Familiares y amigos recibieron al sacerdote Alejo Nabor Jiménez Juárez con una imagen de la Virgen de Fátima, a la que le tenía mucha devoción. El clérigo originario de Zoquitlán, Puebla y quien fue secuestrado, torturado y ejecutado en Veracruz, será inhumado el día de hoy.

Además de la familia, varios fieles a los que servía en la Iglesia de Fátima, en Poza Rica, Veracruz, velaron el cuerpo del padre que el lunes pasado, junto con José Alfredo Suárez de la Cruz, sacerdote también, fue hallado muerto en el municipio de Papantla.

La ausencia de representantes de la Arquidiócesis de Puebla y de la Diócesis de Papantla, jurisdicción a la que pertenecía, pasó prácticamente desapercibida con la asistencia de decenas de fieles que viajaron hasta Puebla capital para acompañar anoche a su guía religioso.

Sus hermanos lo recordaron como un hombre ejemplar, que asumió el rol del padre que faltaba en la familia, pero especialmente, como un auténtico devoto, que desde pequeño demostró su vocación por el servicio a Dios, pues gustaba de instarlos a cortar flores para ofrecerlas a la Iglesia.

Alejo Nabor que apenas el pasado mes de julio cumplió 50 años de edad, declinó ejercer la licenciatura en Administración que estudió cuando joven y siendo ya un adulto decidió ingresar al Seminario de Tehuacán para iniciar su carrera sacerdotal y dedicarse por completo a su vocación religiosa, señalaron.

Pese a muchas complicaciones y problemas, Alejo Nabor Jiménez Juárez se ordenó sacerdote diácono 18 años después y desde hace varios años, era el guía espiritual de cientos de fieles en la Iglesia de Fátima en Poza Rica.

La familia aseguró que era un hombre concentrado en el servicio de Dios, por eso se declaró indignada de que un supuesto robo, de dinero, vehículos y documentos de la Iglesia, haya sido la razón de su muerte, según la versión de la Fiscalía General de Veracruz.

Con información de El Sol de Puebla