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Viernes, 26 Agosto 2016 10:44

Leyendas urbanas en el metro de la Ciudad de México

En todas partes se pueden escuchar leyendas de toda clase. Pero las que más nos llaman la atención, quizá por tratarse de historias cercanas a nuestro entorno, son las leyendas urbanas, que se desarrollan en sitios de alguna manera conocidos por todos. Es el caso de las leyendas que corren acerca del metro de la Ciudad de México.




En 1967 se iniciaron los trabajos del Sistema de Tansporte Colectivo, o Metro, como lo llaman todos. En un sistema tan grande, no es raro que haya inifidad de echos que se registran a diario y algunos dejan huellas muy profundas. Muchos de los trabajadores de la red han tenido experiencias dignas de contarse.



Es el caso de los que aforman haber visto, con frecuencia, a una niñita  junto a las vías. Esto no tendría porqué ser raro, teniendo en cuenta que millones de personas de todas las edades ocupan el metro a diario. Pero esta niñita aparece en las zonas a las que el resto de los usuarios no pueden acceder, o en sitios donde los trabajadores están haciendo obras y por lo tanto, se prohíbe la entrada al público. Esta niñita lleva un vestido blanco, como de primera comunión. Su cabello está enmarañado y muy largo y se queda mirando fijamente, de una forma extraña. 



En una ocasión, uno de los trabajadores que acababa de iniciar como operador en las instalaciones del metro, le pidió a uno de sus compañeros que le tomara una fotografía para subirla a las redes sociales, contento por ser su primer día de trabajo. La foto se tomó y salió muy bien, excepto por un ligero resplandor al fondo de la imagen. Ambos, el dueño del celular y su compañero, voltearon al lugar donde momentos antes se había tomado la imagen, pero no vieron nada.



Más tarde, en su descanso, el nuevo trabajador repasó la foto que le habían tomado al iniciar su turno. Y usando el zoom de la imagen, revisó el resplandor del fondo. Al agrandar la foto, el resplandor empezó a tomar la forma de una niña, tal como se le describió líneas arriba. Sólo que en la imagen, la niña llevaba una muñeca en los brazos y no se notaban sus pies, sino que parecía flotar sobre las vías. 



Cuando el trabajador mostró a sus compañeros la imagen, todos coincidieron en que se trataba de una niña, como la que solía aparecererse en los túneles del metro. Pero uno de ellos, se percató de algo más: si la foto se miraba al revés, se podía apreciar la imagen del diablo, con sus cuernos y una extraña sonrisa.



Basado en el libro de Yetzi Gómez, Testimonios de horror y misterio.