El golpeteo entre los contendientes por el Gobierno del Estado de Puebla se ha incrementado considerablemente durante las últimas dos semanas. En estos días las redes sociales se han llenado de de dimes y diretes, donde las familias, los hijos, los colaboradores y hasta los yernos de los candidatos han sido objeto del escarnio de los oponentes. Que si declaró, que si hizo o que si dejó de hacer, que si sería o que si no sería, y en las gradas de este coliseo los ciudadanos observamos la carnicería humana que supone la lucha por el poder en la Puebla del siglo XXI.
El espectáculo ha sido deplorable, tanto por la forma como por el fondo de lo que nos han permitido conocer del oscuro pasado de los candidatos y de sus familiares cercanos. La guerra de lodo ha sido tan insultante que los ciudadanos se han vuelto inmunes a las calumnias. Ya no reaccionan con enojo ni con asombro, quizá ya ni siquiera creen en lo que se afirma y supongo que por ello no ha habido cambios en las preferencias.
Una de las incógnitas que quería despejar en la quinta encuesta semanal era justamente el efecto de los ataques de Blanca Alcalá. Una posibilidad era que la estrategia produjera un punto de inflexión en las tendencias y con ello la ansiada recuperación en las preferencias electorales. Hasta el momento no ha ocurrido. Por el contrario, parecería que la campaña "Blanca se fue en blanco" ha resultado más efectiva, incluso más que los señalamientos de inversiones y propiedades no declaradas por la candidata del PRI.
¿Por qué las campañas negras son menos efectivas que las campañas de contraste? La diferencia es sutil es pero significativa; las campañas de contraste hablan de resultados y de insuficiencias, cuestiones que interesan más a la gente; mientras que las campañas negras describen lo que la gente sabe y no quiere escuchar de la clase política. Las historias de corrupción y abuso de poder desgraciadamente son tan frecuentes entre los priistas como entre los panistas, por eso, que unos lo digan de los otros no los convierte en mejor opción a los primeros. En la guerra de cochinos contra trompudos gana el que muestra más capacidad de captar la atención de los electores, y la corrupción aunque rechazada por la mayoría ya no hace diferencia al momento de elegir, porque "todos son iguales".
Las campañas políticas son en esencia campañas de comunicación. En una campaña todo comunica; fotografías, colores, posturas, todo es parte de una narración que debiera resultar significativa. La campaña del PRI ha hablado de temas importantes, ha señalado aspectos vulnerables de su adversario pero no ha sido capaz de persuadir al electorado. Se nota que los guiones los redactan políticos con el lenguaje y el énfasis que importa a los políticos, sin pensar en la audiencia, por eso no tiene éxito y difícilmente lo tendrán en las pocas semanas que le quedan al proceso electoral.
La campaña del 2016 será ejemplo de lo que se debe hacer y de lo que se debe evitar en las campañas contemporáneas. Todo comienza con la investigación, hay que probar y volver a probar hipótesis hasta encontrar los factores formadores de imagen y de intención de voto. Medir el ánimo de la sociedad para calibrar el contenido y el tono de los mensajes. Si se ha de atacar o se ha contrastar, primero se debe de ubicar el porcentaje del electorado que es susceptible a esas tácticas, saber cómo son esos ciudadanos, dónde viven, a qué se dedican, qué medios utilizan, y luego se deben de probar las piezas de comunicación en grupos focales para verificar su efectividad. El proceso requiere de tiempo, método y capacidad técnica.
La desesperación ocasiona errores y los errores te alejan de los puntos en las encuestas. Si tienes entre manos un tema que puede vulnerar a tu adversario lo debes de ocupar en el momento justo, con los medios de comunicación adecuados y en el formato correcto. Se requiere de cabeza fría y de talento para colocar el golpe y ganar los puntos, por eso los estrategas políticos cobran tanto dinero.
A menos que una cosa extraña ocurra en las semanas por venir, la competencia por Casa Puebla se anticipa decidida. La candidata opositora más fuerte está muy lejos en las preferencias, se le acaba el tiempo y se le agotan los recursos. A las otras candidatas de oposición les falta plataforma política para enfrentar al régimen y al candidato de Morena le falta voluntad de ser candidato opositor. Perdón que lo diga pero Abraham Quiroz no parece candidato de Morena, no se atreve a criticar ni a cuestionar nada importante, hasta creo que la famosa "mafia del poder" nunca existió en Puebla.
La próxima semana hablaremos de números y de tendencias una vez conocidas 6 de las 9 encuestas que habremos de levantar en esta temporada de elecciones. Esperemos que en ese tiempo se conozcan otras encuestas para poder contrastar resultados, si fuese el caso.
