Días de narcoterror


Marcela Turati / Apro

 

Los narcos decretaron toque de queda en la ciudad de Chihuahua el martes 11.


Todo empezó con un supuesto mensaje subido a internet. En él se pedía a la gente estar en casa antes de que oscureciera porque varios comandos armados arrasarían la ciudad, acribillarían a quien se interpusiera en su camino e irían por la procuradora Patricia González Rodríguez.


El aviso prendió como pasto seco.


Presas de la sicosis, los habitantes comenzaron a utilizar su celular para enviar o leer textos o llamar a sus familiares para advertirles sobre la situación. Los portales informativos de Internet se paralizaran por exceso de visitas.


Llegó a decirse que a las siete de la tarde varios de esos escuadrones de la muerte estaban ya peinando las calles; que tenían rehenes en el centro comercial Plaza del Sol y habían cerrado el Periférico de la Juventud; que combatían con los soldados que defendían el Palacio de Gobierno; que habían levantado a la procuradora y después botado su cadáver…


Todo era confusión. “Mamá, no salgas, va a haber balacera” –escuchó Mónica Méndez la súplica de su hijo de 13 años; “Aleja la cuna de la ventana”, pidió Cecilia Castro a su esposo…


Los edificios de gobierno, las universidades, los centros comerciales y la mayoría de negocios fueron evacuados. Ya en la madrugada de ese día los narcos habían hecho un ensayo y quemado tres famosos restaurantes.


La gente los tomó en serio. Despejó las calles. Se atrincheró en sus casas. Retiró camas de la ventana. Apiló muebles. Tembló de miedo hasta que funcionarios estatales aparecieron en la televisión para decir que las noticias que circulaban eran falsas; que los narcos no habían tomado el control del estado.


Ese martes amaneció maldito, dicen a Proceso varios ciudadanos que vivieron horas de terror debido a los narcomensajes aparecidos en varios sitios electrónicos que, se supo después, resultaron falsos.


Uno de éstos señalaba que el kinder federal “Elena Garro” amaneció con una cartulina en la que se pedía a los directivos una cuota para evitar que los maestros fueran ejecutados; otro indicaba que alumnos del Colegio de Bachilleres 6 habían visto una manta anónima donde se exigía a cada alumno el pago de 20 pesos para protección; y un tercero aludía a la Clínica 66 del IMSS, donde cundió la noticia de que los empleados tendrían que donar sus aguinaldos “por su seguridad”. Ninguno se pudo comprobar.


Los testimonios recabados dan cuenta del terror ciudadano provocado por la narcoviolencia y la desconfianza hacia a las autoridades. Sus autores, por miedo, pidieron el anonimato.

 

Histeria colectiva

 

A la hora de comer, la señora Carmela B. salió en su camioneta por sus dos hijos, de 15 y seis años. En el camino dice haber visto tres ejecuciones en distintos lugares.


“En la Francisco Villa, afuera de la secundaria de mi hija acababa de pasar la primera ejecución. Cuando llegué estaban acordonando la zona. A la camioneta se subió mi hija y una amiga suya. Íbamos por el (supermercado) Smart, dimos vuelta en una calle, y vimos a un señor corriendo, haciendo señas para que nos fuéramos por otro lado y reaccionamos tarde.


“Nos tocó escuchar los últimos balazos de la ejecución de un policía. Alcanzamos a ver a los sicarios cuando subían a una camioneta. Las tres los vimos. Nos seguimos hasta el Gimnasio Quevedo, por el Bachilleres 1, para dejar a la compañera de mi hija. Luego seguí para la primaria de mi hijo; en el trayecto me tocó ver a los sicarios huyendo en reversa tras ejecutar a una persona, la tercera del día. Ya en la casa me puse a temblar. En la noche mi hija y su amiga lloraron del miedo”.


***


“La tarde parecía tranquila hasta las 6:30 que recibo en mi oficina la llamada de un directivo de la universidad que me informa que no me presente a impartir mi clase. Me dijo que había recibido noticias del gobierno, que habría toque de queda. Comienzo a intentar entrar a elpueblo.com y tiempo.com para ver las noticias. No pude, los sitios estaban saturados.


Una compañera del trabajo me dice que habían matado a la procuradora y que había rehenes y sicarios en Plaza del Sol. Un amigo me habló desde el aeropuerto para decirme que por amenaza de bomba lo habían evacuado de un edificio de gobierno donde estuvo y que habían matado a cuatro personas por la ciudad. Intento marcarle a mi novia pero las líneas están saturadas, no hay comunicación a ningún lado”.


