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Tiempos de Nigromante
Arturo Rueda
07/01/2010
Montero, proyecto 2016
La candidatura priísta a la alcaldía es la primera manzana de la discordia que divide a Mario Marín y Javier López Zavala en la etapa más peligrosa del parto, cuando el dios mortal apenas empieza a declinar y el sol naciente todavía no llega al firmamento. La nominación de Mario Montero Serrano amenaza con provocarles el primer disgusto. Mientras el gobernador pretende cerrar el círculo de su proyecto transexenal imponiendo -también- a uno de sus incondicionales en la alcaldía y cercando cualquier atisbo de independencia del futuro mandatario, el delfín se rebela a la posibilidad de llevar como fórmula a su ex rival en la puja sucesoria. Su lema, repetido en cada mesa que se sienta, es cualquiera menos Montero. Zavala ve con buenos ojos a Jorge Estefan Chidiac, Luis Alberto Arriaga e incluso Pablo Fernández del Campo. Incluso, afirman sus allegados, estaría dispuesto a negociar con Enrique Doger la postulación a la alcaldía para evitar una ruptura. Pero el gobernador Marín sigue en sus trece: Mario Montero será candidato a la alcaldía e incluso ya fijo el 30 de enero como fecha probable a su renuncia a la secretaría de Gobernación.
Reescribir la historia de los desencuentros Zavala-Montero sería demasiado amplio. Baste decir que desde el comienzo del sexenio fueron las dos únicas cartas sucesorias del gobernador Marín, y por ello entraron en franca competencia. Montero, desde la dirigencia estatal del PRI, partió con ventaja por derecho de antigüedad en la amistad, y pareció adelantarse definitivamente en el 2006 cuando fue postulado al Senado en la fórmula con Melquiades Morales. Su boleto a la final se frustró gracias a la operación de Javier López Zavala desde Gobernación, cuando apoyó sin ambages a su amigo Rafael Moreno Valle que había abandonado las filas del tricolor para encabezar la formula panista. La operación conjunta tiró del caballo a un Montero que desde el Senado se veía jugando la final sucesoria.
Después de la derrota, Montero desapareció varios meses, periodo que Zavala aprovechó para afirmar su relación con el gobernador y presentarse como la única carta sucesoria disponible. El gobernador revivió a Montero para colocarle en Gobernación cuando Zavala se fue a operar la contienda intermedia del 2007. Y aunque por algunos meses pensó que todavía podía jugar la sucesión, Marín hace tiempo se había decidido por su delfín.
Pero en un acto de audacia absoluta, lo que en realidad hizo Marín fue construir dos delfines para cerrar el círculo del proyecto transexenal. Un delfín para la gubernatura y otro para la alcaldía. Así, indirectamente, el gobernador desde ahora está condicionando la sucesión de Zavala al ponerle la cuña de Montero. ¿O alguien duda que siendo alcalde en el periodo 2011-2014 no peleará la sucesión del 2016? En realidad esa parece ser la intención verdadera: asegurar la hegemonía marinista por los siguientes 30 años. Después de Zavala, Montero. Y después de Montero, Alejandro Armenta o Marín junior.
El delfín marinista se sabe cercado y por eso se rebela a la postulación del secretario de Gobernación. Primero lo hizo tímidamente y poco a poco comienza a alzar la voz entre sus apoyos empresariales. Su único argumento es que Montero no tiene un posicionamiento competitivo y que sería un lastre en la campaña constitucional, poniendo en riesgo la victoria del PRI en la gubernatura. Afirma que las candidaturas de Arriaga, Estefan o Pablo Fernández serían más competitivas, e incluso pidió una medición especial al CISO para demostrarlo.
Pero los números y Pitágoras no mienten. De acuerdo con las encuestas, Montero tiene una posición más cómoda en la contienda interna por la alcaldía que Zavala por la gubernatura. Suponiendo sin conceder que el delfín le lleva 10 puntos de Enrique Doger –María de las Heras dixit-, Montero le saca más de 20 puntos a su más cercano perseguidor, sea Valentín Meneses, Jorge Estefan o Pablo Fernández. ¿Entonces quién tiene posición más cómoda?
Zavala, en afán por deshacerse de Montero, preferiría pactar con Doger la alcaldía, algo a lo que se niega rotundamente el gobernador. Y es que si las encuestas harán candidato a Zavala, por qué no harán lo mismo con Montero.
Menuda manzana de la discordia.
*** La trastienda de Eje Central. “Desde hace buen tiempo, el gobernador Mario Marín ha estado impulsando a su secretario de Desarrollo Social, Javier López Zavala, para que sea el abanderado priista en la próxima contienda por la gubernatura y sea él a quien le entregue el poder estatal, y ya dio los pasos para que no se muevan sus adversarios, como Enrique Doger, encargado de asuntos de desarrollo municipal quien parece ser el priista más sólido para la candidatura. Pero Marín, con su peculiar estilo, dejó a todos los poblanos fríos, y para que no le den un sabadazo, dio el suyo en martes. Al reunirse con la prensa poblana con motivo del año nuevo, dijo que desde su punto de vista, el único priista que se inscribiría para la candidatura para gobernador cuando se abra la convocatoria del partido, sería su delfín Zavala. ¿Nadie más? Nadie más. Y erso que dicen que ya no hay dedazos”.
Esto fue publicado ayer en el portal digital que dirige el periodista Raymundo Riva Palacio.
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