EN LA RUTA DE LA EFEDRINA…


El caso de la llamada “Ruta de la Efedrina” es el centro del peor escándalo de narcotráfico ocurrido en Argentina. Su saldo hasta ahora: tres empresarios asesinados, un suicidio, tres laboratorios clandestinos desmantelados, 22 argentinos y 11 mexicanos detenidos y sometidos a proceso penal… Las autoridades locales no tienen duda: detrás de las operaciones del narco en aquel país está el cártel de El Chapo Guzmán. Sin embargo, la investigación ha dejado cabos sueltos. Según fuentes diplomáticas mexicanas, el tema podría formar parte de la agenda durante la inminente visita de Felipe Calderón a Buenos Aires.


Santiago Igartúa / Apro

 

La madrugada del 18 de julio, Salvador Barrera, mexicano de 43 años, despertó ensangrentado por el golpe de una pistola con la que un policía de Buenos Aires le partió la nariz. Las fuerzas de seguridad argentina habían realizado un allanamiento en el lugar donde él trabajaba: una quinta ubicada en la localidad de Ingeniero Maschwitz, a 45 kilómetros de Buenos Aires. Ahí descubrieron un laboratorio clandestino para producir metanfetaminas.


El operativo fue contundente. Nueve mexicanos y un argentino detenidos, 20 kilos de efedrina –suficientes para producir 200 mil pastillas de éxtasis– y 54 mil dólares en efectivo decomisados. Más aún: una organización “narcocriminal” mexicana quedó al descubierto, dice a Proceso el juez federal de la región Zárate-Campana, Federico Faggionato Márquez, quien investiga el caso llamado “la ruta de la efedrina” que ha provocado el más grande escándalo de narcotráfico registrado en Argentina.


A cuatro meses de distancia, recluido en calidad de “procesado” en el Complejo Penitenciario Villa Devoto, enclavado en el centro de Buenos Aires, donde miles de presos políticos –entre ellos mil 200 mujeres–, fueron torturados durante la dictadura militar de ese país (1976-1983), Barrera habla con Proceso. Lo hace en la sala de audiencias del penal. Un ventanal que se mira enorme lo separa del reportero. Su voz se cuela a través de una rejilla.


Preso de la justicia y del miedo, cuenta: “Estamos muy asustados de que aquí digan todos los días en la tele que somos del cártel de Sinaloa y que ellos (los narcos en México) vayan a pensar que estamos aquí de bocones a pesar de que no tenemos nada que ver con eso (el procesamiento de efedrina). A nosotros nos contrataron para trabajar”.


Albañil de oficio, hombre alto y corpulento, de manos toscas y bigote desaliñado, no puede contener las lágrimas cuando relata la historia que lo llevó a donde está hoy: “A nosotros nos contrató el señor Jesús” (Martínez Espinoza), supuesto líder de la banda de narcotraficantes mexicanos que operaba en Argentina, quien les pagaba mil dólares mensuales por contratos de tres meses, incluidos el pasaje, para luego rotarlos.


Según los detenidos, este mecanismo funcionaba hacía más de un año. El trabajo consistía en realizar labores de plomería, carpintería, albañilería y jardinería dentro de la quinta de Maschwitz, propiedad de Martínez Espinoza, donde plantaron cientos de árboles con el supuesto propósito de cubrir el inmueble donde estaba el laboratorio de efedrina.

 

Destino: México


En entrevista con Proceso, el juez Faggionato precisa la función de estos trabajadores: “Entraban y salían” de Argentina periódicamente. Además de sus labores en la finca transportaban la efedrina, en ocasiones ya procesada como metanfetaminas. Según el expediente del caso, en todos los envíos el destino era México.


El periodista especializado en temas de narcotráfico, Cristian Alarcón, publicó en el diario Crítica, en su edición del 24 de agosto, que un informante de la Procuraduría General de la República (PGR) de México le confirmó off the record que la efedrina proveniente de Argentina entraba por el Aeropuerto Internacional Benito Juárez, “cuyo sector de cargas es controlada por la gente del cártel de Sinaloa”.


En los hechos, los trabajadores eran utilizados como “mulas” para transportar la efedrina, la cual ocultaban de distintas maneras: dentro de las suelas de zapatos, en carcasas de computadoras, entre los forros de las valijas y, sobre todo, diluida en botellas de vino blanco. A “nadie” le llamaría la atención en los mostradores de aduanas y de migración que alguien se fuera de Argentina con dos “cajitas” de vino blanco, explica el juez Faggionato.


Durante el allanamiento a la quinta en Maschwitz, la policía encontró encorchadoras y botellas vacías. Faggionato relata que posteriormente, en el transcurso de la investigación, se presentó ante él un sommelier mexicano-argentino que el propio Martínez Espinoza habría contratado en Guanajuato, y quien es hoy testigo protegido. Según el juez, el sommelier dijo que se presentaba a declarar porqué “lo iban a matar”. Su tarea era disimular la metanfetamina, que en su estado líquido “aparenta” ser vino blanco.


