Thursday, 28 de March de 2024

Viernes, 05 Febrero 2016 03:07

El morenovallismo enfrenta a sus Frankenstein´s




Written by  Arturo Rueda

La privatización del agua es probablemente la política más repudiada del morenovallismo, ya que le pegó al bolsillo de todos los estratos sociales: clase  baja, media y ricos. Empresarios y familias. No sólo se paga más, sino que los recibos se recibe de forma mensual —no bimestral— y los ajustes tarifarios dejaron incrementos superiores al 100, 200, y hasta 500 %.


El morenovallismo lidia ahora con los monstruos que ellos mismos crearon. Privatización del agua, fotomultas y RUTA son los Frankenstein’s que engendraron y hoy amenazan su victoria electoral. Para que sus rivales del PRI obtengan los menores réditos posibles de esos monstruos, el régimen ha decidido embarcarse en una estrategia compleja: hacer que el candidato a la gubernatura encabece la oposición a esas irritantes políticas públicas. Que la crítica salga desde dentro del morenovallismo, y así, en una maroma imposible, Gali sea el cambio en la continuidad. Convencidos de que el edil no es el malo, sino el bueno, los poblanos saldrán a votar por él y la historia tendrá un final feliz.

 

 

Tengo serias dudas de que funcione una maroma de esa naturaleza. No por Gali, que en efecto, es el muchacho bueno de la película, sino porque los Frankenstein’s del morenovallismo lucen fuera de control. Cobraron vida propia y han decidido hacer lo que conviene a sus propios intereses, no a lo de sus creadores. El mejor ejemplo es Concesiones Integrales, rebautizada como Aguas de Puebla, la empresa a la que se le entregó la privatización en un oscuro proceso que aún no ha podido ser aclarado.

 

 

La privatización del agua es probablemente la política más repudiada del morenovallismo, ya que le pegó al bolsillo de todos los estratos sociales: clase baja, media y ricos. Empresarios y familias. No sólo se paga más, sino que los recibos se recibe de forma mensual —no bimestral— y los ajustes tarifarios dejaron incrementos superiores al 100, 200, y hasta 500 %. Aunque Concesiones Integrales pagó una contraprestación superior a los mil millones de pesos, no sabe si el plazo del contrato es por 30 o 60 años.

 

Tampoco es que sea mala la idea de la privatización: frente a la cultura del no pago del agua de miles de poblanos, la única salida es entregarle el servicio a un ente privado que no se va a andar con miramientos a la hora de hacer cumplir y bajar la cartera vencida. Total, a Concesiones Integrales y sus fantasmales dueños sólo les interesa el lucro. Por eso son una empresa.

 

Pero ahora al morenovallismo le interesa reconquistar a los poblanos para ganar la minigubernatura, lo que choca con el ánimo de lucro de Concesiones Integrales, dispuesta a exprimir a los poblanos. ¿Cómo resolver el acertijo?

 

Hace un año, en la cabeza de los principales estrategas morenovallistas, rondó la idea de rescatar la concesión argumentando incumplimientos en el capítulo de inversiones. Cancelarla, pues. La evaluación de costos jurídicos, económicos y mediáticos los hizo abandonar la idea. En vez de tomar medidas, le pidieron a la empresa que “le bajara” en la presión de la cobranza, y sobretodo, que no hubiera cortes del servicio hasta después de las elecciones.

 

Si Concesiones cumplió y la bajó a la presión, pues no fue suficiente. Las encuestas siguen mostrando que es el tema que más irrita a los poblanos. Retomar la idea del rescate de la concesión ya era imposible, dicen, por los tiempos. Total, no se hizo nada.

 

Ahora, sin embargo, los tiempos electorales ahogan y se requieren medidas urgentes y extremas. Qué está pasando dentro de la ballena pocos lo saben, pero lo cierto es que Tony Gali rebasó por la izquierda y ya pidió directamente un programa de borrón y cuenta nueva, es decir, que los adeudos actuales se cancelen. Por supuesto que sería un hit, pero Concesiones Integrales entró en rebeldía y no piensa ceder, cuando menos en este año electoral. Su director salió a declarar que Agua de Puebla no va a actuar bajo “presiones electorales”, y que ultimadamente el Congreso local es la única instancia capaz de modificar la estructura tarifaria.

 

Total, el morenovallismo se topó con su propio engendro, y ahora la única forma de liquidarlo es que la mayoría de diputados del régimen apruebe un programa de condonación, o una modificación de la estructura tarifaria que en verdad beneficie a los poblanos. ¿Cómo va a reaccionar la empresa concesionaria?

 

 

La ecuación se encuentra perfectamente definida: el ánimo de lucro de Concesiones Integrales contra el interés electoral de Tony Gali. ¿Irán a fondo? 

 

 

 

 

 

 

 

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