Una pasión por (y en contra de) Sarkozy


Steven Erlanger / París


Notas Relevantes

Lágrimas por Teddy

Serge Hefez, psiquiatra practicante, ha identificado una nueva enfermedad mental entre los franceses: sarkosis obsesiva, lo cual es una nada saludable fascinación por el presidente galo, Nicolás Sarkozy.


“A medida que escuchaba a mis pacientes durante las consultas, muchos de ellos mencionaban a Sarkozy por nombre”, comentó Hefez. “Él ha penetrado hasta algunas de sus fantasías más profundas. Noté toda esta pasión en las personas que hablaban sobre él, y pensé que había algo particular con respecto a este hombre: él es un reflejo de nosotros en el espejo”.


De la misma forma, los franceses se proyectaron en Sarkozy, dijo Hefez.


“Él es la encarnación del hombre posmoderno, obsesionado consigo mismo, volcado hacia el placer, autónomo y narcisista”, dijo el psiquiatra. “Y además exhibe sus alegrías y penas, toda su vida privada, sus dudas sentimentales y placeres. El representa el individualismo de la sociedad al extremo, que es el individuo el que cuenta, no la sociedad”.


A un año de haber asumido la presidencia de Francia, Sarkozy parece dar la impresión de estar en todas partes, cuando menos en el mundo de la televisión y los medios impresos. El periódico Le Figaro cuenta al menos 100 libros dedicados al presidente francés, su vida y amores, con más de un millón de ejemplares vendidos, por 25.1 millones de dólares.


Algunos de los títulos despliegan la furia y fascinación que Sarkozy ha estimulado: “El rey está desnudo”; “El hombre que no sabe simular”; “El Liquidador; “íDebe marcharse!”; “El deber de la insolencia”; y “Giros mortales y volteretas en el Elíseo”.


Hefez analizó esta obsesión en un artículo y después en su propio libro, “Sarkosis obsesiva”, en el cual identifica enfermedades relacionadas, como la “sarkofrenia” y la “sarkonoia”.


El mes pasado, la revista París Match publicó una caricatura de Jean-Jacques Sempe que mostraba a una mujer que hablaba con un psiquiatra, diciendo: “Estoy muy preocupada. El domingo, en el Louvre, le pregunté a un guardia dónde podía encontrar la sala de sarkozycófagos egipcio. En la cena con un musicólogo, dije dos veces que mi ópera favorita es 'Sarkozy fan tutte'. Me gustaría saber si esto es grave y cómo curarlo”.


La televisión cubre cada gesto de Sarkozy, tanto en homenaje como en son de burla, siendo en sí un esfuerzo por crear distancia respecto del fenómeno que eso perpetua y magnifica. Todo forma parte de lo que el pueblo francés ha llegado a conocer como la “pipolisación” de la vida política, término, supuestamente derivado de la revista People (Gente), que se refiere a la idolatría de celebridades y telenovelas. Hefez, por su parte, considera que la tendencia es un ejemplo de la “democracia volviéndose en contra de sí misma, como pronosticó Tocqueville”.


No obstante, Hefez, de manera similar, ha sido infectado por la enfermedad que él mismo fue de los primeros en diagnosticar. Y como cualquier buen analista, está plenamente consciente del problema, y de la ironía. La acalorada reacción a este artículo “fue interesante para un psiquiatra y no me tomó por sorpresa”, dijo, entre risas, “debido a que corresponde precisamente con la obsesión”.


El periódico Liberation publicó una página de modelos que se parecían a Sarkozy y su tercera esposa, Carla, “en casa” en el Palacio del Elíseo. El doble de Sarkozy se ejercita con anteojos Ray-Ban y una sudada camiseta del Departamento de Policía de Nueva York, al tiempo que la de Carla Sarkozy, enfundada en ajustados vaqueros azules, lo mira a él con adoración, con una guitarra atravesada en su regazo. En otra de las fotografías, de Bruce Gilden, un preocupado presidente está acostado con la cabeza sobre las piernas de su esposa, apenas cubiertas por una minifalda, mientras ella mira hacia la distancia.


En la última de las fotografías, el presidente galo, con bóxers y calcetines sostenidos por bandas elásticas, el pecho desnudo con apariencia suave, está sentado en el extremo de la cama, con la mirada clavada en el vacío, al tiempo que su esposa, de pie con un camisón de seda, le mira la nuca.


Para Hefez, el rápido matrimonio de Sarkozy con la rica y hermosa modelo y estrella del pop es revelador. “Ella es el perfecto equivalente femenino: en verdad fascinante, muy narcisista y muy ocupada en ella misma”, comentó Hefez.


Para los franceses, todo esto fue demasiado, y con demasiada rapidez. La nueva relación de Sarkozy, hecha pública por primera vez en el nada presidencial y nada francés parque temático EuroDisney, menos de dos meses después que él y Cecilia, su esposa durante 11 años, anunciaran su divorcio, fue vista en la conciencia colectiva como algo similar a una “traición de la intimidad, de la amistad”, hacia el pueblo francés, dijo Hefez.


“Es cierto que él está enamorado, y eso lo ha equilibrado, pero los franceses ya perdieron la confianza en él”, dijo el psiquiatra. “Todos los presidentes mienten, pero esto equivale a una traición de la amistad”".


La pasión se avinagró, comentó Eric Empatz, editor en jefe de Le Canard Enchaine, semanario que combina la sátira con el reportaje de investigación. “Esta obsesión de los franceses con Sarkozy ha dado un giro, y se volvió negativa”, dijo Empatz. “La obsesión persiste, justamente con la misma pasión, pero ahora es negativa. En eso, de igual forma, es similar a una mala aventura amorosa”.


Al tiempo que sus índices de aprobación registran niveles históricamente bajos, Sarkozy ha seguido el consejo, incluido el de su esposa, de transmitir una imagen más presidencial en público, y de presentarse con menos frecuencia. En buena medida, el “bling-bling” u oropel de las amistades ricas y extravagantes y voluminosos relojes ha sido reemplazado, por la discreción, la seriedad y las apariciones cuidadosamente planeadas.


“A todo mundo le fascina”, dijo un amigo que conoce bien a Sarkozy y que no quiso ser identificado al hablar sobre su persona. “Es apasionado, y polariza a la gente”.


Los franceses sienten una intimidad con él como alguien que es igual a ellos, pero también desean un presidente con cierto aire de realeza para que represente al país. “Así que se dio una ligera desalineación entre este hombre con el cual se identifican y las expectativas que tienen con respecto al presidente, a cualquier presidente”, dijo el amigo. “Luego, sumen a esto muchísimo dinero, o demasiadas señales visibles de él, lo cual se relaciona con la graciosa relación que tiene los franceses con el dinero”. El resultado, dijo el amigo, fue la decepción.


El divorcio y el nuevo matrimonio crearon incluso mayor molestia entre los franceses. “El era de ellos, y después, repentinamente, se vuelve propiedad de ella, y ahora él tiene que restablecer la sensación de 'yo soy de ustedes, porque estoy aquí para servir al país'”, dijo el amigo, dejando escapar un suspiro. “Lo cual, indudablemente, es el caso, pero él tiene que demostrarlo”.


En Internet, el sitio noticioso de Rue89 preguntó: “Tras un año de dependencia, ¿cómo podemos dejar de estar sarkotoxicados?”


Hasta la fecha, todo parece indicar que no hay cura.

 


 
 
Todos los Columnistas