Los mexicanos detenidos en Maschwitz habrían sido víctimas del “abuso de la pobreza” para inmiscuirlos en el narcotráfico, dice a este semanario el juez Faggionato en referencia a Salvador Barrera, José Luis Velazco, Jorge Alejandro Jerónimo Lira, Rubén Rodríguez Cano, Miguel Sierra Chávez y los hermanos Luis Aurelio y Édgar Daniel Rocha Mendoza, oriundos de León, Guanajuato, donde fueron contratados; así como de Jesús Paulo Arroyo Vergara y Rodrigo Lozano Rodríguez nacidos en Sonora y Chihuahua, respectivamente.


Faggionato explica que, ante la ley, serían “partícipes necesarios del delito”, más no narcotraficantes. Si son encontrados culpables cumplirían una sentencia de 8 a 20 años de prisión. El juez comenta que les propuso “delatar” a los integrantes de la organización delictiva a cambio de “aliviar” su situación procesal o inclusive ser “exonerados”. No hablaron. “Ahí tenemos que comprender el sistema de seguridad social del narcotráfico”, señala.


En México, dice, les cuidan a su familia con todo lo que puede implicar, y cuando vuelven, si no delatan, la familia no va a pasar ningún “desasosiego”, dice el juez durante la entrevista realizada en su despacho, adornado con un cartel de “se busca” con la imagen de El Chapo Guzmán, líder del cártel de Sinaloa, por cuya captura la justicia de Estados Unidos ofrece una recompensa de 5 millones de dólares.

 

“El rey de la efedrina”


Francisco Chiarelli, abogado de los nueve mexicanos detenidos, recuerda que en Argentina la efedrina no está penalizada, por lo que los detenidos no deberían ser condenados por portarla en este país.


Chiarelli también tiene a su cargo la defensa del patrón de los obreros y dueño de la quinta de Maschwitz, Martínez Espinoza, quien salió de Argentina rumbo a México el mismo día del allanamiento del inmueble. Utilizó para ello un pasaporte falso a nombre de Juan Jesús Preciado.


A finales de septiembre, Martínez Espinoza –llamado aquí el “rey de la efedrina”– regresó al Cono Sur y el 2 de octubre fue detenido por la Interpol en un hotel de Asunción, Paraguay. Tenía en su poder 5 kilos de efedrina escondida en yerbas, según reportó la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay. El 14 de noviembre fue extraditado a Argentina bajo estrictas medidas de seguridad. Tres grupos especiales de la policía lo custodiaron.


Un día antes, su abogado recibió a Proceso en su despacho. Con la corbata desanudada, “cansado”, perdido entre las enormes pilas de papel que forman los 32 tomos del expediente del caso, sostuvo que Martínez Espinoza “venía” a Argentina a invertir dinero en negocios “lícitos” de comida y cuero. Dice que si cometió un error en el “camino”, fue el de confiar en alguien cercano que lo “estafó” y lo “involucró” en el asunto de la efedrina.


El abogado lanza el nombre de Marco Aurelio Lailson Rizo, que la prensa de este país no registró cuando estalló el escándalo. Rizo sería clave en la defensa de Martínez Espinoza, quien el pasado lunes 17 rindió declaración en el juzgado de Zárate-Campana.


Proceso habló también con otro mexicano detenido en el penal Villa Devoto: José Luis Velazco, quien fue separado del resto de sus compañeros por habérsele encontrado un teléfono celular. Sin embargo, fue a través de un teléfono celular que se comunicó con el reportero. Contó que hablaba agazapado detrás de su litera en un pabellón de sanciones.


Velazco llegó a Argentina el mismo día en que la policía realizó el allanamiento. Dijo que no vino a trabajar, sino a visitar a Rubén Rodríguez, también detenido en la quinta. Afirmó que los ocho mexicanos con quienes fue detenido “no eran narcos”. Dijo que sus “paisanitos” le contaron que dormían todos “encimados” en una habitación y, por las noches, los encerraban para que “otro grupo” trabajara en dos cuartos que permanecían bajo llave. Comentó que las piezas restringidas a los obreros mexicanos habrían sido rentadas por “el señor Marco (Lailson Rizo)” para guardar lo que según éste eran cosméticos.

 

La sombra de “El Chapo”


En la causa que investiga Faggionato Márquez, el saldo más reciente registra 135 allanamientos “positivos”, el desmantelamiento de tres laboratorios para la producción de metanfetaminas, 11 mexicanos detenidos y procesados, cifra que incluye a los nueve iniciales, más Martínez Espinoza y Rodrigo Pozas Iturbe, a quienes el juez considera los “cabecillas” de la organización. Afirma que de ello tiene “pruebas contundentes”. Además, dice, existen otros 18 mexicanos prófugos que formarían el cuerpo de la organización, más 22 argentinos detenidos.


