Los Conjurados
Erika Rivero Almazán
Deloya y su proyecto “D”
Sólo para abrir boca: Guillermo Deloya Cobián prepara, desde la secretaría particular del gobernador, su candidatura a una diputación federal: el joven abogado ya alzó la mano para pujar por el distrito 12, con cabecera en Puebla, y para esto ya organiza discretas reuniones con los líderes del priísmo de ese distrito.
Otra bomba: el proyecto es avalado por el gobernador Mario Marín Torres y es apoyado por el secretario de Gobernación Mario Montero Serrano.
Pero lo mejor en estos casos, es empezar a contar la historia desde el principio:
A unos cuantos días del tercer informe del gobernador Mario Marín Torres, la burbuja está levitando (los abollones y penurias son pasadas): son evidentes los vientos de gloria, los cambios en el gabinete, los enroques en las posiciones de los grupos.
Y las definiciones de proyectos políticos, por supuesto.
Aunque se venían tejiendo con calma, y su hilos eran casi imperceptibles, tanta algarabía es proclive al descuido.
Las historias de poder se descubren sin buscarlas.
Es así como se transluce un proyecto que lleva un par de años construyéndose, pero con la novedad de que goza abiertamente con el conocimiento y la aprobación de Mario Marín Torres.
Así como en su momento fue expuesto por la prensa y, después, reconocido oficialmente la existencia del ‘Proyecto Z’, encabezado por el exsecretario de Gobernación Javier López Zavala, con la pretensión de construir una estructura política, económica y administrativa que lo impulse para concretar la candidatura a la gubernatura (recordemos que se le cebó la presidencia municipal en la pasada campaña electoral), ahora surge una propuesta con una fuerza similar.
Tal vez mayor.
Estamos hablando del proyecto “D”.
Guillermo Deloya Cobián, actual secretario particular del gobernador es el delfín del gobernador.
Tal vez se pudiera comparar a lo que en su momento fue Rafael Moreno Valle como secretario de Finanzas para Melquíades Morales Flores.
Ya se habla de una estructura paralela, de apoyo incondicional, de que ‘se bajó línea’ a favor de Deloya desde Casa Puebla. Se habla del próximo candidato a la presidencia municipal de Puebla para suceder a Blanca Alcalá, y hasta se habla de un aspirante a largo plazo para ocupar Casa Puebla.
El heredero del marinismo.
Por supuesto que las rivalidades están a la orden.
Para empezar, el primer adversario natural es López Zavala. No es nada nuevo: desde que Deloya Cobián ocupó la particular el entonces secretario de Gobernación fue el único que se atrevió a externar su desaprobación al gobernador.
Por supuesto que Marín no justificó su decisión, pero dejó que corriera una versión que explica la llegada de Deloya en el lugar que dejó vacante Roberto López: Miguel Quirós Pérez, consejero de la Judicatura Federal, apadrinó a Guillermo para ocupar la codiciada posición, a cambio de interceder para cabildear a favor de Marín ante los ministros del a Corte por el caso de Lydia Cacho.
El dinero, el odio y el amor no se pueden ocultar. Al menos no por mucho tiempo.
La confrontación entre ambos fue evidente y publicado con la famosa comida en el Chimichurri a la que no fue convidado Javier López Zavala ni nadie de su equipo, durante la ausencia del gobernador por su gira en el extranjero.
En ese momento, las fotografías publicadas en los diarios dieron fe de la división de la ‘burbuja’.
Trascendió que Gerardo Pérez Salazar, secretario de Finanzas; Blanca Laura Villeda, procuradora de justicia; Gerardo Fernández Sánchez, secretario de Desarrollo Económico; Javier García Ramírez, secretario de Obra Pública; Javier Sánchez Galicia, director de Comunicación Social; Mario Ayón Rodríguez, secretario de Seguridad Pública y Alberto Jiménez Merino, secretario de Desarrollo Rural, platicaron abiertamente del bloqueo que sufrieron por parte de Zavala.
Deloya fue quien invitó, Sánchez Galicia filtró la información, mientras que Pérez Salazar y García Ramírez fueron los comisionados para pagar la cuenta.
A eso se le llama trabajar en equipo contra el zavalismo puro reinante en ese momento.
La fotografía del día siguiente en donde Deloya y Zavala aparecen sonriendo, tomando cafecito, en plena reconciliación fue poco convincente.
La guerra estaba declarada.
Y sólo fue el inicio.
Ahora, López Zavala aún espera su prometida posición en el gabinete (una vez que su propuesta no terminó de gustarle al gobernador para incluirlo en el Congreso y nombrarlo líder de bancada).
Seguramente Zavala será cobijado por Marín y volverá a ejercer su poder desde una posición ‘oficial’.
Pero mientras esto sucede, Deloya no interrumpe su camino.
No para ni un día, ni un instante.
En este momento recorre cada calle del distrito 12, se reúne con priístas y hasta con la oposición.
No disimula: tiene la venia del gobernador y así se promueve.
Deloya tuvo cuidado de tocar las puertas que Zavala dejó cerradas a su paso.
Y una a una se le están abriendo de par en par.
Por ejemplo: la de Mario Montero Serrano, en calidad de secretario de Gobernación.
Que no es poca cosa.
La jugada, a mediano plazo, es construir la candidatura a la presidencia municipal de Puebla.
Los tiempos se adelantaron.
¿Se imagina una contienda electoral entre el PRI con Deloya y el PAN con Eduardo Rivera Pérez.
Pareciera que el futuro se nos adelantó
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