Con la condena de la Suprema Corte, Marín perderá cualquier clase de prestigio y aspiraciones de ocupar un lugar en la historia. O sí, lo hará pero en el bando equivocado.


Tiempos de Nigromante


Arturo Rueda


¿El viento a Juárez?


Se equivocan los que recurren al lugar común para afirmar que la Suprema Corte le hará “lo que el viento a Juárez” a Mario Marín en caso de declararlo culpable. Desconocen toda lógica y psicología del hombre del poder. El daño que los ministros le harán al gobernador poblano no será ni jurídico ni político. A duras penas será mediático. Pero sí hay algo que está en juego y seguramente atormenta a Marín: su lugar en la historia, ese recipiente sacro al que aspira todo político. Sí, en efecto, no dejará el cargo. Pero en lo sucesivo tendría el nada honroso lugar del único gobernador en la historia nacional en ser condenado por el más tribunal de justicia. El paradigma perfecto de la impunidad. La destrucción del Estado de Derecho. La muestra más palpable de que en México aunque pase algo, en realidad nunca pasa nada. La negación de una sociedad democrática que protege a sus ciudadanos.

 

Nadie, ningún político, quisiera ocupar los zapatos de Marín en este momento. Su destino en el gobierno está sellado: las vías de su destitución jurídica cerradas con la mayoría priísta en el Congreso del Estado. Las políticas, clausuradas en la medida en que Felipe Calderón necesita del PRI para medio gobernar este país. Pero eso de decir que una condena de la Suprema Corte equivale a nada es un rotundo error. Propaganda para proteger el sumo Tlatoani de Puebla.

 

El lugar común “lo que el viento a Juárez” se explica, en realidad, por el sitio de privilegio que la historia oficial le reservo al indígena oaxaqueño que se elevó hasta la Presidencia de la República y se convirtió en el padre del Estado Mexicano, así como la identificación de que el único poder legítimo era el que deriva de la ley y la Constitución. Un Santo Laico, diría el historiador Enrique Krauze.

 

Contra el prestigio de Benito Juárez nadie pudo, ni ha podido. Las críticas le rebotan a pesar de todos los episodios oscuros en los que participó. El acuerdo Mc Lane-Ocampo. Su alejamiento de la pléyade liberal que lo acompaño en la Guerra de Reforma. Su negativa de ceder el poder presidencial y de perseguir a todo aquel que osare disputárselo. Las sospechas de fraude patriótico en la única elección en la que compitió realmente. Nunca lo alcanzó la difamación, ni su hermana menor la calumnia, a pesar de la enjundia de Bulnes. Juárez superó la historia para alcanzar la hagiografía –al que no conozca la palabreja le aconsejo consultar el diccionario María Moliner-.

 

Con la condena de la Suprema Corte, Marín perderá cualquier clase de prestigio y aspiraciones de ocupar un lugar en la historia. O sí, lo hará pero en el bando equivocado. En el de los corruptos. En de los malos. De igual forma, perderá su identidad psicológica. Y es que para nadie es un secreto que el gobernador poblano se siente el Benito Juárez del siglo XXI.

 

Esa identificación colapsará en el punto neurálgico: la ley como espada y como escudo. Si Benito Juárez es la asimilación del hombre de poder que respeta escrupulosamente el Estado de Derecho, la condena al gobernador poblano lo identificaría como su Némesis. El hombre de poder que se salta el derecho y lo destruye.

 

Vaya que hay mucho en juego. Aunque la prédica oficial celebre la impunidad. Haría que recordarles que la historia no recibe chayos y por tanto es inclemente.

 

*** Revista 12.80 Para platicar sobre todo lo que ocurrió ayer en la Suprema Corte de Justicia y las consecuencias de la posible condena, el reportero Jesús Ramos ha tomado el riesgo de invitarme a platicar hoy en su programa de radio, Revista 12.80, que se trasmite a las 8 de la mañana precisamente por ABC Radio, frecuencia 12.80 de AM.

 

Veremos si los censores oficiales me dejan llegar. Y si sí, no se lo pierda porque hablaremos de lo que no se permite en la radio poblana.  Por lo menos desde que mataron a La Quintacolumna radiofónica.