De acuerdo con el juez, Pozas Iturbe es el más “inteligente” de todos. Sería el líder. Se encargó de reunir los contactos en Argentina, entre ellos los empresarios Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, cuyos cuerpos fueron encontrados acribillados el pasado 13 de agosto en una zanja de la carretera que va al municipio de General Rodríguez.
Respecto de Lailson Rizo, –señalado por Martínez Espinoza como el líder de la organización–, Faggionato dijo: “Es al que todos (los mexicanos) culpan por el laboratorio, pero no sé quién es. No sabemos ni cómo es su cara. Por ahora para mi es Superman o es Robin o el joven Ricardo Tapia. Los hechos y las pruebas son éstas; que le echen la culpa a quien quieran”.


Sobre Lailson Rizo pesa una orden de captura internacional, pero “no hay pruebas de que haya estado en Argentina” o no se sabe, por la falta de control en los pasaportes mexicanos, dice el juez entre sorbos del mate que le prepararon con la yerba que trajo del viaje que hizo a Paraguay para tramitar la extradición de Martínez Espinoza. El tema lo inquieta. Cuenta que un periodista “inescrupuloso” ha difundido la versión de que él tiene comunicación con Lailson Rizo, a quien el habría garantizado protección, lo cual el juez niega de manera rotunda.


Lo cierto es que existen cinco pedidos de juicio político en contra del juez Faggionato, entre ellos uno por un supuesto “robo” de una plantación de soya, otro por pedir una “coima” (soborno) a la petrolera ESSO, contra la que llevaba un juicio de oficio, y uno más por supuestamente proteger a narcotraficantes, según la denuncia que presentó Ernesto Sanz, senador del Partido Radical y promotor del juicio contra el juez, el cual está pendiente de ser abordado en el Congreso.


Una fuente del gobierno comenta a Proceso que si la causa de “la ruta de la efedrina” se alarga y sigue cobrando “notoriedad” en los medios, Faggionato se puede salvar del juicio político. El propio juez dice a esta revista que ese pedido ante el congreso y los ataques en su contra en algunos medios de comunicación se deben a que lo quieren “perjudicar” porque no es “permeable” a la corrupción. Afirma que está consciente del poder y la “tentación” que el dinero del narcotráfico genera y reconoce que hay gente en el poder que se corrompe, pero, añade, serían “particulares” y no el gobierno en sí.


Juan José Granero, titular de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), acepta que en Argentina aún existe un vacío legal que impide regular los precursores químicos. Sin embargo, explica que a raíz de la presencia del narcotráfico mexicano se tomaron medidas para controlar la comercialización de la efedrina y la seudoefedrina. Además, dice que el Congreso está por tipificar como delito la desviación de estas sustancias para fines ilícitos.


Entrevistado por Proceso en su despacho de la calle Sarmiento, Granero dice que denunció en más de 20 ocasiones los “grandes incrementos” en la importación de efedrina durante 2007: 25 toneladas. Lo hizo sin resultado alguno.


Granero afirma que funcionarios de la Procuraduría General de la República (PGR) le advirtieron a él y a las autoridades del Ministerio de Justicia sobre la presencia del cártel de Sinaloa en su país.


“Ustedes todavía están a tiempo de poder frenarlos. Si se les instalan no los sacan más”, cuenta que le dijeron los funcionarios de la PGR.


Señala que hasta ahora existe en Argentina “una avanzada” de los cárteles mexicanos de la droga. “Acá todavía no aparecen los niveles de violencia que ha tenido México”, dice. Sin embargo, está consciente de su posible instalación en Argentina debido a la falta de control en las fronteras del Cono Sur.


Granero confirma a Proceso que la organización criminal que opera en Argentina es el cártel de Sinaloa. Afirma que ello fue detectado por sus fuerzas de seguridad a partir de “información confirmada por la Agencia Antidrogas Estadunidense (DEA) y por la propia PGR”.


Según los informes de Sedronar, Marco Aurelio Lailson Rizo y Rodrigo Pozas Iturbe están plenamente identificados como miembros del cártel liderado por Joaquín El Chapo Guzmán. En cambio, Jesús Martínez Espinoza tendría una jerarquía menor dentro de la organización, lo cual contradice la versión del juez Faggionato.


Francisco Chiarelli, abogado de Martínez Espinoza, tampoco coincide con el juez. Afirma que Lailson Rizo no es un fantasma. De hecho, el abogado documentó en el expediente del caso la presencia de Lailson Rizo en Argentina desde el 29 de agosto, con entradas, salidas y registro de lugares en los que se hospedó, como el Hotel Torre Libertad, ubicado en Libertad 18, en el barrio Martínez.


Contundente, el abogado sostiene que Lailson Rizo mantuvo una “relación de pareja” con la hija de Martínez Espinoza, motivo por el que éste “de algún modo” confió en Rizo, hasta que se dio cuenta del lío en que lo había metido.


Fuentes diplomáticas consultadas en México indicaron que el tema de la presencia de narcos en este país en Argentina podría ser abordado en las conversaciones entre los presidentes Cristina Fernández y Felipe Calderón, durante la visita de este último los próximos días 24 y 25.

 

 

 

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