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Al interior y al exterior del partido Toño pagó un costo alto por el affaire Chapulín. Y eso que el PRI no lo explotó completamente.

 

Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda


El affaire Chapulín

 

Toño Sánchez Díaz de Rivera lleva semanas dando de vueltas encerrado en el mismo círculo. El buen arranque de campaña que tuvo se opacó en la misma semana con el famoso desliz de que sólo gobernaría la ciudad 2 años porque después iría en la búsqueda de la gubernatura. Desde entonces, se volvió esclavo de sus propias palabras y, rayando lo absurdo, huyó hacia delante con su estrategia de preguntar a la ciudadanía si era más importante que un alcalde cumpliera sus promesas o se mantuviera en el cargo los tres años. Así, mantuvo al aire el affaire que lo perjudica. Incluso, tan torpe ha sido el movimiento para reparar el famoso desliz, que incluso entre sus enemigos al interior del partido se han aprovechado para sacarlo de la carrera por la candidatura del PAN a la gubernatura.

 

Los desaciertos en la comunicación política de Toño comenzaron por sus excesos de honestidad. Y si bien su declaración fue un error, él mismo se encargo de profundizarlo y hacerlo tema de campaña por tres semanas, cuando la única reacción que había tenido el tricolor fue la firma de un compromiso notarial –sin ningún valor jurídico- por la permanencia de Blanca Alcalá en el puesto los tres años del mandato.

 

Lo dicen todos los manuales estratégicos de campaña: un tema que debilita hay que sacarlo de la agenda pública y negarse a seguir haciendo declaraciones sobre el mismo. Absurdamente, el war room panista -¿existe?- dejó que su candidato siguiera hablando para hacerse bolas él solo. Primero se justificó diciendo era un acto de honestidad política; más tarde, que los medios de comunicación habían sacado sus declaraciones de contexto. Y cuando la levadura natural del tema empezaba a bajar, nuevamente lo subió con su consulta ficticia a la ciudadanía sobre qué era más importante en un alcalde.

 

La consulta duró de domingo a domingo, y el tema cumplió tres semanas al aire. Con los resultados en mano, Toño Sánchez por fin encontró una salida: la mayoría opinaba que era más importante que cumpliera sus promesas, pero también que se mantuviera en el cargo. Así, el candidato panista anunció formalmente que se quedaría los tres años, más por zanjar el tropezón que se dio él mismo, que por renunciar a sus aspiraciones a la gubernatura.

 

Y entonces vino el golpe interno. En un foro de discusión sobre la reforma electoral, José Antonio Díaz García aprovechó para destapar la caballada gorda del PAN rumbo a la gubernatura: Josefina Vázquez Mota, los senadores Rafael Moreno Valle Rosas y Humberto Aguilar Coronado, así como a Ana Teresa Aranda de Orea. ¿Y Toño Sánchez Díaz de Rivera? Pues no forma parte, ya que al comprometerse a permanecer en el puesto del alcalde en caso de ganar las elecciones de noviembre, ya no podría entrar a la contienda interna albiazul. De golpe y porrazo, los grupos que buscan descarrilar a Toño Sánchez ya encontraron un argumento para golpearlo al interior del partido.

 

Al interior y al exterior del partido Toño pagó un costo alto por el affaire Chapulín. Y eso que el PRI no lo explotó completamente. Al final, el equipo estratégico del panista tendría que comprender que los castillos en el aire no son más que eso: castillo en el aire. La discusión de si Toño o no puede buscar la gubernatura carece de sentido, porque al final todo depende que sea capaz de ganar la alcaldía, algo que muchos empiezan a dudar después de los tumbos que da la campaña panista.

 

Y es que si Blanca Alcalá no ha sido mejor, más agresiva o tiene más recursos, sí ha sido más consistente en el manejo discursivo y de imagen. Toño, por el contrario, da bandazos y hay pocos reflejos para salir de los baches. Y eso que su primer slogan fue “sacar a Puebla del bache”.

 

*** Los austeros. En sus boletines de campaña, Angélica Hernández Luna –la espantosa X, Dios en el poder dixit- presume de la austeridad de su campaña, y que prefiere visitar de casa en lugar de gastar miles de pesos en propaganda. Y el columnista se pregunta ¿desde cuándo la jodidez es una virtud? Pues creo que sólo en Nosotros los pobres.

 

*** Cafres al volante. El accidente que sufrió ayer Enrique Doger al ser embestido por un microbús de la Ruta Azteca causó alarma por tratarse del alcalde y un personaje de la clase política. Pero ¿Cuántos de esos accidentes no lo ocurren a los ciudadanos a pie? ¿Y la SCT?



 

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