Hecatombe en la UDLA


Gucci, D&G, Toos, Dior, Burberry y Lacoste marcaron el estilo entre los manifestantes


Ya iniciado el semestre y de última hora, el secretario general de la institución confirmó la suspensión de casi 600 apoyos departamentales y fraternitas. Y explicó que los estudiantes tenían sólo ayer para solicitar una nueva beca sin pagar recargos.


Selene Ríos Andraca


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La súbita suspensión de becas departamentales a 571 estudiantes de la Universidad de las Américas (UDLA) provocó una hecatombe en la institución. Más de 300 alumnos tomaron la Rectoría y cerraron el acceso principal a la universidad para exigir la restitución de los apoyos financieros.


Hasta el cierre de esta edición y tras 10 horas de manifestación, los afectados continuaban fieles a su postura inicial: “Sin negociación. O restituyen las becas o las devuelven”.


Y es que de última hora y ya iniciado el semestre, Miguel Ángel Pérez Maldonado, secretario general de la UDLA confirmó que 571 estudiantes se quedaron sin apoyo económico para concluir sus estudios, por lo que los invitó a aplicar solicitudes para una nueva beca y en caso de reunir los requisitos, seguirán estudiando.


Sin embargo, a partir de hoy los ex becarios pagarán recargos y multas por saldar de manera extraordinaria su pago de inscripción.


Los afectados fueron avisados de la suspensión de su beca desde la tarde del miércoles pasado, pero hasta ayer por la mañana el Centro de Atención de Servicios Escolares (CASE) confirmó la suspensión.

 

Gucci revolution


Los estudiantes afligidos con la medida de evaluación de becas se reunieron a la una de la tarde en La Hacienda, donde se encuentran las oficinas de Rectoría, ahí los recibió Juan Carlos Morales Páez, director de Planeación, quien solamente se limitó a gritar ante unos 200 estudiantes aglutinados en un pequeño salón que él solucionaría caso por caso en su oficina.


La respuesta de Morales Páez enardeció el ánimo de los estudiantes, quienes abarrotados, acalorados y preocupados le gritaron al funcionario que era un inepto, al tiempo de exigir la presencia de Arturo Langdon Lagaguirre, delegado del Patronato para Asuntos de Rectoría.


Pero Langdon nunca apareció. Se encontraba en la ciudad de México en una reunión con el patronato, según informó un asistente de Rectoría.


Durante la asamblea, una docena de afectados planteó su caso. Entre los 12 no había grandes diferencias, sólo el porcentaje de apoyo que acababan de perder que va desde 15 hasta 60 por ciento.
La desesperación y las lágrimas dominaron a aquéllos que perdieron, prácticamente, la oportunidad de licenciarse en la Universidad de las Américas.

 


“Yo no puedo pagar 80 mil pesos” sollozaba una chica de aspecto humilde, mientras jaloneaba a Morales Páez.


La reunión no llegaba a nada. La mayoría de los afectados se vio obligada a quedar fuera del salón, debido a que adentro era imposible que entrara una persona más.


Un estudiante tomó la palabra y canceló la reunión, bajo el argumento de que los medios de comunicación se encontraban afuera de la universidad —aunque representantes de prensa escrita y radiofónica se encontraban en el salón—: “No dejan entrar a Tv Azteca ni a Televisa, vamos por ellos”.


Los más de 200 alumnos siguieron al líder espontáneo hasta el acceso principal de la UDLA, donde recibieron con vítores a los reporteros de Tv Azteca y los custodiaron de regreso a La Hacienda.


A pesar que el reglamento de ética de la UDLA prohíbe a sus estudiantes declarar ante los medios de comunicación hechos que afecten la imagen pública de la institución, algunos de los afectados hicieron gala de su “buen hablar” y reprocharon ante las cámaras televisivas la suspensión de las becas.


Pasados unos minutos, pasadas las dos de la tarde, el grupo de inconformes, con las televisoras a la cabeza, ingresaron nuevamente al salón de Rectoría para exigir la presencia de Arturo Langdon.


