Friday, 26 de April de 2024

Viernes, 17 Junio 2016 02:35

La resaca de una elección: confesiones de un encuestador




Written by  Jose Zenteno

Las campañas políticas presentan diferentes situaciones que casi nunca trascienden fuera del círculo íntimo de cada casa encuestadora. Hoy me permitiré la licencia de ser indiscreto y compartiré públicamente algunas anécdotas y situaciones que forman parte de mi experiencia en este oficio.


Muchos podrían suponer que hacer encuestas es sencillo o complicado, pero casi nadie se pone a pensar sobre la inmensa responsabilidad que cargamos quienes nos dedicamos a medir percepciones y preferencias por medio de métodos estadísticos. No importa si las encuestas se publican o no, los datos quedan en la memoria de los clientes porque lo señalado por el encuestador es materia prima para la toma de decisiones.

 

Las circunstancias han llevado a MAS DATA a asumir un papel protagónico en las últimas 3 elecciones de la mano con Diario CAMBIO, Arturo Rueda y el resto de comunicadores de Juego de Troles (originalmente “Los Troles”). En las elecciones locales del 2013 y del 2016 la empresa marcó la pauta y fue referencia obligada para todos los actores políticos, encuestadores y medios de comunicación en Puebla. A pesar de lo dicho por Marshall McLuhan “el medio es el mensaje” y de la línea editorial del medio que contrató nuestros servicios, en ambos procesos la calidad de nuestras estimaciones fue satisfactoria y marcamos correctamente la distribución de las preferencias ciudadanas. Una condición que puse sobre el escritorio de Arturo Rueda antes de aceptar ambos proyectos, fue que sólo sería publicada información que yo enviara y autorizara, y que no aceptaría presiones para alterar ningún dato. Esas condiciones han sido respetadas a cabalidad como profesionales y como caballeros que somos.

 

La premura del tiempo es el enemigo que enfrentamos quienes aceptamos el reto de trabajar para un medio de comunicación. Las muestras tienen día y hora límite para completarse y las condiciones en campo muchas veces no ayudan. Que si llueve, que si la carretera está cerrada, que si asaltaron a nuestros encuestadores, que si el personal se enfermó o no se presentó a trabajar, que si se descompuso un coche, que si los sistemas de cómputo fallaron (ahora hacemos las entrevistas ayudados por tabletas electrónicas) y tantas situaciones que ocurren y ponen en riesgo la calidad de nuestras estimaciones. Porque una encuesta ha sido calculada con un tamaño y una distribución de muestra que de no completarse es imposible saber que tan desviada saldría la estimación. En 2013 el sufrimiento de cumplir a tiempo fue de todos los días y en 2016 lo padecimos cada domingo. Nuevamente reconozco el trabajo de mis colaboradores, desde el gerente de Operaciones, supervisores, encuestadores, analistas y personal de apoyo, quienes han puesto lo mejor de sí mismos para cumplir bien y con calidad.

 

Los amigos y conocidos hicieron más complicado el tránsito en la campaña. Todos los días de todas las nueve semanas “alguien” me encontraba en algún sitio o me llamaba por teléfono y me hacía la pregunta incómoda “¿En verdad van así como se han publicado tus encuestas?” Al principio me daba risa y respondía con interés en convencer al interlocutor, pero pasaban las semanas y nunca faltaba quien hiciera ese cuestionamiento. Al final, la paciencia llegó al punto que evitaba el contacto con gente en lugares públicos. Cuando alguien hacía el cuestionamiento me preguntaba en secreto “¿Y qué espera este cuate que le diga? ¿Qué no se da cuenta que me estoy jugando el prestigio de la empresa? ¿Qué no sabe que nunca me he prestado a hacer política con mis encuestas?”. Entiendo que la duda es parte del juego, es humana y sobre todo, es inherente a nuestra cultura el dudar de la honestidad de la gente. En México cualquiera puede ser señalado de sospecha de corrupción con la mayor impunidad.

 

Otros, más ilustrados y por ello con peores intenciones, se atrevieron a señalar que nuestras encuestas eran parte de una campaña de propaganda para incidir en la conformación de las preferencias ciudadanas. Nada más falso, las encuestas publicadas no forman intención de voto, si así fuese en 2010 el triunfador debió ser Javier López Zavala que ganaba en casi todas las encuestas. Los datos publicados sí inciden muchas veces en las decisiones de ciertos actores intermedios –como empresarios o líderes políticos– de apoyar o no a cierto candidato que aparece abajo en las encuestas. Ese poder se lo ganan las firmas encuestadoras con la certeza de sus estimaciones, pero tampoco son la única fuente de información ni factor de decisión para dichos actores intermedios.

 

En este negocio siempre se está a un error del desprestigio público, por eso el primero en dudar de los números que arrojan mis encuestas soy yo mismo. Cada parte del proceso la revisamos con cuidado una y otra vez, desde el diseño de los cuestionarios y de las muestras, hasta la conformación de los equipos de encuestadores en campo para evitar que se creen complicidades. Somos muy estrictos al verificar que los supervisores hagan su trabajo en campo, que se utilicen las boletas simuladas y las tarjetas de apoyo, que los equipos hubiesen visitado todos y cada uno de los puntos muestrales a donde los enviamos. La calidad se logra con buenos hábitos, y las buenas costumbres son resultado de una filosofía de trabajo. Todo el personal de mi empresa sabe que el único indispensable en MAS DATA es el cliente, los demás somos prescindibles. Si respetamos al cliente nunca faltará trabajo.

 

Cuando llega el momento de enviar la encuesta al periódico o de presentarla al cliente, tenemos la confianza que hay un trabajo fundamentado en principios y valores y sostenido por procesos cuidadosamente diseñados y supervisados. Sin embargo, algunas veces ocurren situaciones imprevistas que afectan la calidad de nuestras estimaciones (por fortuna nunca en las publicadas). En todas esas ocasiones aceptamos nuestro error y lo buscamos hasta encontrarlo, procuramos reponer el trabajo al cliente y lo más importante, aprendemos y tomamos medidas para que nunca más nos vuelva a afectar esa situación.

 

Cuando llega el momento de cobrar por el trabajo nos enfrentamos al problema de los clientes incumplidos. Es más frecuente de lo que quisiéramos el tener que desgastarse cobrando cuentas a morosos. A todos ellos les recuerdo que tienen cuentas pendientes por encuestas que no han pagado.

 

Hasta aquí las confesiones, espero que el mensaje sea fuerte y claro para los que creyeron conocernos pero en realidad nada sabían de nosotros.

 

 

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