Una resaca de la construcción para la economía de España


Carter Dougherty /Málaga, España


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Haciendo una caricatura de los temores de una nación

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Óscar Agudo, un arquitecto que ha diseñado todo, desde bloques de departamentos hasta campos de futbol a lo largo de la costa del Mediterráneo de España, ahora se mantiene ocupado principalmente haciendo avalúos de casas recuperadas y analizando las disputas de bienes raíces para los tribunales.


En menos de un año, España ha pasado de un crecimiento dinámico a la angustia aguda conforme un colapso de la vivienda, los altos precios de la energía y la crisis financiera mundial han drenado su línea vistal: un auge de la construcción creado en base a los crecientes valores de la propiedad.


“Entre más se alargue la crisis”, dijo Agudo, “más difícil será vivir del pasado”.


Quizá sea tiempo de que España mire hacia un futuro diferente. El romance del país con la construcción hizo de ésta una industria característica, incluso mayor como parte de la economía que en Alemania a principios de los años 90, cuando la reconstrucción de la Alemania Oriental estaba en marcha.


Pero ahora, con la industria destrozada, los españoles están reexaminando la sostenibilidad de su modelo económico anteriormente próspero.


Recientemente, el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, convocó a una reunión de gabinete de emergencia para considerar respuestas a una economía que está enfrentando un torrente de malas noticias.


Datos dados a conocer ese mismo día demostraron que la inflación aumentó 5.3 por ciento en julio respecto de un año antes, el nivel más alto en 15 años, evidencia adicional de que los precios están aumentando.


“No podemos sólo crecer con base en los bienes raíces y la construcción”, dijo José Manuel Campa, profesor de finanzas de la Escuela de Administración IESE de la Universidad de Navarra. “Necesitamos producir bienes y servicios que podamos vender al resto del mundo.


“El interrogante es: ¿se puede crear eso en los próximos 18 meses?”, preguntó Campa.


Probablemente no, lo cual es la razón de que sea probable que España sienta lo peor de la actual depresión económica. No sólo se empleó de lleno en el juego de la vivienda, sino que su dilema ha sido agravado por el vórtice financiero global que sólo ha parecido cobrar velocidad.


El inicio de nuevas viviendas alcanzó un clímax de más de 900 mil en 2006, pero es probable que la construcción de casas en España caiga a alrededor de la mitad de ese nivel este año, dijo recientemente el ministro de Economía y Vivienda del país, Pedro Solbes. Los precios de las casas cayeron 4 por ciento en el segundo trimestre, y la mayoría de los economistas dicen que esperan años de estancamiento.


Deshacer ese desequilibrio, dicen economistas, sería lo bastante doloroso incluso en mejores momentos. Pero los giros en los mercados financieros mundiales han elevado el costo de las hipotecas de tasa ajustable que la mayoría de los españoles eligieron.


“Se está poniendo mucho peor de lo que habíamos esperado a principios del año”, dijo Julián Cubero, economista en jefe sobre España de Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, uno de los bancos españoles más grandes. “Estamos sufriendo una tormenta perfecta”.


Zapatero tardíamente usó la palabra “crisis” para describir la situación del país en julio, tocando un nervio en los españoles que no han sufrido una recesión económica importante desde la gran depresión después de las Olimpiadas de Barcelona en 1992.


“Había un estado de negación”, dijo Roger Cook, director administrativo para España en Cushman & Wakefield en Madrid. “No había una apreciación de que esto no era una desaceleración, sino una crisis grave.”


Aquí en la Costa del Sol, donde los líderes de negocios dicen que esperan un estancamiento o declinación de las operaciones hasta fines de 2009, el sol sigue brillando. Pero el panorama es decididamente nublado.


Sinónimo de turismo, la Costa del Sol corre a lo largo de una franja del Mediterráneo que empieza al este de Málaga y termina cerca de Gibraltar.


Sus atributos naturales en el verano son asombrosos. Mares azules bañan playas de arena gris, o golpean contra protuberancias rocosas. Montañas coloreadas de ocre pero salpicadas de vegetación verde oscuro parecen saltar desde el jirón de tierra que conduce al agua, todo debajo de un cielo que desconoce las nubes.


Pero la región es también un monumento a los ladrillos y el mortero.


Málaga, la ciudad natal de Picasso, tiene un centro con ruinas que atestiguan su nacimiento como un puesto comercial fenicio, pero rápidamente dan paso a interminables rascacielos de departamentos. Una sinuosa autopista costera conduce a Torremolinos, un sitio turístico español desde los años 50, a través de Fuengirola, una localidad famosa por sus turistas revoltosos, hasta Marbella, un sitio turístico de moda que ha perdido un poco de su brillo en los últimos años.


Y a menos que la geografía o las reglas de construcción los detengan —y en ocasiones ni siquiera entonces— hay edificios densamente poblados. Rascacielos de departamentos ocupan gran parte del territorio de primera, mientras los riscos y valles están llenos de construcciones que parecen pasteles de boda en el característico estilo mediterráneo de paredes blancas.


Manuel Ecijas, dueño de Constru España 2000, ha visto avanzar el ciclo a lo largo de la Costa del Sol y en gran parte del sur de España.


Su negocio de construcción empleaba a 66 personas, pero todos perdieron sus empleos en marzo cuando uno de los principales clientes de Ecijas se declaró en bancarrota. Los nuevos contratos casi se han agotado, y desarrolladores le deben 270 mil euros, o 402 mil dólares.


“Muchas de estas compañías han desaparecido”, dijo Ecijas. “Simplemente no puedo encontrarlas.”


El gobierno español ahora proyecta que el desempleo, que se deslizó a 8 por ciento el año pasado, aumente a 12.5 por ciento en 2009. La angustia se ha extendido rápidamente en industrias asociadas; Roca, un proveedor de equipo para baños, recientemente despidió a 400 personas.


Los españoles están siendo exprimidos no sólo por sus propios excesos sino por el alcance global de los estragos que emanan del deprimido mercado hipotecario en Estados Unidos.


Las hipotecas españolas tienen tasas variables vinculadas al contrato Euribor a 12 meses, una referencia de crédito interbancario para el área del euro de 15 naciones que virado bruscamente al alza en el último año.


El aumento refleja sospechas entre los banqueros de que sus colegas, muchos de los cuales hicieron malas apuestas sobre las hipotecas en Estados Unidos, quizá aún tengan pérdidas ocultas en los libros que pudieran costarles miles de millones de euros o incluso inclinarlos hacia la bancarrota.


Gente como Agudo, el arquitecto, pagan directamente por esta falta de confianza. El pago de la hipoteca de una de sus propiedades —tiene tres— ha aumentado a 750 euros mensuales respecto de 600 euros. Los días de comer fuera cinco noches a la semana, dijo, han acabado.


“Esto”, dijo Agudo, “es la primera crisis que he visto”.

 

 

 

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