Esta ocasión ni Morales Páez apareció en escena. Los estudiantes se quedaron en el salón unos minutos a la deriva en plena manifestación. Una chica intentó liderar al grupo, pero la acusaron de “vendida” cuando espetó que Morales Páez era el culpable y no Langdon.


Pocos minutos después, el mismo personaje que canceló la reunión para escoltar a las televisoras, tomó la palabra, se subió a una silla y salió en defensa de Morales Páez y de la Familia Jenkins.


Las mentadas lo obligaron a bajar de la silla. En un rincón sonó una guitarra. Un chico con look casual, camiseta holgada y lentes de gota, rasgaba su instrumento: “La beca ya se fue/ está en la cuenta de Palou/ Y la beca ya murió/ no entiendo que pasó”. “Mi saldo no está a favor/ en el CASE soy deudor/ y ya no está Palou”.


Poco a poco, las canciones de protesta fueron entonadas por los manifestantes, pero sus consignas dieron fin. Ya eran las tres de la tarde, hora de comer.


A las tres en punto, los estudiantes abandonaron La Hacienda y se dirigieron a la cafe a tomar un breakfast.

 

El templo del dolor

 

El campo de fútbol americano, Templo del Dolor, fue abarrotado por más de 300 estudiantes a las cuatro de la tarde.

 

Comenzaba una nueva asamblea para organizar los siguientes movimientos de la manifestación. Estaban listos unos carteles: “Quiero mi beka”, “Tenemos X box, pero becas NO”, “Queremos bekas, no x box”, “¿Qué es más importante, el dinero o la educación?”.


—Tenemos que hacer algo para presionar, chicos— gritó una nueva líder.
—¡Sí!— respondieron al unísono.
—Cerremos el acceso principal, o sea, no afectaremos a nadie, pero presionaremos.
—¡Sí!
—Vamos todos pues. Es justo, esto está basado en base a nuestros derechos (sic).
Desde las cuatro y media de la tarde hasta las 10 de la noche, los afectados cerraron el acceso principal de la UDLA. La mezcla de tambores, bailes y el claxon de automovilistas fueron el elixir que mantuvo a los udlos exigiendo la restitución de sus becas.


Los pantalones Dolce & Gabana, los lentes Dior, las chaquetas Gucci, las blackberries, los nextel, los ipods, las palms y demás detalles fashion y tecnológicos brillaron ante las puertas de la universidad, una de las más caras del país.


El estilo UDLA en la manifestación relució en una chica de gordas trenzas negras, quien portaba un reboso tradicional —blanco y negro— amarrado al pecho, cargando en la espalda un pingüino de peluche.
No faltó la chica guapa, de pelo liso y largo, con botas picudas sobre el jeans y la chaqueta de gamuza que gritaba en la protesta.


Un grupo de ex catarinos —rezagados y censurados por Pedro Ángel Paloú en enero del año pasado— resaltaba entre los fresas, y a pesar de la diferencia ideológica, estuvieron ahí solidarizados con sus compañeros.

 

La postura oficial


De última hora, los 571 estudiantes de la UDLA fueron enterados que sus becas han sido suspendidas por deficiencias en los departamentos a los que ofrecían servicio, ya que algunos de ellos solamente sacaban copias y servían café para remunerar a la universidad, informó Miguel Ángel Pérez Maldonado, secretario general de la UDLA en conferencia de prensa.


Por lo cual, el límite de los universitarios para conseguir beca termina hoy, para que el martes tengan una respuesta financiera para saber su futuro, mientras tanto a partir de mañana los estudiantes comenzarán a pagar intereses a la universidad.

 

Para justificarse, Migue Ángel Pérez dijo que las becas departamentales no estaban ayudando al estudiante a desempeñarse profesionalmente en cada uno de los espacios académicos y administrativos.


Sin embargo, fuentes de la universidad confiaron a Cambio que la beca departamental no sólo consiste en sacar y copias, sino a apoyar a los titulares de los diferentes departamentos —economía, comunicación, arquitectura entre otros— a elaborar proyectos académicos.


Según el funcionario académico, los estudiantes que hoy están a la deriva tendrán que conseguir una beca exprés para terminar de cursar su semestre.

 

 


 
 
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