Fernando, contador público.

 

***


“Mi hijo de 13 años estaba chateando y me dijo asustado: ‘Mamá, ¿no vas a salir, verdad?, me dijeron que habrá balacera’. Yo, ingenua, le dije que no todo lo que decían por internet era cierto y salí a recoger a mi sobrino de su clase de karate. Me encontré a puras mamás angustiadas por llevarse pronto a sus hijos y policías pidiendo que evacuaran.


“Al siguiente día, cuando fui a dar mi clase los niños de tercero de primaria me decían: ‘Maestra, si nos toca una balacera ¿qué vamos a hacer?’ Ya estoy pensando en irme a vivir a Canadá”.


Mónica, maestra de dibujo.


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Una bloggera escribió ese martes 11 por la tarde, desde su casa: “A esta hora no se confirma una balacera en la PGR zona centro y en Plaza del Sol aún están soldados sitiando estos negocios, pues al parecer un grupo de sicarios se ocultó entre la clientela y/o los civiles fueron tomados por rehenes… También ayer y hoy quemaron restaurantes y bares que se negaron a pagar las cuotas de seguridad que exigen grupos delictivos. Esto ya es el acabóse.”


Extracto tomado de Metablog.


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“El día de la sicosis un tío de mi esposa nos habló para que nos fuéramos a la casa antes de las ocho porque habían matado a un capo de la droga muy grande y las ejecuciones iban a estar al por mayor. Esa y otras noches mi esposa se ha despertado por los balazos. Ya quitamos la cuna de la ventana porque no vaya a ser el diablo y haya una bala perdida. En las noches se oyen bomberas y patrullas porque andan matando raza y quemando negocios”.


Óscar, arquitecto de 34 años.


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“La noticia prendió rápido porque aquí ya sólo se habla de violencia. En las misas, por ejemplo, la petición obligada es la vuelta a la normalidad. Hoy, el padre Raynal, el del Sagrado Corazón, relató casos estrujantes que conoció de cerca. Todo esto ha ido penetrando en el ánimo y corazón de la gente porque es imposible que siendo ya tantos los ajusticiados no te toque.


“Poco a poco vas conociendo casos de gente que desgraciadamente estaba en el lugar, como un estudiante de ingeniería, amigo de mi sobrino, que entró al Oxxo a comprar unas papas y le tocaron tres balazos. Está en el hospital, su amiga está mal psicológicamente”.


Alicia, madre de familia. 60 años.

 

El asesinato de Armando Rodríguez

El miércoles 12, un día después, las noticias publicadas por los diarios de la entidad iban por el mismo tono:


“Ejecutan a tres; hieren a niños”; “Adquiere vialidad 100 chalecos antibalas”; “Rumores crean psicosis”; “Dejan cuerpo con manta frente a escuela”; “Ataca comando armado instalaciones de Cipol Juárez”; “Niño herido en ejecución”; “Prenden fuego al María Chuchena”; “Es falso el toque de queda”.


Por internet comenzó a circular la invitación a protestar con un “toque de queda ciudadano”: “¿Quieres que tus hijos puedan salir otra vez a los parques sin el temor a que sean perforados por balas de comandos asesinos? Participa el sábado 29 en el primer ‘toque de queda civil’.


La recomendación era: “No salgas por la noche, no acudas a ningún antro, cine, restaurante; deja esa noche que las calles sean para los delincuentes y sus cómplices; muestra tu indignación actuando, deja que el mundo entero sepa que los chihuahuenses no somos espectadores de nuestra propia tragedia”.


La violencia y el terror no terminaron el martes 11. Al día siguiente la Universidad Autónoma de Chihuahua tuvo que ser desalojada por el Ejército, porque se recibió una falsa amenaza de bomba y la procuradora Patricia González suspendió su comparecencia ante el Congreso.


El jueves 13, a la puerta de su casa, fue asesinado en Ciudad Juárez Armando Rodríguez, veterano de la fuente policiaca en El Diario. Él, como otros reporteros de esa fuente, había recibido amenazas de muerte.


En su editorial del viernes 14, El Diario exigió al gobernador José Reyes Baeza, al alcalde de la ciudad de Chihuahua y a la procuradora: “Si no pueden, que se vayan”. Tanto los directivos del periódico como los compañeros de Armando Rodríguez exigieron a las autoridades esclarecer el crimen del reportero y, así mismo, poner freno a las extorsiones en los cuerpos policiacos y a los secuestros, a las quemas de negocios y al robo de vehículos; en suma, a la violencia generalizada…

 

 

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