Se trata de otro caso de agresión al periodismo poblano, surgido en un clima de desprecio a la prensa en general alimentado desde el gobierno estatal. Un caso más de embate contra periodistas.


Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda


¿Hasta cuándo, señor gobernador?


La prensa poblana empieza bien el año: seis guaruras de Óscar García, el constructor favorito del sexenio, agredieron ayer a los reporteros de CAMBIO, Efraín Núñez y Ulises Ruiz, cuando trataban de entrevistarlo en el interior del Hospital General de la Zona Norte para que respondiera por las múltiples irregularidades en la edificación del nosocomio, su retraso en las obras y el por qué del aumento en el costo previsto de 470 millones de pesos a más de 700.  El gran beneficiario de la amistad con Javier García Ramírez, quien ha recibido más de mil millones en obra pública los tres primeros años de la administración marinista, prácticamente enloqueció y con un guiño lanzó a su personal de seguridad contra los reporteros.

 

Los guaruras rodearon a Núñez y al reportero gráfico Ulises Ruiz mientras Óscar García se escabullía al interior del Auditorio de la inacabada segunda parte del Hospital Norte. Tres de ellos amagaron al fotoreportero: uno lo arrastró tomándolo por el cuello mientras otros dos lanzaban puñetazos a su abdomen tratando de arrebatarle la cámara que contenía las fotografías de Óscar García al llegar al nosocomio. Otros tres guarros luchaban contra Efraín Núñez, que con una mano grababa el zipizape y con la otra trataba de comunicarse a la redacción de CAMBIO para obtener algún tipo de apoyo. Cobardes, los seis se aprovechaban como buenos montoneros. Inmensos en su ventaja, de la boca de los guarros salían amenazas e insultos al por mayor: “!Los vamos a remadrear! ¡Los vamos a chingar!

 

Después de arrastrarlo hasta la salida del nosocomio a base de puñetazos y empujones, los guaruras seguían sin poder despojar de su cámara a Ulises Ruiz, quien la defendía como a su vida. Un policía auxiliar asignado a la seguridad del Hospital Norte se unió a la refriega para apoyar a los cobardes. Sólo entonces los montoneros pudieron ganarle a Ulises. El policía auxiliar lo despojó de la cámara y comenzó a desarmarla en búsqueda de la tarjeta de memoria. Después de arruinarla, finalmente la encontró y se la entregó a los guaruras, que soltaron al reportero gráfico y entre risas le regresaron su cámara arruinada.

 

Armados con un coraje de leones y una cámara de repuesto, Ulises y Efraín regresaron al interior del Hospital para poder captar en imágenes a sus agresores. El director del nosocomio, Ernesto Macías Guerra, salió a su encuentro para deshacerse en disculpas y deslindarse de la agresión: es cosa de la constructora, dijo. Yo no tengo la culpa. El encargado de la seguridad auxiliar deslindó a su elemento: se equivocó, perdonen ustedes.

 

Al lugar de la gresca llegamos Héctor Hugo Cruz y el columnista. Frente a nosotros pasó a toda velocidad una camioneta Cayenne –Porsche- propiedad de Óscar García, quien abandonaba la obra después de ordenar la artera agresión. Los guaruras se quedaron en el Hospital Norte y fueron enfrentados por los cuatro elementos de CAMBIO, aunque seguimos siendo superados en número. Aún así, logramos identificar entre los montoneros al supervisor de obra de la Seduop y al residente de la empresa de Óscar García.

 

Se trata de otro caso de agresión al periodismo poblano, surgido en un clima de desprecio a la prensa en general alimentado desde el gobierno estatal. Un caso más de embate contra periodistas, la piedra en el zapato del régimen y que ya les costó perder dos años de gobierno al enzarzarse en el escándalo Cacho-Marín y el desprestigio nacional.

 

Y aunque en esta ocasión no participa directamente Mario Marín, ni Gobernación o Comunicación Social, el zafarrancho se produce en el marco de una investigación periodística dirigida a evidenciar el compadrazgo y corrupción de Javier García Ramírez, secretario de Obras Públicas, con constructores como Óscar García a quienes entrega obras millonarias, paga sobreprecios y tolera múltiples retrasos y todavía siguen recibiendo prebendas.

 

Así que sólo queda dos preguntas:

 

¿Hasta cuando, señor gobernador, más agresiones a la prensa poblana?

 

Y dos:

 

¿Cuál es el verdadero compromiso de su gobierno con la libertad de expresión?




 
 

 

 
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