Monday, 29 de April de 2024

Martes, 29 Marzo 2016 03:03

Adiós




Written by  Irma Sánchez

Revisando las páginas de los recuerdos en torno al querido argentino Silvio Fogel, hay que resaltar su paso dentro de la industria restaurantera.


Con una amplia experiencia acumulada apenas el año pasado unió esfuerzos y capitales con el doctor Gustavo Zenteno Guichard para abrir un restaurante en la zona de moda de Puebla, Angelópolis, en la planta bajo de uno de los edificios más altos y vistosos de Puebla.

 

Sus inicios como restaurantero datan de la década de los ochenta en un local de la Avenida Juárez que de inmediato lo posicionó como el sitio favorito de políticos, financieros, empresarios y señoras de todos los círculos que mañana a mañana se daban cita para desayunar en la que se llamaba “La Casa de Fogel” que operaba desde el desayuno, comida y cena.

 

El paso por el negocio era obligado a partir de los últimos días de noviembre hasta los primeros de enero, cuando haciendo una gran inversión decoraba con lujo y derroche el restaurante.

 

Hubo un año en que los poblanos acudían entre semana para tratar sus asuntos de pantalones largos, y regresaban el fin de semana con su familia para disfrutar del acondicionamiento del local a cargo del arquitecto Enrique Cortez que tenía que recurrir a los Estados Unidos –antes de la apertura- para decorar el lugar con enormes árboles, varas, moños, siervos, esferas de todo tipo, campanas y en forma especial la nieve en las ventanas, los muros, y en el piso.

 

El decorado invadía de nieve a los asistentes lo que obligó al restaurante a acondicionar un espacio casi a la puerta, en el que un empleado repasaba las ropas de los asistentes con una aspiradora para quitarles la nieve que se adhería sobre todo a los pantalones de damas y caballeros.

 

¡Qué navidades!

 

Siempre ambientadas con la música de un pianista que no se cansaba de repasar su rico repertorio de música navideña de todos los tiempos.

 

Todo mundo deseaba su reunión en “La Casa de Fogel” para disfrutar en el desayuno sus huevos “rosarinos” y en croissant, así como los cortes de excelente calidad para la comida y la cena.

 

Fogel con su equipo por esos días pasaba apuros para dar lugar a todos porque “todos querían estar ahí” y pese a que no había selfies, muchos llegaban con su cámara para sacarse la del recuerdo en la mejor ambientación que había en Puebla.

 

¡Qué días, qué gusto, qué deleite!

 

¡Qué recuerdos de aquellos días!

 

Años más tarde abrió un nuevo negocio con su misma carta en la que fuera la casa de la familia Fernández Carvajal, en la Avenida Juárez, donde creció y desde donde un día partió el famoso “Diablo Carvajal”. Este nuevo negocio Silvio Fogel lo llamó “Tango”.

 

Pero el éxito ya no se repitió como en aquella casa de la que muchos conservan los mejores recuerdos, y no sólo por las fiestas navideñas, sino por cualquier día en aquel espacio decorado tradicionalmente con toques art decó que ambientaba un pianista con las melodías de todos los tiempos.

 

Hoy en la nueva “Casa de Fogel” en Angelópolis, además de una buena carta de cortes, vinos hay recuerdos, y por lo pronto tristeza, amén de un gran reto para salir adelante.

 

Descanse en paz.

 

Tutti fruti

 

Y de vuelta a la actividad cotidiana en esta coyuntura política, qué pena, cuántas historias estamos viendo en torno a la vida interna de los partidos, los órganos electorales y los árbitros de la contienda.

 

Todo nos lleva a la conclusión de que no avanzamos.

 

Todos con las mismas mañas pero corregidas y aumentadas.

 

Y en este baile ahora hasta a nivel nacional Ivonne Ortega se anuncia para una contienda pretendidamente entre féminas.

 

Apoya a mi género, pero tampoco demos la nota en términos de aquelarre.

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