Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda

24/07/2009

Doctorado en señales políticas


Enrique Agüera hace poco tiempo de doctoró, además de académicamente, en la lectura de las señales políticas: su reelección al frente de la Benemérita está asegurada al 100 por ciento por otros cuatro años gracias en que, en el momento justo, evitó el canto de las sirenas que lo llamaba a pelear la candidatura tricolor al gobierno del estado. En vez de seguir una estrategia agresiva para posicionarse en la encuestas, decidió firmar un pacto de apoyo con Javier López Zavala luego que su cercanía al gobernador Marín le confirmó que éste era su favorito en la sucesión. No es, por cierto, que la idea de la gubernatura no le ilusionara, animal político al fin. Pero si trabajo la costaba imaginar el proyecte de disputar la silla máxima, mucho más el abandonar la rectoría para ir por la presidencia municipal. Así, con el beneplácito del gobernador y apoyado por el Proyecto Z, tan pronto la universidad regrese a laborar en agosto iniciará la andadura de su reelección.

 

La noche del 5 de julio Agüera mostró el empaque de su capital político: no tuvo que hacerlo con movilizaciones, uso sospechoso de los medios o comelitonas cumpleañeras. Vaya, ni siquiera apareció en escena, sino fueron Damián Hernández y Jorge David Cortés quienes comparecieron ante los medios para anunciar el carro completo del tricolor según los datos de la encuesta de salida del CISO. A pesar de que se trataba de una auténtica paliza, Acción Nacional en ningún momento descalificó al rector Agüera, al CISO o la Universidad, sino que acataron los sondeos que más tarde se confirmaron en el Programa de Resultados Preliminares del IFE.

 

La aceptación de unas encuestas de salida sin descalificarlas, a pesar de la evidente cercanía de Agüera con el gobernador Marín, es un triunfo moral invaluable. El rector, a través del CISO, se ha convertido en una especie de árbitro político que ningún partido se atreve a descalificar, repito, a pesar de la insana cercanía, visible a todos ojos, del gobernador con el rector. Algo habrá hecho bien Agüera con el resto de los partidos.

 

Decía yo que lograr tal respeto no es sencillo: el primer requisito es una imparcialidad a toda prueba y confiabilidad en los resultados. Dicho en otras palabras. Agüera prácticamente en cinco años de rectorado –contando el año y medio que suplió a Doger- ha logrado el sueño de todo político moderno: colocarse por encima de los partidos y del conflicto político coyuntural para convertirse en una instancia de respeto. Su capital en este sentido es invaluable. Pero lo que años tardó en construirse puede perderse en poco tiempo.

 

La tentación de buscar la gubernatura y competir contra el favorito del gobernador estuvo ahí. Su nombre apareció en los corrillos políticos y no dudo que se entusiasmara al imaginarse despachando en Casa Puebla. Cerebral, analizó su verdadera coyuntura. Aunque en verdad fuese considerado como el Plan B del gobernador, solamente una desgracia política o natural lo haría convertirse en el Plan A al costo de granjerse la enemistad y recelo del cada vez más poderoso Javier López Zavala. El choque era inevitable, y sucedió a medias por ahí del mes de febrero, justo cuando se descubrió que un portal de internet promocionaba su imagen.

 

Desde ese momento Agüera tomó su decisión: en lugar de profundizar una estrategia para desplazar a Zavala, se acercó a él y ratificó un pacto de apoyo en El Chimichurri. Cualquier signo de hostilidad abortó. Y por el contrario, el rector se volcó en apoyo del secretario de Desarrollo Social organizándole giras en los campus de la Universidad al interior del estado, y reuniones con académicos, consejeros y estudiantes.

 

Ya sin la idea de la gubernatura en la cabeza, pronto desechó la presidencia municipal por varias razones. Su triunfo en la capital sería sumamente complicado: arrastraría el desgaste que enfrentan todos los alcaldes –se vio en el espejo de Doger-, gobernaría sólo 3 años –en la Buap el periodo es de cuatro- y tendría menos recursos –la tesorería de la universidad representa más de 3 mil millones-.

 

Así que el peor de sus escenarios, reelegirse, se convirtió en el mejor de ellos. Fuera de la política partidista, consolidará su posicionamiento entre en la ciudadanía, el proyecto de gobierno universitario y a la Benemérita como la organización educativa modelo del estado y una de las mejores del país. Al mismo tiempo que finaliza su periodo, se abrirá la disputa por la alcaldía en el 2013. Y entonces sí todo puede pasar.

 

A su regreso de vacaciones inmediatamente se abocará a su II maratón de obras visitando la totalidad de las unidades académicas, siempre a la espera de algún valiente que quiera hacerle frente. Y si no sale a la palestra, en caso de ser candidato en solitario, de todos formas hará una campaña de peso con el objetivo de convertirse en el Rector más votado en la historia de la universidad.

 

Decía Renato Leduc: sabia virtud de conocer el tiempo. Y vaya que Agüera los supo reconocer.

 



 
 

 

 
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