Ahí el líder de la bancada perredista en la Cámara Alta confirmó la gestión de un paquete de obras para los municipios del valle de Tehuacán y Sierra Negra por un monto global de 268 millones de pesos. Municipio por municipio Barbosa leyó las obras y el monto asignado a cada una.

Sin embargo, pese a la millonaria inversión los ediles parecían fieles imitadores de la esfinge egipcia; no hablaban, no parpadeaban, con disimulo respiraban y con esfuerzos acataban el ritual de los aplausos.

El motivo de la rigidez de los presidentes municipales fue que Miguel Barbosa utilizó la rueda de prensa para embestir de manera airada y visceral al gobernador Rafael Moreno Valle. Acusó que el ejecutivo está reteniendo los recursos que él gestiona para los municipios de la Sierra Negra.

“A Rafael Moreno Valle yo le conseguí 500 millones de pesos… y nunca aparece mi nombre ¿eh? Pero yo le conseguí 500 millones de pesos para Seguridad Pública… para los arcos (de seguridad) como el de Altepexi… y se usaron con fines electorales…”.

Barbosa acusó que los recursos financieros están entregados al gobierno del estado desde el mes de julio, pero que ahí los bloquean para que esos fondos no lleguen a los Ayuntamientos. En algunos momentos de su exposición el perredista llegó a extremos de irascibilidad: “¡Que poca madre!” gritó.

En la rueda de prensa Miguel Barbosa se hizo acompañar de su “delfín político”, el comerciante Felipe Patjane Martínez a quien está impulsando y promoviendo de manera especial.

El tema de fondo es que el rompimiento entre Barbosa y Moreno Valle ya es irreparable; es un divorcio tan forzoso como dramático. Pero para la perspectiva de Cúpula conviene retomar un episodio que hasta este momento era desconocido.

Barbosa y Moreno Valle llevaban una relación de terciopelo; luego de la crisis de salud que tuvo el Senador, el ejecutivo poblano tenía atenciones como conducir su silla de ruedas durante los eventos a los que asistían; invitarlo al helicóptero para que hablaran en privado, en fin, todas las atenciones eran pocas.

Pero una noche la furia de Barbosa se desbordó. El perredista goza de pasar las noches bajo los portales de Tehuacán; esto no es de ahora, es desde hace muchos años.

Una noche de los primeros meses de 2014, Barbosa se encontraba plácidamente sentado en su mesa de los portales cuando fue informado de que Eliseo Lezama Prieto, expresidente municipal de Tehuacán, había recibido un nombramiento como “coordinador de delegados” en el distrito de Tepeaca. Por supuesto, dicho nombramiento fue un obsequio del gobernador Moreno Valle.

Miguel Barbosa en privado siempre ha señalado que Lezama Prieto es un corrupto y en su círculo directamente lo tilda de “cínico y ladrón”.

Por eso aquella noche de 2014 cuando se enteró del nombramiento dijo: “No es posible, ¿Qué está pensando Rafael?”; tomó su celular y envío una queja vía BBM al gobernador Moreno Valle; ahí en unos renglones expresó su profunda molestia por el nombramiento y pidió la destitución de Eliseo Lezama.

Pero el huésped de Casa Puebla no le dio una respuesta en los hechos.

Puede ser una coincidencia, pero esa vez fue la última ocasión en que Miguel Barbosa buscó a Moreno Valle. Nunca más volvió a enviarle mensajes, ni solicitar su intervención. Por su parte el gobernador insistió en reiteradas ocasiones en una reconciliación; lo fue a buscar a sus oficinas de la Fundación Belisario Domínguez del Senado de la República, siempre pidiendo un reencuentro. La negativa de Barbosa fue tajante, drástica.

Repetimos, tal vez fue una coincidencia, pero el nombramiento de Eliseo Lezama fue la gota que desbordó el vaso de la alianza entre el PAN y el PRD en Puebla.

Hoy los otrora amigos miran hacia el 2018. Rafael Moreno Valle quiere llegar a la presidencia de México; Miguel Barbosa quieres ser gobernador de Puebla.

Como quiera que sea, ambos volverán a chocar en la puja por Casa Puebla. Y ya vemos de qué tamaño serán los denuestos.

Como siempre, quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.