 

*** Todo un éxito la presencia de los poblanos en la FIL 2007. Lleno total en las presentaciones de Pedro Ángel Palou y David Villanueva en el marco de la Feria Internacional del Libro. ¿Habrá otros poblanos con logros semejantes?

 

*** Contra Alejandro Montiel y el ¿Festival Internacional de Puebla? “Desde hace un buen rato me he detenido a leer sus incesantes criticas a la política cultural del gobierno del estado y en especial al desempeño de su titular en turno Alejandro Montiel. Le cuento que por azares del destino, soy muy asiduo a los  eventos culturales en los que creo fundamentales promotores del espíritu humano;  recorro y asisto a los distintos eventos que nos proponen los gobiernos estatales para gastarse ese piquito de sus presupuestos que les quedan para justificar la promoción con supuestos eventos de alta cultura,  de esos donde se debe usar abrigo, bastón y guante.

 

Con tristeza y mucha, le cuento que me atreví a asistir a uno de los mas escandalosos eventos del Festival Internacional de Puebla, anunciado en la mismísima Capilla del Rosario el jueves pasado, donde se presentaría al Amadeus Consort Salzburg, una agrupación austriaca de medio pelo, integrada por dos cantantes y cinco músicos, con un programa de Mozart, entre lo anunciado figuraban Don Giovanni y La Flauta Mágica , las mas populares. Pues no, y hubo de todo. Para empezar la desorganización, la falta de criterio y sobretodo la poca sensibilidad estuvo al por mayor. La poca previsión y planeación rebasaron al evento y se imagina 600 personas en bancas, pasillos, piso y retablos sin  ningún control? Por supuesto, se desataron los insultos por la cantidad de lugares apartados, de quién cree? De los propios funcionarios de la secretaria de Cultura  que fueron obligados a asistir a tan culto evento, fue en verdad lamentable ver a cientos de burócratas comer cacahuates chiflando y llamando “orquesta” al ensamble austriaco.

 

“Se vinieron con ustedes Amalita y Meye?” se preguntaban entre bancas los empleados de la Udapi, "Le dijiste a Toño que mañana a primera hora en Finanzas?", se decían desde sus cómodos lugares.  A lo lejos, el encargado del templo (“Relicario de América”) nos invitaba a no recargarnos ni dañar el decorado “No se recarguen, me vana a regañar, por favor esas paredes tienen 200 años” (sic), suplicaba. Y eso no fue todo, el “ensamble” anunciado no era tal, pues se convirtió en trío, ya que solo asistieron tres de los siete integrantes (clavecín, viola y una violinista con ataques de tos)  y por si algo faltaba: No!, el programa  de Mozart sería para los de primer nivel, ...mañana …el viernes siguiente en la Biblioteca Palafoxiana , pero allá  con pase por supuesto, con lugares reservados para los Corcuera, Montoto y Montito, seguramente.

 

Para nosotros, los que viajábamos en aquel especie de vagón del metro capitalino de estilo barroco y  forrado con bellísima hoja de oro y donde cohabitábamos mas de 600, se nos ofreció “quiénsabequé” de un “gran autor” también “aleman” (sic), así nos lo anunciaría a gritos la edecán mayor del evento e interprete de los tres músicos, una especie de Miss Wisconsin de por aquí cerquita. Fue tortuoso, indigno,  hasta morboso y promiscuo este acercamiento con un supuesto Mozart. Sr. Rueda, creo que tienen toda la razón. En esa secretaría no me queda la menor duda de que nadie tiene idea de qué es la cultura, un evento, un festival. Me queda claro que el criterio con que se están haciendo las cosas es meramente político, burocrático, rutinario. El señor Montiel no tiene un ápice de la promoción cultural a ese nivel….”zapatero a sus zapatos", reza el refrán, si en verdad creen que ESO no se refleja o que no nos damos cuenta, se equivocan.

 

La riqueza cultural de nuestra ciudad y estado no tiene límites. Y lo peor, acabo de apagar el televisor y no es posible que la creatividad y profesionalismo del equipo de Alejandro Montiel solo llegue a conseguirle una entrevista telefónica con las conductoras de “Ellas con las Estrellas” el mismo viernes pasado para promover a nivel nacional su Festival, que asco!. Qué hace ahí Sr. Montiel?



 
 

 

 
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