Friday, 26 de April de 2024

Jueves, 01 Septiembre 2016 03:15

Peña Nieto, entiende el mensaje: ¡estamos hasta la madre!




Written by  Arturo Rueda

Uno se pregunta cuánta negligencia cabe en el equipo presidencial y a veces me imagino a un Enrique caótico, muy al estilo de Selina Meyer, la absurda presidenta de EU en la serie Veep a la que todo le sale mal por culpa de su staff. México andaba encarrilado en su duelo por Juan Gabriel y había un poquitito de expectativa por el cuarto Informe y su diálogo con los jóvenes millenials, pero las torpezas del peñanietismo incendiaron al país en una unanimidad nacionalista


El país asiste con azoro e indignación a la autodestrucción de su presidente cuando todavía le faltan dos años en el cargo.

 

Su pobre base de apoyo, ya de por sí un ridículo 23 % de aprobación, dejó de existir con aquello que la Historia conocerá como el enigma de la visita de Donald Trump, candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, quien recibió trató de presidente.

 

No fue lo peor darle trato de Jefe de Estado y recibirlo en Los Pinos cuando, solamente, es un candidato.

 

No fue lo peor lamer su mano, agradecerle su presencia, cuando no se ha cansado de insultarnos y calificarnos de violadores, asesinos, traficantes, lo peor que llega a EU.

 

No fue lo peor no tener la hombría suficiente para reclamarle, delante del mundo, su agresividad xenófoba, su retahíla de insultos.

 

Lo peor fue dar por hecho una de sus propuestas más locuaces, la construcción de un muro a lo largo de la frontera, y hablar de ella, negar el pago, como si fuera una realidad que arranca la próxima semana.

 

Al darle rango de realidad a esa promesa, Peña Nieto compró el boleto del candidato que va abajo en las encuestas. Hillary ni siquiera ha respondido la invitación, y tras lo visto ayer, quién sabe si lo haga.

 

Menudo follón.

 

Desde los noventas, con la firma del Tratado de Libre Comercio, este país dejó de ser antiyanqui y guardó sus agravios con la nación más poderosa del mundo en un cajón que ayer volvió a abrirse.

 

Hoy, los fantasmas exorcizados revivieron no para volcarse en contra de los norteamericanos, sino en contra de nuestro Presidente.

 

Puede decirse que cada país tiene su loco, pero mientras Trump es apenas candidato y todo indica que va a perder, el nuestro ya es presidente y todavía le faltan dos años en el cargo.

 

Es la pregunta del millón, y los analistas y redes sociales se la hacen por igual a ambos lados de la frontera: ¿Qué ganó México o Peña Nieto, con la visita del republicano que todos unánimemente traducimos como una humillación?

 

Humillación porque nada cambió.

 

Trump vino y se fue pensando y diciendo exactamente lo mismo que dice desde hace meses: que los mexicanos somos basura, violadores y traficantes, que hay que parar la migración, que hay que deportar a 11 millones de connacionales, que hay construir un muro a lo largo de la frontera, y que además lo debe pagar México.

 

De Peña Nieto tuvimos dos cosas: lo que dijo en público y lo que dice que dijo en privado.

 

En público tuvo miedo a asumir una posición de fortaleza, una crítica frontal a la xenofobia del empresario metido a político y a ejecutar un acto de desagravio, ahí, parado frente a Trump, a nombre de los millones de mexicanos que hemos sido insultados, vilipendiados, menospreciados y discriminados.

 

En privado, según le respondió a Denisse Maerker ayer por la noche, fue muy firme y sus reclamos a Trump, duros.

 

Cuestionado porque no asumió la misma posición en público que en diálogo privado, tras un trastabilleo lamentable, se justificó diciendo que la rueda de prensa había sido muy desordenada al final. ¿WTF?

 

De vuelta en Estados Unidos, Trump volvió a lo mismo, dejando en ridículo al presidente mexicano en su “error histórico”, como lo definió Enrique Krauze, “Vamos a construir un bonito muro, y México todavía no lo sabe, pero lo va a pagar”.

 

Peña Nieto y Trump, de una propuesta locuaz, han hecho una realidad, como si en realidad el muro empezara a construirse en dos semanas. Hillary Clinton, o debe estar muy disgustada, o va a hacer pagar muy caro al presidente, y por tanto, a México.

 

Uno se pregunta cuánta negligencia cabe en el equipo presidencial, y a veces me imagino a un Enrique caótico, muy al estilo de Selina Meyer, la absurda presidenta de EU en la serie Veep a la que todo le sale mal por culpa de su staff.

 

México andaba encarrilado en su duelo por Juan Gabriel y había un poquitito de expectativa por el cuarto Informe y su diálogo con los jóvenes millenials, pero las torpezas del peñanietismo incendiaron al país en una unanimidad nacionalista que no se veía desde que Estados Unidos nos eliminó en el Mundial del 2002.

 

¿Qué quedará del 23% que apoyaba a Peña Nieto hace un par de semanas? ¿Puede sostenerse un presidente al que ya se le acabaron los pies para darse balazos?

 

Sin calcularlo, Peña Nieto volcó al nacionalismo en su contra, dado que los mexicanos no estamos encabronados con Trump, sino con el presidente. Así de simple.

 

Presidente, entienda el mensaje: ¡estamos hasta la madre!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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