En lo que va de los Juegos Olímpicos, se han visto muchas historias inspiradoras y apasionantes. Todos los juegos olímpicos tienen las suyas. Pero en Río también se han visto cosas muy desagradables, como las críticas que se han lanzado a los atletas por no quedar en los medalleros, o por su aspecto físico. Fue el caso de Alexa Moreno, a quien se criticó en redes por su apariencia. Afortunadamente, muchos atletas y personalidades salieron en su defensa.
Sin embargo, en otros países, la conciencia acerca de lo que de verdad importa, hace que la gente apoye a sus atletas, sea cual sea la decisión que ellos tomen o el resultado de sus acciones.
Es el caso de la atleta de salto ecuestre, Adelinde Cornelissen, quien tuvo que elegir entre sus sueños de ganar medallas para su país, o la salud de su mejor amigo...
En esta semana, la atleta alemana Adelinde Cornelissen entró a la arena con su caballo Parzival, lo guío en algunos movimientos, luego, se detuvo, levantó su mano en un saludo y salió de la arena, abandonando la competencia.
Esta desgarradora decisión fue la culminación de una profunda introspección y reflexión, luego de la cual, Cornelissen decidió anteponer el bienestar de su caballo por encima de sus propias ambiciones como atleta olímpica, incluso por encima de las de sus compañeros del equipo de equitación.
Días antes de la competencia, Parzival había sido mordido en la cara por un insecto venenoso y había contraído fiebre. Cornelissen se quedó a su lado todo el tiempo, incluso durmió en su establo para cuidarlo.
Ella solicitó a las autoridades del órgano de gobierno ecuestre si podían darle más tiempo para y cambiar su lugar en la competencia para dar más tiempo a que su caballo se recuperara, pero ellos se negaron.
Para que la competencia corriera sin mayores problemas, se revisó previamente a Parzival para extenderle un certificado de buena salud, y sabiendo que su equipo confiaba en ella para obtener un buen puesto en la competencia, Cornelissen decidió competir.
"Su temperatura es normal, él luce bien y listo, ha comido y bebido bien", escribió en un post de Facebook. "Además, no quiero decepcionar a mi equipo. Yo sé, dentro de mí, que no tenemos ninguna combinación de reserva aquí, no hay nadie que pueda llenar mi lugar si yo me retiro y decido dejar al equipo".
"Los veterinarios de la FEI (Federación Ecuestre Internacional) vinieron para comprobar que Parzival estuviera bien, más o menos como a las 10 a.m. y le dieron luz verde para competir. Decidimos tener la oportunidad".
Sin embargo, justo después de iniciar su rutina, Cornelisse sintió que algo no estaba bien con Parzival y decidió que no quería correr el riesgo de lesionar a su caballo que había sido su mejor amigo durante 19 años.
"Cuando entramos a la arena, ya sentía que Parzival estaba dando todo lo posible, como el luchador que es, pues nunca se da por vencido..."
"Pero, con tal de protegerlo, yo sí decidí renunciar... Mi compañero, mi amigo, el caballo que ha dado todo por mí durante toda su vida, no se merece que lo ponga en peligro... así que solamente saludé y me retiré de la arena".
Al parecer, no todas las historias inspiradoras de los juegos Olímpicos tienen que ver con ganar una competencia.Y nadie ha reprochado a la atleta su valiosa decisión. Más aficionados así, por favor.
Con datos de Radiotimes