Abogados en la zona rural de Japón: baja oferta, baja demanda


Norimitsu Onishi / Yakumo, Japón


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No había ninguna razón inherente para que esta localidad japonesa norteña, con una población de 19 mil 743 habitantes, nunca hubiera tenido un abogado hasta ahora. Tenía su parte de personas con deudas, disputas de propiedad, peleas por herencias; de hecho, suficiente falta de armonía para mantener ocupado a por lo menos un abogado.


Pero Japón desde hace tiempo ha sufrido una escasez de abogados, especialmente en las zonas rurales. Si no era poco usual que ciudades con una población cinco veces más grande que la de Yakumo no tuvieran abogado, ¿cómo podía esperar Yakumo contar con uno?


Y sin embargo, gracias a una campaña nacional para elevar el número de abogados, y para enviarlos a los rincones de Japón donde se les necesitan, Yakumo dio la bienvenida al primero en abril. La Oficina Legal de Yakumo inició operaciones, detrás de persianas grises y bajo marquesinas azules, en la plaza frente a la estación de ferrocarril.


Dejando de lado su ubicación prominente, la oficina quizá hubiera pasado inadvertida en medio de los restaurantes, tabernas izakaya, farmacias y otros pequeños negocios que forman el paisaje que rodea a las estaciones ferroviarias en las pequeñas localidades japonesas. Incluso el antiguo dueño de un restaurante de sushi cercano de algún modo no había notado a su exótico nuevo vecino. “¿Un abogado?”, preguntó incrédulo.


En una mañana reciente, el abogado, Katsumune Hirai, llegó en el tren de las 10:29 procedente de Hakodate, la ciudad más cercana. Caminó medio minuto desde la estación y entró a la oficina a través de una puerta lateral.


Yakumo es parte de un distrito legal incluso más grande de unas 50 mil personas sin abogado, dijo. Y Hirai, que vive en Hakodate pero es originario de Tokio, seguía realmente empezando a conocer a esta localidad. Aún no visitaba el ayuntamiento, la sede del poder en cualquier ciudad japonesa, ni presentado sus tarjetas de visita ahí.


Se sentía perplejo de que, hasta ahora, pocos hubieran acudido a él en busca de consejo sobre manejo de deudas, la mayor fuente de trabajo para los abogados ahora. “La economía de Tokio va bien en estos días”, dijo Hirai, un hombre de 33 años con cara de niño que ha estado practicando el derecho durante cuatro años. “Pero el resto de Japón aún no se ha recuperado. La economía está muy débil en las zonas rurales, de manera que vemos un gran número de consultas nacionalmente sobre deudas, especialmente de parte de personas con asuntos altamente urgentes.”


Muchos clientes con disputas de tierras habían acudido a él, enviados por agentes de bienes raíces incapaces de resolver los problemas ellos mismos. En el pasado, habrían ido a ver un abogado a Hakodate, sin duda.


“O, pienso, muchos se hubieran resignado a su destino”, dijo.


Eso es lo que Hirai había aprendido en la Federación de Abogados de Japón, donde participó en esfuerzos para enviar abogados a las zonas remotas.


En Japón, otros profesionales legales, incluidos notarios y contadores, a menudo realizan las tareas que corresponden a los abogados en otras partes.


El gobierno japonés está tratando de incrementar el número de abogados como parte de reformas judiciales más amplias que han incluido el establecimiento de 74 escuelas de derecho desde 2004. Bajo el sistema que será abolido en 2011, cualquiera podía tomar el examen de la barra de abogados nacional, aunque era tan difícil que la tasa de aprobación anual era de alrededor de 3 por ciento.


El gobierno predijo que al menos 70 por ciento de los graduados de la escuela de derecho pasarían el nuevo examen de la barra de abogados nacional, creando 3 mil nuevos abogados al año para 2010. Pero como sólo 40 por ciento aprobó el año pasado, y la baja tasa hizo descender las solicitudes en las escuelas de derecho, es casi seguro que el gobierno no alcanzará su meta.


Aquí en Yakumo, cuatro clientes acudieron a ver a Hirai un día reciente: una anciana preocupada por dejar una herencia a un hijo adoptado; un asalariado de edad mediana que había golpeado a una empelada; dos clientes involucrados en disputas de tierras, una que se remonta a los años 30.


Como muchos japoneses que consultan a abogados, los cuatro parecían avergonzados de hacerlo.


“Los japoneses por naturaleza no quieren hacer públicos sus problemas”, explicó Hirai. “Y acudir a ver a un abogado es admitir que hay problemas dentro de la casa o el lugar de trabajo.”


Fue precisamente para disipar la vergüenza de consultar a un abogado que Hirai eligió abrir su oficina en la plaza más prominente de la localidad.


“Después de todo, este es un poblado pequeño”, dijo. “Como estoy justo enfrente de la estación de trenes, todos sabrán si una persona vino a esta oficina. Si me hubiera establecido en una parte más aislada de la ciudad, la gente pensaría que es un asunto turbio después de todo, y que soy un tipo malo.”


Tomoko Sato, de 45 años, una asambleísta municipal que acompañaba a uno de los clientes con la disputa de tierras en su primera consulta con un abogado, dijo que la visita había tenido un efecto positivo.


“Dijo que se sentía 70 por ciento satisfecho”, dijo Sato, y añadió que el abogado había explicado claramente los elementos ventajosos y desventajosos de la situación del hombre.


Hasta ahora, la gente de la localidad habría viajado para ver a un abogado en Hakodate sólo cómo último recurso. Primero, habrían tratado de resolver el asunto ellos mismos, pedido la intervención de funcionarios de elección o recurrido a administradores del ayuntamiento.


“Ahora que hay un abogado cerca, más personas podrían ir a verlo en vez de acudir a nosotros en busca de ayuda”, dijo el alcalde de Yakumo, Yoshio Kawashiro, de 64 años.


El alcalde consideraba que un despacho legal sería bueno para Yakumo, pero no ocultó el hecho de que estaba molesto de que el abogado no hubiera acudido todavía a presentar sus respetos al ayuntamiento. “Nos enteramos de su llegada por el periódico”, dijo.


Después de su último cliente del día, Hirai, que regularmente habla suavemente pero cambia aparentemente sin esfuerzo a un tono más enérgico con sus clientes, se aflojó la corbata.


“Si la gente aquí empieza a creer que puede recibir buen consejo de los abogados, entonces, en el futuro, nuestra labor se volverá mucho más fácil”, dijo finalmente. “Bueno, dentro del terreno de lo posible, lo tomaré con calma.”

 

 

 

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