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El gobierno federal y la SIEDO almacenaron 45 discos de intervención telefónica a los principales funcionarios del gobierno estatal. ¿Se trató ahí algún tema relacionado con el fútbol?

 

Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda


Poder y fútbol: intervenciones de la Corte

 

El mensaje de Récord fue recibido en el núcleo del gobierno estatal. El destinatario del misil no fue Roberto Ruiz Esparza, personaje intrascendente en la elección de presidente municipal cuya intención de voto no llega al dos por ciento. Tampoco Emilio Maurer, empresario sin prestigio ni calidad moral, que con el nuevo audioescándalo es ratificado como personaje non grato en la Federación Mexicana de Fútbol. Y mucho menos el equipo o la directiva del Puebla FC, quienes van que vuelan de regreso a la Primera División A por su pésimo desempeño deportivo. No, el verdadero destinatario del misil es Mario Marín y el audiescándalo de ayer parece ser el primer capítulo de una historia más tenebrosa de la que probablemente tendremos más noticias hoy por la mañana en El Centro, el diario político de la empresa que edita el periódico deportivo Récord.

 

Aunque los personajes centrales de la conversación detonada por Récord son Roberto Ruiz Esparza y Emilio Maurer, tan sólo lo son en apariencia. Porque al margen del supuesto o real plan para corromper al director técnico de Los Dorados de Culiacán –un equipo que para el momento de la conversación era una posibilidad de rival en la gran final de la Primera A-, en el fondo de toda la conversación subyace la relación del poder político con el fútbol. O en realidad, de cómo la afición particular del gobernador por el deporte se transformó en un asunto de poder que llevaría a Ruiz Esparza a convertirse en el candidato priísta a la alcaldía.

 

La primera pregunta es quién diablos grabó a Maurer y al Capi en su desayuno en el Fiesta Inn. La hipótesis más lógica es que uno de ellos grabó al otro, y entonces todas las miradas se dirigirían al empresario, quien resentido en la última semana por su despedido de la directiva camotera, entrego el audio a Récord como una forma de venganza. Sin embargo, algunas cosas no cuadran. ¿Por qué habría de grabar Maurer a Ruiz Esparza, si en ese momento eran socios y cómplices en la búsqueda del ascenso de categoría a cualquier precio, incluso corromper al técnico del equipo rival? ¿Y por qué difundirla, si al hundir a todos lo que lograría es ser ratificado como personaje non grato de la FMF, cuando su gran ambición es que las televisoras lo perdonen?

 

No, aquí hay algo más y el gobierno marinista lo sabe. Porque la obsesión del gobernador por tener en Puebla un equipo de primera división ha tenido varios capítulos sin los cuáles la historia no se puede contextualizar. Desde la intentona frustrada por comprar un equipo de otra plaza para traerlo a Puebla –los Tiburones Rojos de Veracruz-; las presiones del gobierno estatal para que la familia Bernat vendiera el equipo al empresario Ricardo Henaine una vez consumado el ascenso; el préstamo de 5 millones de dólares para que la directiva depositara la fianza en la Femexfut, y las sorpresivas buenas relaciones del gobierno con el órgano rector del fútbol nacional fundadas en la donación de un terreno extenso para la construcción de un Centro de Alto rendimiento y el pago millonario para que la selección nacional jugara un partido amistoso en el Cuauhtémoc por vía de Los Lobos de la Buap, dirigidos casualmente por un hermano del gobernador fanático del fútbol.

 

Sospechosas las relaciones que en Puebla se dan entre el fútbol y el poder. Y más aún cuando, a pesar de que el asunto era conocido por la clase política local, se confirma por propia voz del protagonista que el principal impulsor de la candidatura priísta a la alcaldía de Ruiz Esparza era nada más y nada menos que Mario Marín. La revelación no debe haber caído muy bien en Blanca Alcalá y su equipo. “El gobernador me lleva de la mano”, afirmó el ex futbolista, en los tiempos en que se sentía presidente municipal.

 

No, el escándalo destapado por Récord no tiene nada de deportivo. El poseedor de la grabación pudo haberla difundido en los días de la final contra los Dorados de Culiacán, o después de que el Puebla ganó gracias a la sospechosa sustitución en el minuto 61 del goleador estrella del equipo rival. En lugar de eso, decidió enlatarla y luego destaparla en pleno proceso electoral donde el marinismo se juega la vida.

 

Huele mal todo precisamente por ello. Justo cuando el PRI levantaba el vuelo y el PAN se tambaleaba en las encuestas por los errores de Antonio Sánchez Díaz de Rivera, la atención de los poblanos y los medios de comunicación fue secuestrada por el nuevo audioescándalo.

 

El gobierno estatal presiente, siente, que se trata de una nueva andanada contra Marín, y más aun después de que ciertos rumores hablaban de una segunda parte de la publicación, ahora con plenos tintes políticos en El Centro.

 

Regresemos a la pregunta original: ¿quién diablos grabó a Ruiz Esparza y a Maurer con objetivo de involucrar a Marín en otro escándalo? La respuesta parece aventurada, pero la hipótesis es sólida. Lo hizo el gobierno federal y sus aparatos de espionaje. A los poblanos se les ha olvidado, pero debemos recordar que el gobierno federal y la SIEDO almacenaron 45 discos de intervención telefónica a los principales funcionarios del gobierno estatal –incluido el gobernador- y más de 2 mil horas de grabación por causa de la investigación de la Suprema Corte de Justicia.

 

¿Alguien se imagina la cantidad de temas delicados que Marín debió haber tratado al ignorar que tenía pájaros en el alambre? Yo creo que muchos. Y sin duda, algunos de ellos referentes a la perversa relación entre poder y fútbol.

 

Y en esa relación otro personaje central es José Hanan, amigo, socio y cómplica del gobernador. ¿Por qué lo tocó Record?



 

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