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Cantinflitas, desgracia del sexenio

En una pléyade de pésimos funcionarios, escoger al peor del gabinete marinista no es tarea fácil. Para unos será la Procuradora Villeda, que desde el inicio de la administración un día sí y al otro también mete en problemas al gobernador. Otros se inclinarían por Ricardo el loquito Velázquez, el consejero jurídico de las grandes pifias ante la Suprema Corte. La prensa oficialista gusta de ensañarse con Gerardo Fernández Sánchez y Juan José Bretón, colocándolos en el centro de la ineficiencia y demandando su cabeza como condición del relanzamiento mil veces prometido de la administración. Que decir de Alejandro Montiel, que en tan sólo un año borró de la faz de la tierra el extraordinario trabajo de Pedro Ángel Palou. Y del general Mario Ayón, aborrecido por sus propios elementos y correteado delante de los medios. Javier López Zavala y su insoportable protagonismo, zarandeado hoy por los ministros de la Corte.

 

A la amplia lista de candidatos al peor funcionario del sexenio desde hoy debemos añadir a Víctor Manuel el Cantinflitas Sánchez Ruiz, apodado así en la Sedecap por los rollos soporíferos que suele aventarse en las reuniones de trabajo en la dependencia. El Cantinflitas parece un personaje gris, habla como un personaje gris y trabaja como un personaje gris. Huele a pollo y sabe a pollo. ¿Qué es? Pues un personaje gris.

 

El contralor Cantinflitas hasta hoy se ha cubierto de las críticas gracias a la opacidad con la que vive. En otros tiempos, a Sánchez Ruiz debían haberlo apodado El Tecito, porque no hace ni bien ni mal. O el ombligo, porque con él ni para arriba ni para abajo. En los tiempos actuales, la única forma de llamarlo es el cómplice por excelencia de las ineficiencias y corruptelas que solapa desde su oficina. Su último performance es el encubrimiento a Marco Antonio Rojas Flores, Rómulo Arredondo, Javier García Ramírez y Edgar Nava, corresposables todos de los 32 muertos que perecieron en el derrumbe en la carretera de la muerte en Eloxochitlán.

 

¿Cuántas irregularidades han desfilado ante los ojos de los poblanos en los dos años y medio de la administración marinista? Cientos, pero el Cantinflitas tiene un modus operandi perfectamente definido para encubrir a sus compañeros de gabinete. “Vamos a iniciar una investigación” es lo primero que escupe ante cualquier problema. Una investigación que, al paso de las semanas y los meses, siempre termina en nada. Nadie es responsable de nada. Solo le falta, cantar en el estilo Juanga, contigo nada, nada, nada, nada, nada, nada. (Que no, que no).

 

Su comparecencia de ayer ante los medios para explicar la asignación ilícita del tramo Eloxochitlán-Alcomunga a Edgar Nava fue penosa. Cantinflitas dice no tener memoria de elefante para acordarse de tantas adjudicaciones truculentas. Claro, con ciento diecinueve obras asignadas discrecionalmente por Javier García Ramírez entre 2005 y 2006, pues quien se va a acordar de tanta transa.

 

Para el contralor Cantinflitas el cúmulo de irregularidades alrededor de la construcción de la carretera de la muerte es un hecho consumado, un caso cerrado. La paz de los sepulcros está bien para los 32 muertos en el deslave. Pero también los vivos que gozan los frutos de su rapacidad. Que no se toque ni con el pétalo de una rosa a Nava, empresario consentido del sexenio y de quien se tejen historias oscuras sobre la conformación de su riqueza, y a Javier García Ramírez, comisionista consentido del sexenio. Facilitador, en términos de la administración gerencial. Proxeneta, en los términos de la vida real.

 

Como siempre, en Puebla no pasa nada. Y cuando pasa, tampoco pasa nada. Aunque en esta ocasión, hubo una diferencia. A empujones y trompicones, el derecho a la Información Pública –negado una y otra vez por comisionados vendidos como Samuel Rangel y Antonio Juárez Acevedo- revela lo que el gobierno quiere ocultar. Un reportero luchó incansablemente para que García Ramírez revelara las obras asignadas directamente, sin licitación. El comisionista favorito del sexenio resistió y resistió, pero fue derrotado.

 

Gracias  a la CAIP las corruptelas de García Ramírez y Edgar Nava, y los poblanos sabemos quienes son los responsables de los 32 muertos del deslave. Es el único consuelo que nos queda, saber que ambos tuvieron ayer un día de pesadilla al verse exhibidos en la nota principal de El Universal, porque pensar en una sanción a los culpables, es una ingenuidad.

 

*** Las tranzas de los Lobato Escamilla. “Oye soy un fan de su espacio en internet de la Quintacolumna, y estaba leyendo una nota de El Universal donde dicen el costo tan elevado que sufrió la carretera donde interviene Edgar Nava, pero me llamó la atención que hicieron alusión a los nombre del Ezequiel y de Benjamín Lobato. Te quería preguntar si sabes algo sobre el sr. Lobato el cual tuvo a sus hijos en el CENHCH y que su hijo mayor que por cierto se llama igual y fue presidente municipal de su pueblo natal Coyuaco, que por cierto se hizo de dinero de los depósitos que mandaba Finanzas y que nunca pagó a sus colaboradores, y que felizmente guardaba en una cuenta mensual casi los 60,000.00 que le llegaban.

 

Hijo de tigre pintito, pero ¿sabias de todos las tranzas que realizo Benjamin Lobato Escamilla estando en la Dirección de Normatividad y Gestión Ciudadana en la SCT, dirigida por el atinadísimo hampón mayor de Marco Antonio Rojas Flores?
“Y aparte de hacer tranzas mantenía una relación con una quesque arquitecta llamada Rita a la que asignó dos obras las cuales nunca acabó.


“Te lo dejo de tarea, espero que a tí no te tiemble la mano para hablar de los Lobato, que también son unas fichitas.


“Se que van a remover historias pasadas, pero creo que seria bueno recordar todas las tranzas que hizo este sr. en la SCT con los constructores y las carreteras de las sierras”.

 


 

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