas de Angelópolis en unos simples narcoresidenciales.

 

Arturo Beltrán Leyva, uno de los narcos más sanguinarios del país, vivía en Puebla con dos casas de lujo, de donde escapó para encontrar la muerte en otro departamento de lujo, ahora en Cuernavaca. Según él, también se encuentran aquí el Chapo Guzmán y El Mayo Zambada —ahora protector del bendito Julio Scherer—, quienes, para tranquilidad de todos los poblanos, ya compraron a nuestras autoridades policíacas y varios militares.

 

¿Y a todo esto que dicen los capos de la seguridad local? ¿El General Ayón, el Procurador Archundia y el super informado Adolfo Karam? ¿Sabían o no sabían que Beltrán Leyva tenía en la entidad dos residencias de descanso? Sólo hay dos posibilidades y no sé cuál es peor. Una, de plano no tenían idea, por ejemplo, a pesar de que el General Ayón vive en Lomas de Narcópolis. Es decir, su servicio de inteligencia es pésimo y tiene peor olfato que un murciélago. Dos, sí sabían de su presencia y quien sabe de cuántos narcos más. Y decidieron pactar con ellos. Así de simple.

 

La idea de que el gobierno marinista pactara con los narcos asusta, y mucho. Porque si bien consiguen una relativa tranquilidad para los ciudadanos, permiten que las corporaciones criminales crezcan al amparo de la oscuridad para luego convertirse en un monstruo de mil tentáculos, como el que incubaron Salinas, Zedillo y Fox y que ahora Calderón debe enfrentar con muy pocas posibilidades de éxito, pero con gran derramamiento de sangre.

 

Los pactos aparentemente benéficos terminan en historias terroríficas como la protagonizada por Julio Scherer, que de periodista temido pasó a tierno minino frente al Mayo Zambada, como evidencia la supuesta entrevista que el capo le concedió y que únicamente se redujo a tres preguntas, ninguna de ellas crítica. Lo peor es la fotografía de portada de Proceso, pues no sólo el periodista legendario se dejó tomar al lado de un asesino de periodistas, sino que el brazo poderoso del narco descansa en forma protectora sobre el indefenso Scherer. Una traducción simple: nadie toca a mi periodista, porque mi periodista escribe lo que yo le dicto. Y es que lo que efectivamente salió publicado en Proceso.

 

Sé que hoy era un día para escribir de matracas, mítines y discursos. De apertura de campañas y contingentes de apoyo. De propuestas y ataques. De Javier López Zavala y Rafael Moreno Valle. Pero no. La duda es más fuerte. ¿Saben nuestras autoridades cuáles narcotraficantes han elegido La Vista y Lomas para vivir? ¿No tienen idea? ¿Existe un pacto mafioso entre los capos y el gobierno estatal? ¿Compramos nuestra tranquilidad al costo de alimentar al monstruo?

 

¿Quiénes son los vecinos de nuestros millonarios políticos y empresarios que viven en los narcoresidenciales de lujo?

 



 
 

 

 
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